Viuda de torero y amante de alcalde, madre de feote golfo y niña de incógnito, abuela de embarazo por interés, amiga de una locutora de radio de vida oscura de tanto hacerla pública, condenada sin cárcel, culpable sin castigo, propietaria de fincas de nombres rimbombantes, actriz de pelo largo y gustos ambiguos, ídolo que solo admite la adoración como forma de amistad. Se intuía… Era difícil que Isabel Pantoja, Maribel que diría Jorge Javier Vázquez desde que la tonadillera blanqueadora de dinero pactara un par de exclusivas con Tele 5, acabara en la cárcel. Por muchos chándals que esta mujer de permanentes gafas negras se haya comprado, no habrá patio alambrado que permita que luzca los adidas verdes.

La coleta que luce volverá a alumbrar los pasillos de los aeropuertos, que no el de las prisiones. Quizá si edificaran una sólo para quienes han sido condenados por delitos económicos…

El juicio al trío Cachuli ha acabado como se esperaba, con un Julián Muñoz esposado, con una Maite Zaldibar pelín más culpable que Pantoja por el mismo delito y con ésta condenada al tiempo que permite que no llegue a pisar la penitenciaría. Este país de mujeres que nunca se enteran de nada, (pondré a disposición mi cuenta corriente por si alguien coloca 3.000 euros diarios en ella sin que me dé cuenta), la amiga de Jorge Javier vuelve a reflejar lo trasnochado, lo caradura, la mantilla negra para esconder pecados y picaresca y, lo que es peor, la inmunidad de determinadas gentes. Personajes que, por cierto, gritan España a la primera de cambio y sin venir a cuento, se colocan una mano en el corazón mientras,  en la otra llevan bolsas de dinero con destino a paraísos fiscales.