La respuesta a la pregunta parece obvia. Nadie puede negar que hacer deporte es saludable y no moverse en todo el día puede acarrear grandes problemas de salud. Sin embargo, la pregunta la planteo después de una conversación mantenida tras la reflexión que escribí hace unos días en el post titulado “?Por qué lo llaman deporte cuando realmente es una droga?”.
La conversación la mantuve con Ramón Cid, atleta olímpico (Montreal 1976 y Moscú 1980) y actual Director Técnico de la Real Federación Española de Atletismo, en una pista de atletismo (no por teléfono desde el sofá de casa), como no podía ser de otra manera. Antes de comenzar a escribir la reflexión sobre si es mejor quedarse en el sofá o hacer deporte, voy a exponer los puntos tratados en esa agradable charla:
1) Después de leer el post, Ramón no dudó en animarme a reflexionar sobre lo ‘malo’ que puede llegar a ser realmente el deporte de competición (recuerdo la frase del post citado antes: “El deporte de competición no es sano”. Para ello, me invitó a imaginarme la situación contraria: una persona que no ha hecho deporte en su vida, que pasa las tardes tumbado en el sofá. ¿Es sano eso? ¿Estará mejor cuando alcance los 50 años que un deportista de alta competición? 2) Ramón decidió hablarme de lo que él mejor conoce, atletas de su época que fueron referentes en su día y que, al igual que él, estuvieron en posesión de algún Récord de España: Javier Arques, Antonio Corgos… (¡ah! Y de los jugadores de la Real Sociedad que en los 80 ganaron dos ligas consecutivas). En todos los casos que me citó, me habló de un estado físico envidiable para la edad que tienen (por encima de los 50). Todos ellos fueron atletas de primer nivel, deportistas que convivían con las pájaras y que ponían el cuerpo al límite continuamente. Me volvió a hacer otra pregunta: ¿Crees que el deporte de alta competición les ha afectado? 3) Minutos después, apareció otra persona que puede hablar desde la experiencia: Valentín Rocandio, atleta olímpico en Seúl 1988. Su respuesta fue más comedida. “¿A que es malo el deporte de competición?”, le pregunté. “No siempre es así. En principio, el deporte es bueno, la vida que lleva el deportista es buena. La vida que lleva una persona que no tiene que competir al día siguiente puede ser peor”, respondió.En esta ocasión, mi reflexión es sencilla. Sigo pensando que el deporte de competición (con esto no quiero referirme únicamente a deportistas olímpicas, sino a todos aquellos que día tras día practican deporte llevando su cuerpo al límite para mejorar sus resultados) no es del todo sano. Sigo creyendo que llegar a extremos en los que vomitas, entrenas incluso con dolores por todo el cuerpo… no tiene que ser beneficioso (quizás el punto de vista de Ramón me haya hecho ver que tal vez no sea malo comparando con otras cosas que se pueden hacer, pero bueno tampoco es).Es cierto que si tengo que elegir, prefiero maltratar el cuerpo a base de entrenamientos. Un deportista de competición tiene que privarse de muchas otras cosas con las que también maltrataría su cuerpo.
En cuanto a este tema, me gustaría dejar plasmadas en el post tres opiniones de dos compañeros míos (no revelo sus nombres), pues las considero muy interesantes:
1) “Yo diría que el deporte de competición sí que es sano, creo que depende de qué extremos se manejen:Mi conclusión es que, como todo en la vida, la clave está en buscar el equilibrio. Ni para ti, ni para mí. Después de hacer deporte (sin pasarse), nunca viene mal tumbarse un rato en el sofá.
¿Qué opináis?