Con la boca abierta. Así me quedé cuando vi el anuncio de Desigual para el Día de la Madre. Y lo mismo ha pasado con todas y cada una de las personas a las que se lo he enseñado. Los miro para ver su reacción, y de golpe, cuando se percatan de lo que está ocurriendo, sus ojos y su boca se abren de par en par. No creo que haya otra reacción posible.
No estoy familiarizada con los entresijos de la publicidad, pero como televidente, o como público potencial de la marca de ropa, no comprendo el por qué de una campaña como esta. Siempre he tenido la idea de que Desigual se dirigía principalmente a gente joven. Por ese colorido que es su seña de identidad, diría que su público no es de los que quiere pasar desapercibido. Tampoco le importa pagar algo más para tener una prenda ‘especial’, ‘diferente’, ‘única’, frente al uniforme que nos venden las marcas low cost. Quien me conoce sabe que lo de tanto colorín no va conmigo, y nunca he comprado nada de la marca catalana. Pero me atrevería a decir que es muy popular entre las mujeres jóvenes con ideas progresistas.
Así que no consigo explicarme semejante alarde de misoginia, de machismo rancio. Una vez más, se vende el mito de la mujer cuyo objetivo único es el de ‘cazar’ a un hombre, y que utiliza para ello las tácticas más deleznables. Para quien no haya tenido la oportunidad de ver el anuncio, nos muestra a una chica de buen ver probándose un vestido frente al espejo de su habitación. Mientras baila al ritmo de la música, se mete un cojín en el vestido como si estuviera embarazada, y se acaricia la tripa con cara de felicidad. Acto seguido se hace con una aguja con la que juega con sonrisa pícara, y con ella agujerea unos cuantos preservativos que luego meterá en su bolso. Sale de la habitación feliz y contenta para encontrarse, creemos, con su cita romántica. Dice Desigual, con un par de narices, que el anuncio es un “grito a la liberación personal y al derecho a perseguir los sueños”. (Ver anuncio)
Es a todas luces lamentable la generalización que hace cierto sector de la sociedad a partir de casos aislados, como por ejemplo con la violencia machista cuando se alude a los ínfimos casos de denuncias falsas para no afrontar el problema real (estas generalizaciones proceden, por supuesto, de la idea de la ‘mala mujer’). Pero más detestable es, si cabe, que la campaña salga en un momento en el que estamos viendo cómo nuestros derechos se ven vulnerados con la nueva ley del aborto, con el lema –nada inocente- de “Tú decides”. Ahora resulta que si no queremos que se nos trate como a seres infantiles y vulnerables, como pretende el Gobierno, tenemos que convertirnos en unas brujas sin escrúpulos para conseguir lo que nos pertenece.
Creo que no es suficiente con pedir disculpas públicas. Cosas como estas no deberían quedar como meras anécdotas desafortunadas. Es el momento de boicotear a la marca. Si creemos en nuestros derechos y nuestras libertades, si apostamos por una sociedad respetuosa y con valores, no podemos apoyar de ninguna manera a quienes creen que todo vale con tal de vender una camiseta. Y si es un chiste, no tiene gracia.