Al enterarse de que había sido invitado a participar en el espacio de blogs del Diario Vasco, versión digital, mi amigo Angel me dio un consejo: tienes mil pozos para extraer agua de cualquiera de ellos, considera tabú el tema de la política y los políticos, estamos hartos de eso. ¿Se refería sólo a la política en España y sus autonomías o también a la que tiene lugar en cualquier otro país? Porque miren qué casualidad, días atrás se me plantó en la pantalla de la computadora una noticia relacionada con Cuba y pensaba comentarla hoy en mi primer envío al Blog del Diario Vasco. Para mí, Cuba no es turismo ni música, es política. Desde que viví allá los momentos más tensos de mi vida, salí por motivos que ahora no hacen al caso y se me cerraron las puertas de regreso No resisto la tentación. Ahí va.
Sucede que el Presidente del Senado de Puerto Rico, el Sr. Eduardo Bathia, lanzó hace poco la idea de que Raúl Castro, Presidente de Cuba, debería ser nominado al Premio Nobel de la Paz. La proposición venía acompañada de su argumento. Había permitido que durante cuatro años La Habana fuera lugar de encuentro y de diálogo entre los representantes del Gobierno de Colombia y las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia). Cierto, las conversaciones, abriendo caminos hacia un acuerdo de paz, tuvieron lugar en la capital cubana. Fueron difíciles, según reconocen cuantos participaron en ellas, pero resultaron exitosas. Todos pudimos ser testigos el pasado lunes, 26 de septiembre, de la firma del Acuerdo de Paz de Cartagena de Indias y pudimos contemplar el abrazo entre Juan Manuel Santos, Presidente de la nación, y Rodrigo Londoño Echeverri, alias Timochenko. Comandante del grupo guerrillero. El aplauso corrió a cuenta de todo el mundo. Tras 52 años de guerra, acababa de florecer la paz, una paz incipiente, tierna, delicada, que deberá ser atendida y cuidada, mimada, si se quiere que crezca y se convierta en una verdadera Paz, con mayúscula.
Acaso los firmantes del acuerdo podrán ser acreedores a premios. ¿Pero Raúl Castro? ¿En qué cabeza cabe semejante disparate? Yo le hacía a Eduardo Bathia, cuando vivíamos en Puerto Rico, persona preparada, conocedor de políticas locales e internacionales, de las cubanas más que de otras. ¿Qué puertorriqueño no ha escuchado alguna vez el poema de Lola Rodríguez de Tió en el que se canta “Cuba y Puerto Rico son / de un pájaro las dos alas, / reciben flores y balas / sobre el mismo corazón”? No hay más que mirar sus dos banderas para intuir que es el mismo fuego -o fue al menos algún día- el que arde en las entrañas de los dos pueblos. Pero lo que el Presidente del Senado boricua ha dicho es tanto como rendirse a los pies del segundo de la dinastía Castro. Vergüenza debería darle.
Conocí a Raúl en La Cabaña, a la puerta de una de las salas que impartían justicia revolucionaria. Había acudido a servir de testigo en un juicio. Horas antes un grupo de milicianos de la tropa del Che Guevara me habían dicho perrerías acerca de él, de Raúl. Cobarde, cruel, vengativo, maricón … Pues he oído decir que Vilma se encuentra embarazada. Eso quiere decir que Vilma va a ser madre, no que Raúl vaya a ser padre. Carcajadas. Sentí sin quererlo un como ´repelú´ cuando lo tuve delante horas después, la cola de pelo rizado sujetado por una horquilla grande, brillante, llamativa. No podía apartar de mi mente lo que se comentaba de él, que en Santiago de Cuba, a los pocos días de hacerse cargo de la Comandancia de la Plaza, mandó fusilar una noche a ciento cuatro personas, sin juicio previo, sólo por haber sido oficiales en el ejército del dictador Batista o haber en alguna forma favorecido a éste. Solía decirse que era más fiero y sañudo que Fidel su hermano y que el propio Che Guevara. Conocía ya de cerca al argentino, tenía, pues, buen punto de referencia para hacerme una idea de Raúl.
Desde aquellos lejanos días he tratado de seguir de cerca el acontecer cubano. Raúl Castro no ha sido protagonista asiduo en las primeras páginas de la prensa internacional. Para eso se prestaban mejor Fidel y el Ché. Raúl pasó años en Rusia estudiando en Academias militares y escalando posiciones en el nuevo ejército cubano hasta llegar a la cumbre. Sin algaradas ni alardes, en silencio. Siempre le acompañó, sin embargo, fama de personaje siniestro. Participó en la preparación de las tropas de invasión cubanas que intervendrían con el Che Guevara al frente en varias repúblicas de Africa. Fue un depurador sin escrúpulos de los mandos militares que llevó al paredón al General Ochoa y varios comandantes más, distraiendo con ello la atención de acusaciones de narcotráfico.
Asumió la posición de su hermano Fidel cuando la enfermedad obligó a éste a retirarse en el 2008. Ha gobernado desde entonces con mano de hierro, corazón de hiena y “cara de letrero de comida vegetariana para llevar”. (El entrecomillado quiere decir que la frase no es mía). A petición del Papa, haciéndose pasar como hijo fiel y devoto de la Iglesia, se dispuso a restablecer las relaciones con EE.UU., rotas el año 61 del siglo pasado y que son la mejor salida si no la única del ostracismo, destierro, al que vive sometido el pueblo cubano en su propia casa, en su isla. Cuando el Papa visitó Cuba, asistió con cara aburrida a la misa en el Santuario del Cobre. Pero no cede un ápice de Derechos Humanos. No deja de perseguir, torturar y encarcelar a los enemigos políticos. Su partido, el comunista, es el único permitido. No existen en Cuba prensa, radio o televisión libres. Las elecciones son en Cuba una comedia ridícula. Cuba sigue siendo la dictadura más dura y más prolongada de la historia americana, de Canadá a Patagonia. Permitió, sí, que las conversaciones colombianas entre gobierno y guerrilla se desarrollaran en La Habana, pero me gustaría a mí conocer las verdaderas motivaciones que le llevaron a ello. Si tan amante es de la paz, ¿por qué no permite que se celebren en México o en San José de Costa Rica, en París o en Praga, conversaciones entre delegados suyos y de la oposición para que lleguen a un acuerdo que garantice una verdadera Paz en Libertad en Cuba? ¡Premio Nobel de la Paz a Raúl Castro! Pero en qué cabeza cabe …
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Documental – A LA MEDIANOCHE ‘Momentos con Javier Arzuaga’
Libro – A LA MEDIANOCHE (Autor: Javier Arzuaga)