Hace unos pocos meses recibí una curiosa propuesta para participar en un libro colectivo. Y digo curiosa porque, conociéndome, tomarme como aficionada a la Real Sociedad -o al fútbol en general- serían palabras mayores. Pero desde un primer momento se me liberó de toda carga diciéndome que no se trataba de escribir sobre mis numerosas tardes en Atocha en mis años mozos, o sobre la alineación del equipo en el año 87; era, más bien, una invitación a relatar la parte que ha jugado el equipo en mi vida como donostiarra. Y creo que de eso todos podríamos decir algo. Además, nunca me hubiera podido negar a poner mi granito de arena sabiendo que compartiría espacio con ejemplos de la profesión como Iñaki Gabilondo o Enric González. Un autentico lujo. Sin dilación, me puse manos a la obra y en un suspiro salió un relato corto, más bien una reflexión, que espero que contribuya, al menos un poco, a dar la perspectiva de nuestro equipo local como nexo de unión en una sociedad más acostumbrada a poner el acento en sus diferencias.
Acabo de recibir el libro en casa -los autores se han preocupado muy mucho de su distribución, incluso entregando los ejemplares personalmente en algunos casos-, y estoy muy satisfecha. Pero no de mi nimia contribución, sino del buen resultado del trabajo en equipo. Beti, beti, maite. Memorias de la Real nació como una ocurrencia de dos chavales donostiarras con ‘sede’ en Madrid -y digo chavales porque son de mi quinta, pero en realidad son ya hombres hechos y derechos-. ¿Quién habría dicho que, meses después, estaría en las librerías y sería uno de los libros más vendidos de estas navidades? Y todo esto se ha conseguido sobre todo con el esfuerzo de Beñat Sanz y Xabier Rodríguez, que decidieron que su idea no quedase en una mera anécdota, pero también ha sido fruto de la implicación de tantas y tantas personas de manera desinteresada que, como yo, tenían la convicción de que este era un proyecto nacido de la ilusión. ¿Y qué decir de toda esa gente que ha ayudado económicamente, con cantidades pequeñas o medias de dinero, para poder imprimir el mayor número de ejemplares? Son estas hazañas -porque en un momento como este, la publicación de Beti, beti, maite puede considerarse toda una hazaña- las que me hacen creer en la gente. Y veo que no estamos dormidos, que seguimos teniendo ganas de crear, de mejorar, de ayudar… Espero que esta sea sólo la primera de tantas iniciativas que demuestren que juntos, podemos. Zorionak!