Durante las próximos semanas tengo la intención de ir colgando una serie de reflexiones sobre la delicada situación del atletismo guipuzcoano. Me centraré en el número de atletas, en los entrenadores, en los clubes, en el nivel del atletismo, en la participación en campeonatos y en otros aspectos que vayan surgiendo y que todo el que quiera me puede proponer. Esta es la primera parte.
Con la siguiente serie de posts quiero dar una valoración subjetiva, aunque espero que compartida, de la situación, para mí delicada, que vive el atletismo guipuzcoano en la actualidad. Y cuando digo atletismo, me refiero al de competición: pista, cross, ruta. Para ello, voy a ofrecer ciertos datos que creo que son lo suficientemente significativos, por lo menos, para hacer pensar a los que aman este deporte.
En primer lugar, quisiera dejar claro que el atletismo de hoy en día no es como el de antes. Los tiempos han cambiado, han cambiado tanto que las nuevas generaciones ya no tienen el atletismo en su punto de mira deportivo. El nivel atlético ha bajado, y permítanme decir que ha caído en picado. En contra, se puede argumentar que siendo Gipuzkoa la provincia más pequeña de España, tuvo un representante en los Juegos Olímpicos de Londres (el marchador Mikel Odriozola, que ya lo fue antes en Sidney y Pekín), una atleta olímpica en Atenas 2004 y Pekín 2008 como es Naroa Agirre, el actual campeón de Europa de 100 kilómetros, Asier Cuevas, o habituales con la selección española absoluta y medallistas en campeonatos de España como Alazne Furundarena, Olatz Arrieta, Maitane Azpeitia, Igor Legarda o Maitane Iruretagoyena. El futuro tampoco tiene mala pinta. Hay grandes destellos de luz, siempre y cuando nos centremos en esa primera línea de atletas: Teresa Errandonea, Nora Orduña, María Mujika, Iñigo Uribarren, Juanjo Garrantxo, Maialen Axpe, Malen Ruiz de Azua, Istar Dapena, Teresa Zaragüeta, Gari Garmendia y me dejo a unos cuantos. Tampoco está nada mal la ‘segunda línea’, compuesta por atletas que son capaces de lograr grandes puestos en campeonatos de España. Pero no es ese el problema al que me refiero. El atletismo compuesto por ‘los otros’, aquellos que se supone que tienen el privilegio de competir y entrenar junto a ese grupito de atletas demasiado ‘selectos’, junto al ‘caviar’, está enfermo.
¿Enfermo? ¡Sí! Hace diez años, para entrar en una final de un Campeonato de Euskadi (dejo la provincia para referirme a toda la comunidad autónoma) había que sudar la camiseta. A día de hoy, si se logra reunir al número de atletas necesario para formar la semifinal (en pruebas como el 100 o el 200), hay que darse con un canto en los dientes. Parte de la culpa en ese caso la tiene, seguro, la Federación Vasca de Atletismo. No me cabe ningún tipo de duda, sobre todo, si tenemos en cuenta, por ejemplo, las fechas en las que se suelen hacer los campeonatos autonómicos de aire libre. Aunque no creo que sea ese el principal problema. El motivo, en este caso, es la cantidad de atletas. A los atletas de primer nivel no les siguen más. En cuanto a los Campeonatos de Gipuzkoa, los atletas somos los primeros que no nos los tomamos en serio (no competimos para seguir entrenando, no corremos las finales…). Estoy convencido de que con esto poco bien le hacemos al atletismo.
¿Por qué? Por una parte, seguro que está el siguiente motivo: para qué voy a competir si no voy a ganar nunca. La filosofía de querer ganar siempre está demasiado inculcada, adentrada en nuestras mentes incluso por los padres. Queremos ganar a toda costa, sobre todo en deportes individuales y el atletismo lo es (a pesar de la existencia de competiciones de clubes). El primero pierde valor si no hay un segundo que le haga competencia. Por otra parte, están los estudios. Muchos no siguen con el deporte, primero por no ser capaces de ganar (aunque también los hay que siendo auténticos fueras de serie lo dejan), y segundo por no poder con estudios o trabajo y deporte al mismo tiempo. Créanme, es posible, y de hecho, puedo asegurar que la combinación es perfecta. Además, ahora hay mucha más variedad de deportes que elegir que hace treinta años, por lo que el atletismo es una de las muchas opciones. De todas formas, lo que hay que evitar es que sea una de las peores opciones.
El problema no está en la falta de niños. Claro está que no vendría mal que fueran más los que cada tarde pisaran las pistas entrenando. De todas formas, si eso pasara habría varios problemas. Uno de ellos, que las pistas se abarrotarían. De hecho, ya hay días en los que el Velódromo y el Miniestadio de Anoeta están repleto, siendo incluso peligroso entrenar. Este año, estoy alucinando con la cantidad de niños que estoy viendo. Y habría otro problema, quizás, más grave: la falta de entrenadores capacitados para llevar de una forma correcta grupos de entrenamiento (más adelante trataré este tema).
Lejos de echar la culpa a la ausencia de cantera (no es el motivo principal de la decadencia del atletismo, o al menos eso creo), me gustaría señalar que el mayor problema es la falta de continuidad. Niños, muchos; federados, pocos. Dar el salto cuesta. Llega una edad (en torno a los 15 años) en la que los niños desaparecen cual setas en el monte. En alevines, muchos; de juvenil, nadie. Así es. Y eso es un problema que hay que tratar de erradicar. Con los datos de participación en crosses que ofreceré durante las próximas semanas se ve perfectamente. Es un problema de Gipuzkoa en particular y de España en general.
Conclusiones de esta primera reflexión:
– Niños muchos; atletas federados pocos.
– El nivel en cuanto a cantidad del atletismo guipuzcoano ha caído. A pesar de contar con grandes atletas, cada vez hay menos.
– Esta es evidente: hay que buscar soluciones.
Próximamente publicaré la continuación a este post.