Un Campeonato de Europa de Atletismo es un acontecimiento en el que te puedes encontrar con grandes historias. Aventuras de gente que vive de una forma completamente diferente a la que conocemos, y más si se trata de un Europeo de Veteranos. Deportistas desde los 35 años hasta los 95 se han reunido durante prácticamente una semana en San Sebastián. Más de 3.000 atletas con muchísimas historias que contar… ¡Y ha sido un privilegio el haber podido narrar alguna de ellas!

Con más de 90 años las personas te pueden demostrar que todo es posible, que no te puedes rendir… E incluso que puedes continuar haciendo planes de futuro. Podría contar una a una las historias vividas, las enriquecedoras charlas que he tenido con varios atletas durante esta semana; podría hablar de ese italiano que cantaba en cámara de llamadas minutos antes de competir con una voz realmente asombrosa, de ese alemán que en las gafas llevaba la banderita alemana… ¡Son miles de historias!

Durante estos seis días que ha durado el campeonato, he podido hablar con un médico alemán, con un saltador de altura, también alemán, fiel a sus ideales, con dos  atletas mayores de 90 años tras acabar un 200… Pero quizás con los que más haya aprendido sean los que más cerca tengo:  Antxon Basurko, un histórico del atletismo aquí en Gipuzkoa que me enseñó mucho (y seguro que me seguirá enseñando); Armando Roca, un “catalán-tolosarra” digno de ser apreciado; y una histórica atleta catalana, Loles Vives, con la que pude charlar de atletismo, y con la que de veras, me lo pasé como un enano. ¡No tengo palabras para describirlo!

Todas estas historias quedarán en mi memoria, y cuando la nostalgia “asome su cabecita”, será el momento para plasmarlas en este blog.

Ya lo he dicho unas cuantas veces… ¡Y cada vez estoy más convencido! Hace unos meses me hacía ilusión ver mi nombre escrito en un artículo del periódico; ahora, en cambio, he comprobado que me llena más, mucho más, ser yo la persona que narre las fantásticas historias de los demás. Jamás imaginé un debut en prensa escrita en el que pudiera combinar mis dos grandes pasiones: el atletismo y escribir. También he tenido momentos de agobio; nadie dijo que esto fuera fácil. Pero que ha merecido la pena está claro.

El deporte te hace vivir momentos malos, no hay duda. Pero cuando ves todo lo bueno que tiene, solamente puedes decir una cosa: ¡MERECE LA PENA! Gracias a los protagonistas de los reportajes que tanto han facilitado el trabajo, gracias a los que  me animaron a seguir escribiendo y siempre confiaron, a los que me han dado esta oportunidad, y gracias sobre todo, a los que me ayudaron a continuar amando el deporte incluso cuando no parecía tener sentido.