Haneke ha vuelto a dejarme con el estómago en un puño. Y esta vez con una historia que me toca de cerca, como a casi todos. Esa forma de relatar la vida, en carne viva y sin anestesia, no deja indiferente. El título de la película no puede ser más adecuado. Es el amor con mayúsculas, el que todos deseamos dar y recibir.
La vejez sigue siendo un tema tabú, y más cuando implica la pérdida de las capacidades. Nada me asusta más -igual que le ocure a Anne- que dejar de poder valerme por mí misma y ver cómo me voy consumiendo sin ser capaz de hacer nada por remediarlo. No hay freno. Es ley de vida. Pero el amor es tener a alguien que esté dispuesto a acompañarnos en ese oscuro viaje. Porque ser un verdadero compañero no es nada fácil; la tristeza se confunde con la frustración, la rabia, incluso la vergüenza.
No soporto el cine pretencioso que hace pausas interminables para crear atmósferas poéticas. Me aburre soberanamente y la mayoría de las veces lo entiendo como una tomadura de pelo. Pero los silencios de Haneke son los silencios de la vida cotidana, siempre reales. Y parecen estar ahí también para dejarnos el tiempo de reflexionar sobre lo que estamos viendo, sobre lo que nos golpea. Porque el director austriaco nos permite entrar en los espacios más privados y vernos a nosotros mismos reflejados en la pantalla.
Las risas en el cine me hacen pensar en una forma diferente de afrontar las cosas por aquí (no quisiera creer que es pura incomprensión). Efectivamente, el modelo de cuidado de las personas mayores y/o con discapacidad en los Estados Unidos es pincipalmente formal, mientras que en el nuestro -el denominado modelo ‘mediterráneo’-, es principalmente en la familia (cuidadores informales) en quien recae la mayor parte de la responsabilidad del cuidado, igual que ocurre en Amour.
Recuerdo esas viñetas de Kim Casali en los 70 que rezaban: “Amor es…”. Pues bien, amor es cuidar de esa persona como nosotros querríamos que nos cuidaran, amor es tratar de hacerla sonreir, amor es respetarla por lo que es y por lo que ha sido, amor es comprenderla, amor es saber entender cuándo nos pide ayuda.
Al principio de la película, Anne le dice a Georges que no quiere que él tenga que pasar por el sufrimiento de tener que cuidarla hasta el final. Él le responde: “¿Y qué harías tú si estuviéramos en la situación opuesta?” ¿Y bien? ¿Qué harías tú? Eso es Amour.