Objetivo: contener gastos. Las nuevas consejerías del Gobierno Vasco lo tienen claro y ya han lanzado sus primeras consignas en cuestiones tan sensibles como son la Sanidad y la Educación. El responsable del primer área, un optimista Jon Darcón, pisó el primer escalón del edificio en el que tiene el despacho y ya se apresuró a advertir que haría recortes que ninguno de los enfermos percibiría. Se describía así como un mago que es capaz de eliminar servicios sin que nadie se dé cuenta de que no se los han prestado. “¿Te han dado hoy el sintrón? Supongo que sí, que como siempre”. La responsable de Educación, Cristina Uriarte, ha aprendido en la misma escuela que su colega de gobierno y también piensa meter la tijera sin que padres, alumnos y profesorado se enteren. La fórmula mágica que piensan emplear ambos todavía no se sabe.
Más valiente es la consejera de Transportes, Ana Oregi, que ya ha explicado lo caro que sale ampliar las líneas soterradas del Topo en Donostialdea frente a lo rentable que es la línea 3 del Metro para Bilbao que tanto el PNV como Bildu han tachado de imprescindible para la vida ciudadana de la capital vizcaína. En Donostia, las palabras de Oregi han sido celebradas por el concejal de Movilidad, Jon Albizu, también de Bildu, que debe tener un concepto diferente que sus colegas de formación del otro lado de la A-15. En el caso de los tres consejeros los hachazos se esperaban, sobre todo en Gipuzkoa, pero esa promesa de los responsables de dos pilares tan fundamentales como la salud y la formación de que la ciudadanía no percibirá sus ahorros debe cumplirse y ser un objetivo de legislatura. Ahorren en tiritas si quieren, pero no vengan con extraños repagos o falta de revisiones y sustitutos porque creen que más allá de su palabra, ese es su deber.
El delegado de Hacienda de San Sebastián, Jabier Vitoria explicaba ayer que va a ahorrar 94.200 euros en material de oficina. Cuadernos, folios, tonners, y todo esa cantidad de elementos que, funcionarios o no, acumulamos todos sobre las mesas. Menos papel en las impresoras, bolis utilizados a tope, racionalización de los lápices de ordenador… Esos son los recortes que se pueden asumir sin que la sociedad lo note. Puede que no sean suficiente, pero la ciudadanía también agradece la claridad a la hora de explicar qué se piensa hacer con los impuestos que se pagan.