Y ahora, ¿qué? Debe ser la pregunta que esta semana más se está repitiendo en todo el mundo, de Norte a Sur, de Este a Oeste. En un tono en el que se mezclan ansiedad, duda, curiosidad, miedo… Toco este tema sin ningún entusiasmo. Todavía no he despertado del todo del golpe en la cabeza que me produjo la llegada triunfal de Trump a la meta en la carrera por la Casa Blanca. Lo toco por dos razones. Porque dos semanas atrás hablé de las expectativas en camino hacia y como que eso me obliga a hablar de las expectativas después de pisar la cima. Y porque el Diario Vasco invitaba el pasado miércoles a los guipuzcoanos residentes en EE.UU. a compartir nuestras opiniones.
Pues bien. Mis opiniones son algo así como un batido en el que el elemento principal no son lo visto en la tele + lo leído en la prensa, sino mis criterios y juicios personales. Después de pensarlo y repensarlo, yo creo que… Pocos deben ser los absolutamente seguros al escribir reportajes o emitir opiniones en este tipo de materias. El rompecabezas es muy complejo por una parte y por otra el protagonista de nuestra historia parece llevar algo desajustadas en su cabeza algunas tuercas. A mi se me cruza una tendedera cargada de signos de interrogación a causa de las dudas en cada uno de los pasos que voy dando. A nadie le extrañe, pues, que cada uno de los párrafos siguientes lleven a la cabeza esas tres palabritas: Yo creo que, no como adhesión a un dogma, sino todo lo contrario, como expresión de humilde parecer.
Yo creo que el despiste colosal de las encuestas y los pronósticos no se debe buscar ni en Hilary Clinton y ni en Donald Trump y sus actuaciones a lo largo de la campaña. Los dos movían grupos vociferantes, pero las ´masas´ quedaban a ver los incidentes de la carrera desde la televisión de sus casas. Y cuando los encuestadores indagaron sobre sus preferencias y su motivaciones callaron muchos y mintieron otros tantos. Va a resultar muy difícil bucear en la conciencia colectiva del pueblo y dar con las verdaderas razones de su comportamiento. Sólo el desencanto o desengaño más la rabia o la ira de los que quedaron poco menos que en la calle en grandes empresas mineras o manufactureras a partir de la crisis del 2008 no explica la actuación de la gran masa de la clase media. Tal vez la manera de llevar a cabo las encuestas y sopesar los pronósticos deban también ser revisados. Todavía nadie ha desentrañado el secreto del gran fiasco, eso es lo cierto y lo que no deberá repetirse. Ya basta con lo sucedido al respecto en Inglaterra, en Colombia y ahora en Estados Unidos.
Yo creo que el Trump de la campaña y el Trump de la victoria, por muy distintos que parezcan, son el mismo Trump. Nada de que el hombre ha cambiado y vamos a ser gobernados por un Trump nuevo. Nada de que todo el año pasado se hizo el malo y ahora se ha descubierto el verdadero. Improvisó, concedámosle que bien, una sonrisa desconocida en él, cuando rodeado de toda su familia, apareció ante las cámaras al conocerse el resultado final de las elecciones. Se aprendió unas cuantas frases bonitas sobre unidad, trabajo entre todos y para todos en un Estados Unidos nuevo y grande, escritas por sus asesores. Pero si hemos de aceptar que el de antes del 8 de noviembre o el de después actuó con careta, seguro que fue el segundo. No cambia así de pronto y así de fácil el carácter y el mundo interior de un hombre de 70 años. El verdadero Trump es el mentiroso, el ultrajador, el maleducado, el grosero, el abusador, el ignorante, el cínico que se hizo pasar por defensor de la clase pobre sin serlo, sin poder serlo, el que busca identificarse con sus problemas y sus angustias sin jamás en su vida haberse sentado a comer o entender el mendrugo y la sopa boba de los pobres. Tarde o temprano, en cuanto le pisen un callo, saltará el verdadero Trump. No creo que pueda respirar metido en los corsés de prudencia, reflexión, paciencia, comprensión y equilibrio que la labor desde la Casa Blanca va a exigirle.
