La idea sobre la pareja ideal varía con el tiempo, no sólo porque se cumplen más años sino porque cambian los tiempos y los modelos a elegir. Ni tan siquiera permanece el mito del rubio con ojos azules besucón y cariñoso como prototipo de hombre para tener cerca, ese ídolo típico de la más tierna infancia. Con el paso del tiempo se pasa de desear a un intelectual un poco atormentado pero divertido a preferir un notario. O qué decir de un futbolista y hasta un cantante de éxito de Operación Triunfo. Siempre queda como alternativa un alcalde corrupto del Mediterráneo que, a falta de belleza, acumula más dinero en casa que el más prestigioso cirujano yanky en su cuenta corriente. La ventaja de éste es que de regalarte un montón de euros de los que tú ni te enteras, no duda en lanzarte piropos picarones.
Lejos ya de cualquier aspiración normalita puede quedar un jefe de mafia extranjera como rendido y exótico amante o un tesorero de partido con mayoría absoluta y hasta un liberal que colecciona coches de lujo después de privatizar un par de cosas. Y hasta un señor mayor sibarita en sus gustos y bregado en el mundo de las finanzas oscuras que tiene más suerte en la lotería que si la organizara él mismo. En la cúspide de estos modelos está el bombón de ojitos claros, capaz de hacer niños rubios y llevarles a pescar o a un mundial de balonmano como el padrazo que es. Este te compra un palacete, te puede llegar a reventar la cuenta corriente y te trata no como a una infanta, no… Te trata como a una reina.