La presencia del atletismo en los medios de comunicación cae y cae sin freno. Ya no es que ocupe un segundo plano, sino que ha quedado olvidado el deporte como tal y solo las estrellas (tipo Usain Bolt) tienen la virtud de hacer noticia prácticamente cada uno de sus pasos. Pero Bolt es jamaicano; no español. Y si algo ha faltado durante los últimos años en España es un atleta capaz de llamar la atención de aquellos que no siguen el día a día de este gran deporte; atletas capaces de tocar la puerta de esos curiosos que no se atreven a abrirla, pero que entrarían en caso de que alguien les facilitara el acceso.
Tal vez desde la aparición estelar de Yago Lamela nadie lo ha conseguido. Ni Ruth Beitia, a pesar de no cansarse de sumar medallas en campeonatos internacionales, ha sido capaz de mantener la curiosidad del aficionado al deporte en general. Despertarlo sí lo ha hecho, pero solo ha sido en momentos puntuales… Y así no se fideliza. Ella, por supuesto, no tiene la culpa. Tampoco el marchador Miguel Ángel López, que lo ha ganado prácticamente todo, aunque poca gente lo sepa…
Urgía y tal vez haya llegado lo que era necesario para el atletismo español. Hablo de Bruno Hortelano; escribo sobre un bólido que a sus 24 años ya ha reventado los récords de España de 100, 200 y 4×100. Y lo mejor de todo: puede ser la salvación de una imagen del atletismo español que poco a poco ha ido deteriorándose. Mientras los constantes (y a veces repetidos) casos de dopaje golpean con dureza casi día tras día al atletismo, cuesta que las jóvenes estrellas se dejen notar. Hortelano lo tiene todo para triunfar, para llamar la atención de los curiosos, empezando por una historia personal llamativa y finalizando en que puede convertirse en uno de los pocos atletas blancos que baje de los 10 segundos en el hectómetro. Y, como he dicho antes, lo tiene todo para ser él quien llame a la puerta de los indecisos. Sin duda, esa mística que siempre ha tenido el 100, la prueba en la que ya ha hecho historia, ayuda.
Ayer en el Meeting de Madrid destrozó con 10.06 el récord de España de los 100 metros. Lo hizo en la final, aunque una hora antes, en la primera semifinal, ya lo había logrado con 10.08 y un correr fluido y asombroso. Del mismo modo que Yago Lamela se ganó el corazón de la gente con sus largos vuelos, constantes sobre los 8 metros e incluso más allá de los 8,50, Hortelano puede hacerlo bajando de los 10 segundos. ¡Un blanco por debajo de los 10 segundos! Eso fue lo que logró hace pocos años el francés Lemaitre. Y ahora un español está en condiciones de conseguirlo también.
Que lo puede lograr parece una realidad vista la exhibición de ayer. Puede sacar medalla en el Europeo que se celebra en dos semanas en Ámsterdam. Ahora mismo, de hecho, es el tercer europeo más rápido, el primero de raza blanca. Y lo mejor de todo: es un hombre que también reventará su propia plusmarca de los 200 metros, su distancia, cuando se lo proponga y las condiciones sean las idóneas. Este año ya ha corrido en 20.48, a solo una centésima de su récord, pero visto lo de ayer, debería rondar los 20.20 segundos.
En definitiva, necesitábamos a Bruno Hortelano. Está llamado a triunfar, a ser la imagen del atletismo español, a ser el ‘hombre-carisma’, a romper barreras… Se hablará de él, a fin de cuentas, y eso es lo que hacía falta. Ahora toca descubrir dónde está el límite de este prodigio. Ojalá no me equivoque.