Jamie Cullum y yo (o la historia de un amor imposible) | Ladelponcho Verde´s… Daily Tales >

Blogs

Ane Arruabarrena

Ladelponcho Verde´s… Daily Tales

Jamie Cullum y yo (o la historia de un amor imposible)

Nos conocimos hará ya seis años, cuando estaba yo trabajando en el Jazzaldia y él vino a dar un concierto en la plaza de la Trinidad. Y digo nos conocimos porque nos presentaron y me dio la mano, pero sería más justo decir que lo conocí. Él solo dio la mano a una de las miles de personas a las que se la estrecha cada año. Ya entonces soñaba con el momento en el que nos veríamos: él me miraría a los ojos, sorpresa, rubor… y saltarían chispas. De ahí a irme a vivir con él a Londres había solo un paso. Pero no ocurrió. Intuí que nuestra historia de amor sería más complicada de lo que había imaginado. No pude ver su concierto. Gajes del oficio. Llegué corriendo de la actuación en la que tenía que trabajar, en el Victoria Eugenia, abriéndome paso entre la muchedumbre, con música de fondo (en mi cabeza) de final de película romántica de Hollywood, de cuando el protagonista se da cuenta por fin de que ella es la mujer de su vida y empieza a correr para alcanzarla antes de que ella tome el vuelo que sale en menos de veinte minutos, y suena un trueno y en un instante se pone a llover a mares (esto último probablemente fuera verdad, dado que estábamos en nuestra querida Donosti). Escuché un estruendo de aplausos al llegar a la plaza (y, obviamente, no eran por mí).

–       ¿Faltan los bises?

–       No, acaba de terminar.

Pues vale.

Pasó un año hasta que mis amigas me invitaron a otro concierto suyo como regalo de cumpleaños. Esta vez en el Palacio Kursaal. Llegué nerviosa. ¿Se acordaría de mí? ¿Me notaría mayor? ¿Le gustaría el modelo que me había puesto para la ocasión?  Estaba lleno hasta los topes. Y, como siempre hace, en un momento del concierto animó a todo el público a levantarse de sus asientos y acercarse a pie de escenario. Alcanzaba a verlo a duras penas entre tantas cabezas (su altura tampoco era de gran ayuda). Y sentí que ese era el momento. Que nuestras miradas se cruzarían y, esta vez sí, el mundo se detendría a nuestro alrededor. Y entonces ya de verdad, me iría a Londres a vivir con él y su piano. No estaba segura de si funcionaría, por la dificultad de vivir con un artista, con su ego y sus comeduras de tarro, por el inglés (que entonces lo tenía bastante oxidado),… Pero tenía claro que quería arriesgarme. Y si la cosa iba mal, Londres estaba a pocas horas de avión. Mejor lanzarse a arrepentirse por no haberlo intentado.

Pero tampoco pasó. Y mientras yo vivía soñando con su música en mis cascos, él empezaba una relación con la modelo Sophie Dhal (la nieta del escritor Roald Dhal) y estaban esperando su primer hijo. No todo estaba perdido, pero casi.

El Científico me sorprendió estas navidades con entradas para su concierto en San Francisco dentro de su gira americana. Otro tiempo, otro contexto, otro continente, la misma emoción. Estaba igual que siempre. Es lo bueno de parecer un eterno adolescente, aunque ya haya cumplido 35 años. Me preocupé por si notaría que yo sí había cambiado, que los años no pasan en balde para el resto de la humanidad.

El concierto fue igual que el anterior. No en el repertorio, pero sí en la diversión, el buen hacer, la locura y el desparpajo del mejor showman que hay actualmente en el jazz-pop. Una montaña rusa de emociones que terminó, igual que aquél día en el Kursaal, con una sobrecogedora interpretación de Gran Torino. Volvió a pedirnos que nos acercásemos a pie de escenario, pero esta vez yo no me moví de mi asiento. Bailé, canté, di palmas y disfruté como una niña. Pero ya no sentí la necesidad de que nuestras miradas se cruzaran y saltasen chispas.

Dijo Jamie que ya tiene dos hijos con su mujer. Yo miré al asiento de al lado y vi al Científico, con una expresión de felicidad y satisfacción en el rostro por el buen regalo que me había hecho. Le di un largo beso. La vida sigue, también la mía, y creo que nuestro momento ha pasado. Fue un amor imposible y ahora ya solo queda un bonito recuerdo. Hasta el próximo concierto.

Temas

Historias, ideas, curiosidades y reflexiones de una donostiarra en la Bahía de San Francisco

Sobre el autor


abril 2015
MTWTFSS
  12345
6789101112
13141516171819
20212223242526
27282930