Yo creo que Trump y carece de la capacidad para ser portavoz o líder de un pueblo cansado de un sistema que no atiende sus necesidades, que favorece los intereses de los ricos y poderosos. Trump vino a ser lo que es dentro de un sistema sin corazón para las clases bajas, siendo parte del mismo, un corrupto más, y de los grandes, en el río de la corrupción del sistema. (Estados Unidos tiene que nacer de nuevo, regenerarse, es cierto. No puede seguir siendo un paraíso de multimillonarios seguros de haber sido destinados por Dios a gobernar el mundo. Pero este es otro tema. Lo abordo otro día). Parece que él, Trump, piensa que gobernar un país es como dirigir una empresa inmobiliaria o televisiva, que si tuvo éxito como empresario, debe tenerlo igualmente como gobernante. Yo le veo fracasando estrepitosamente. Estados Unidos no se va a hundir así sin más, sólo porque Trump ocupe la Casa Blanca por cuatro años. Tampoco se hundió Roma porque Calígula y Nerón ocuparan el Palacio Imperial del Palatino. Los cimientos de la democracia norteamericana resistirán el embate, al tiempo que las ilusiones y esperanzas de mucha gente se secarán y caerán al piso, como las hojas de los árboles en otoño que se desprenden y vuelan con viento o sin él..
Yo creo que Trump no está ni de lejos preparado para gobernar un país tan grande y complejo como Estados Unidos. Aún concedida su amplia experiencia en el mundo de la economía y que solucionado el capítulo económico los que le siguen se vuelven más fáciles -lo que dudo mucho que sea cierto- , gobernar es mucho más administrar. Fijémonos sólo en el mapa del planeta y en la sabiduría que requiere armonizar, pactar, relacionarse con todos esos países de culturas, riquezas o pobrezas, e historias tan heterogéneas. Recordemos también que seguido de las carteras de economía y relaciones exteriores, vienen las de sanidad, educación, justicia, defensa, seguridad, etc., etc., etc., sembrado de chinchetas el camino de cada una de ellas. También creo que se le va a presentar difícil la convivencia y colaboración con los rectores de su propio partido republicano y con el Congreso y el Senado.
Yo creo que se le hará difícil entender la necesidad de delegar la mayor parte de sus responsabilidades políticas y fiscales y reservarse para él las fotos y con ellas la apariencia de que es él de quien brota la inspiración y quien ejecuta la acción, sentado al timón de la gran nave. Y creo que el equipo que llamará a gobernar con él no será el más adecuado. Ya la persona que eligió para ocupar la Vicepresidencia es un conservador a ultranza. Le ha encomendado a él la formación del Gobierno. Veremos gente del Tea Party y lo más duro y anquilosado en el tiempo del Partido republicano, su derecha más radical, veremos machos “blanquitos”, resentidos de la presencia de un ´piel negra´ ocupando la Oficina Oval y de la amenaza de una mujer con pretensiones de sustituirle, veremos a todos ellos en pie de guerra contra invasión de los inmigrantes latinos, asiáticos y musulmanes, veremos en fin un equipo revestido de una pseudoreligiosidad que en lugar de ayudarle a discernir le impedirá detectar los “signos de los tiempos”, que decía Juan XXIII.
Yo creo que al “yo” gigantesco que Trump lleva y venera dentro de sí mismo se le va hacer insoportable tanta cesión de tareas y que sus médicos van a tener que trabajar duro para que su jefecito no caiga en la fosa de una profunda depresión o no se suba a la azotea gritando locuras. Me luce que la personalidad de Trump no está bien equilibrada. Me gustaría leer un estudio de cómo son su mente y su temperamento y el dominio que ejerce sobre sí mismo a la luz de las observaciones y en base a lo visto y escuchado en la pasada campaña. Si quieren conocer mi opinión sobre si aguantará o no cuatro años en la Casa Blanca, creo que sí, contra el parecer de quienes creen que no.
Yo creo que nos abocamos todos, la humanidad toda, a un gravísimo peligro si Trump y no pocos de quienes lo rodean no cambian de parecer y de actitud frente al problema del recalentamiento del planeta, lo que consideran “un cuento chino”. Y creo que es otro peligro el balance de intereses entre una gobernabilidad limpia y los negocios dentro y fuera del País de unos gobernantes faltos de ética.
Yo creo que las manifestaciones contra Trump que han salido a la calle estos días en numerosas ciudades del País remitirán pronto. Pero creo también que si a Trump se le ocurre ejecutar proyectos lanzados en la campaña como la expulsión de millones de indocumentados y la construcción de un muro de cemento o de acero al sur del País, separándolo de México, ¡nos libre Dios!, la de San Quintín que va armarse aquí.
Por mucho que me empeñe en encender velas de optimismo dentro de mí mismo y en poner luz en las veredas de mi ánimo, no lo logro. No me cabe en la cabeza cómo un pueblo como el norteamericano ha podido dar este paso y poner su destino inmediato en las manos de Trump. Hilary Clinton tenía, tiene, sus defectos, lo veíamos a diario. Pero rechazar el ´mal menor´ para echarse en brazos de este monstruo… Definitivamente, no lo entiendo.
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