Cuando estás buscando trabajo, los lunes pueden ser terroríficos. Peor que cualquier otro día de la semana. No es verdad que para las personas paradas todos los días sean iguales. O al menos no lo es en mi caso. El fin de semana es, igual que para la gente que trabaja, el momento más esperado. Porque puedes encontrarte con los tuyos, compartir actividades y sentirte una más. Puedes incluso engañarte pensando que necesitas descansar para una semana que vendrá ‘movidita’. Y el domingo te vas a la cama feliz por todo lo que has hecho y con la esperanza de que a la mañana siguiente saldrá el sol.
Y sí que sale. En Palo Alto siempre sale el sol. Pero de repente caes en la cuenta de que estás sola y no te están esperando en ningún lugar. Y pueden suceder dos cosas: hay lunes en los que te muestras entusiasta, te esfuerzas por conseguir tus objetivos, y no cejas en el empeño. Eso también es, de alguna manera, tener un trabajo. Pero otras veces se te cae el mundo encima y puedes pasarte horas enteras mirando a la pared, ordenando algún cajón o viendo series de Netflix de manera compulsiva –como Mia Farrow en La rosa púrpura del Cairo-. No puedes evitar imaginar al resto de tus amigos (a los que, afortunadamente, están empleados) sufriendo por llevar a cabo distintos proyectos, deseando que llegue la hora de comer para descansar un rato, soñando con el momento en el que podrán salir de la oficina para aprovechar las últimas horas de un día soleado. Y tú quieres lo mismo. A veces, matarías por tener lo mismo.
Si soy sincera, nunca pensé que me encontraría en una situación similar. Sobre todo en una ciudad en la que el sueldo medio ronda los 84.000 dólares al año (un 35% más que en el resto del país). Con que me dieran tres cuartas partes de su trabajo (y de su sueldo) ya me harían una mujer feliz. Mientras tanto, escribir en este blog, dar clases de español, inventar proyectos e ir al gimnasio (gratuito) me salvan estas jornadas terribles. Quizá debería añadirlo a mi currículum para el futuro: además de periodista y master en estudios de género, soy culturista y escribo en cuadernos de colores. Eso es lo que gusta por aquí. Que seas innovador y creativo.