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Ana Vozmediano

No soy una bruja

Que no se entere nadie

Nada como las ferias de productos artesananos para pasear entre ambientadores de melón, pendientes de fieltro, chorizos extremeños, aceites de rosa mosqueta o pasteles de chocolote con nueces. A veces, lo que no entiendo todavía son los atuendos medievales de los vendedores como si la producción manual no pudiera hacerse con un vaquero y una camiseta, se encuentran otros artículos. Es el caso de unas muñecas para llevar a modo de broche y que reflejan aficiones o profesiones. ‘¡Qué curioso!’ dice alguien, que busca su profesión entre enfermeras, juezas, peluqueras, catedráticas, azafatas o veterinarias. Hay una fotógrafa, pero ella busca una periodista.
Y encuentra una de las bonitas muñecas con un ordenador de pequeño tamaño. Ya está. Si es una monada. Se la coloca en la chaqueta y otro alguien le dice: ‘anda, qué bonita telefonista, con su auricular y todo’.
Contaba Oscar Rekalde, responsable de comunicación de un partido político, que había leido un artículo en el que el periodismo era el oficio peor considerado junto al de juez y el de abogado. Y contaba también que frente a estas dos últimas profesiones que pese a no estar bien vistas eran de las preferidas para que las ejercieran los descendientes, pocos encuestados optaban porque sus retoños se dedicaran el periodismo como forma de vida.
Está claro que a ningún buen vendedor de artesanía se le iba a ocurrir diseñar a una de sus chicas con su cuaderno, el micrófono o la grabadora. Primero porque tal vez debería colocar muchos complementos multimedia en tan pocos centímetros y segundo porque es mucho más popular que el brochecillo lleve un estetoscopio para auscultar a los pacientes.
Vamos, que si eres periodista casi es mejor que no se entere nadie. Ocurre que conozco a mucha gente de esta profesión, comunicadoress a los que quiero, a los que escucho, a los que leo o a los que aprecio. O una mezcla de todo ello. Con algunos ni siquiera me he cruzado jamás. Con otros he comido y me reído. Con algunos trabajo cada día.Nada tienen que ver con quienes tanto han perjudicado a esta vocación y a este oficio, incluidos algunos de los miembros del variopinto grupo que configura quien se dedica a contar a los demás qué es lo que pasa y a cuyo descrédito contribuyen también quienes les desmienten cada día para no verse perjudicados.

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No, no soy una bruja aunque trago tantos sapos y culebras que puedo lanzar bocanadas de azufre

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