Por desgracia o fortuna (depende del momento y también del resultado), tendemos a idolatrar a los deportistas. Incluso les asignamos un rol ‘divino’ con el que tienen que convivir, bajando a la tierra cuando su rendimiento deja de ser el esperado según nuestras caprichosas exigencias. Sin embargo, los atletas también tienen otro lado: el humano. Un aspecto a veces desconocido por el público deportivo y que por muy humano que sea, lo cierto es que les hace todavía más divinos.
Con este post pretendo mostrar el lado humano del atleta Bruno Hortelano. El velocista llegó a Gijón el sábado tras correr el viernes en Londres a las 23.00 horas su primer 200 tras proclamarse campeón continental. Corrió, batió el récord de España y cogió un vuelo a las 5 de la mañana. El domingo tenía que disputar el Campeonato de España. Calentó, sintio molestias en el isquio y los médicos le recomendaron no correr para llegar al máximo a los Juegos Olímpicos. Hizo caso.
Se acercó a los periodistas que estábamos en el Estadio de Las Mestas y nos explicó los motivos por los que se había visto obligado a renunciar. También comentó que no era nada grave, que con unos días de reposo sería suficiente para que la pierna volviera a la normalidad, y que en Río hará el 200 seguro y que tiene que tomar una decisión sobre el 100. Pero, sobre todo, Hortelano se disculpó por no correr. E hizo lo mismo a la tarde, micrófono en mano y con el Estadio repleto de público. Por supuesto, se ganó una tremenda ovación.
Tras pedir perdón al público, Hortelano pasó unos minutos en pista. Cuando se marchaba, varios niños y niñas que se encontraban cerca de la zona de prensa con una libreta en la mano comenzaron a pedirle autógrafos. No podían acercarse a él, ya que el acceso a la zona mix, por la que él pasaba, es limitado. Me percaté de la situación, cogí las libretas de los chavales y se las llevé a Bruno. Cuando le expliqué de qué se trataba, el esprínter no solo cogió las libretas gustosamente, sino que me preguntó la edad aproximada de los jóvenes. Cogió el boli y más allá de plasmar sobre las páginas de las libretas su firma, Hortelano se tomó un tiempo para dedicarles una frase que seguro que a los chavales les hizo muchísima ilusión: “No dejes de soñar”.
Además, me dijo por dónde iba a salir en unos minutos para que los niños y niñas pudieran ir donde él. La ilusión que les hizo a los jóvenes cuando se lo dije fue enorme. Este chaval lo tiene todo para triunfar. Divino sobre el tartán; humano fuera de él.
El velocista ha pasado del anonimato (del conocimiento solo en el mundo atlético) al estrellato en pocos días. De no saberse nada de él… a descubrir hasta los gustos de su simpática abuela (quien, por cierto, verá a su nieto en Río). De mencionarse en contadas ocasiones en los medios de comunicación… a abrir informativos y ser portada de los diarios de mayor tirada. De ser un atleta más… a ser comparado incluso con Usain Bolt (“Boltelano” o “nuestro Bolt” son solo algunas de las frases empleadas). Pero lejos de venirse abajo, de sentirse abrumado por ser el foco de atención, Hortelano ha sabido convivir con el éxito. Con la humildad e inteligencia que le caracteriza (qué importante es esto), el esprínter nacido en Australia, por el trabajo de sus padres españoles, y criado en América (Ramón Cid siempre dice que la ambición que le ha dado competir contra atletas de gran nivel desde pequeñito es su mayor fortaleza) se ha venido arriba.
Tras su récord de España de 100 en Moratalaz, su gran triunfo en el 200 del Campeonato de Europa de Ámsterdam y tras atender diariamente a los medios, el cansancio (también mental) podía haberle afectado. Pero el viernes demostró en la Diamond League de Londres, donde corría por primera vez ante el ser al que todos le comparan (esperemos que conscientes de que hay que salvar las distancias entre Hortelano y Bolt), que está como nunca, que puede con todo y que sí que está hecho para triunfar. Con 20.18, destrozó por dos décimas el récord de España de 200 que él mismo tenía desde las semis del Europeo (antes, ya lo había batido en 2013). Y con viento en contra, quedando cuarto en una carrera de atletas de primer nivel mundial, ganando al francés Lemaitre, entre otros, y llegando a solo tres décimas de Bolt.
Pero por lo descrito en este post, queda claro que Bruno Hortelano, además de un fenómeno que va más allá de lo deportivo, es humano.