Un mundo entero separa la situación de la selección española del principio de esta semana hasta hoy. Atrás queda toda la basura conspiratoria que salió a la luz de soslayo en forma de rumores cuando el estado de tranquilamente nervioso alcanzaba sus cotas de máxima esquizofrenia. Palabras como autogestión u órdago al entrenador por parte de la plantilla caían como duras losas que ponían en duda la competitividad de este grupo. Incluso he leído que éste era el anuncio del fin de esta generación irrepetible. Pocos días después, miras atrás anonadado.
Ahora todo va bien. Optimismo al máximo. Y es que España, de repente, está jugando muy bien. La diferencia es abismal en cuanto a juego, confianza… pero especialmente en la actitud. El cambio de imagen y de sensaciones parten de la actitud de este equipo. Faltaba ese instinto asesino de otras citas y en los últimos tres partidos ha vuelto a la mirada de los jugadores españoles. Precisamente, ha llegado desde el momento en el que la situación era mata o muere, gana o márchate para casa.
Primero fue Lituania, un equipo que era un cadáver andante, después una Polonia a la que se puede considerar claramente inferior -y con un Ignerski que se ocupó de mostrar su otra cara a los los optimistas que pensaran que sería capaz de jugar a ese ‘nivelazo’ durate toda la temporada-. Pero Francia ya eran palabras mayores. El único equipo invicto hasta la fecha en el torneo, el mejor hasta el momento. Y que además contaba con el máximo anotador del torneo, la superestrella de los Spurs Tony Parker.
Los que sólo ven jugar a Parker en torneos internacionales suelen decir que no es para tanto. Pero en realidad es para más, junto a Wade, Lebron y Ginobili, el mejor penetrador a canasta del mundo. Parker es un base en mayúsculas y el primer responsable de que Francia llegara con galones a los cuartos de final.
Pero el coco era España. Nadie la quería en cuartos. Grecia se pudo dejar ganar -o, cuando menos, llevar- para no vérselas con los españoles en el cruce. No es para menos, frente a Lituania y Polonia los españoles pusieron a temblar a todos sus posibles rivales y, visto lo visto, con razón.
Si los de Scariolo venían mejorando, en los cuartos de final lo han dicho a voz en grito… ¡Estamos aquí! En este cruce Francia ha sido un juguete en manos de España. Desde la primera posesión la selección española ha ahogado los organos vitales franceses -cuando hasta Navarro aprieta las líneas de pase…-. Puede parece que un equipo tan físico como Francia se podía ver beneficiada de un alto ritmo de juego; pero nada de eso. Si el ritmo era rápido el partido se ponía de cara para España. Los franceses eran el equipo que menos puntos había encajado en el Eurobasket, una media de poco más de 60… España les endosó 86.
La primera clave fue la defensa sobre Parker. De Ricky, sí; pero del equipo en general. El sistema de ayudas sobre el base le ha dejado sin respiración. Ricky podía apretar, ser agresivo, tocar balones al bote del francés, agobiarle. Y lo hizo magistralmente, con ese descaro que tanta falta le hacía. Pero lo hizo con la seguridad de tener siempre un jugador esperando para ayudar. Esperando, no saltando a la ayuda. Ahí es donde Parker te mata. Pero la idea en la defensa fue más que acertada. El base de los Spurs estuvo incómodo, defendiéndose mientras atacaba, con porcentajes paupérrimos y sin poder dirigir ni marcar el ritmo del partido en ningún momento.
Con la defensa como el principio de todo, a España le volvieron a crecer las alas. En los primeros ataques la percepción era que se estaba abusando del tiro exterior, que las posesiones eran rápidas y no se buscaba a Pau en el interior. Todo ello tenía un propósito: aumentar el ritmo. Con la intesidad defensiva se estaban recuperando balones y a Ricky le encanta correr. Y a Rudy y a Navarro, tirar. Se puede argumentar que nos entraron los tiros de primeras; pero al que le entraron fue a Rudy, que conectó 3/4 triples, Navarro estaba en 1/4, pero además a Rubio le entró alguno y los franceses se vieron obligados a abrirse.
Entonces apareció Pau Gasol. La zona, para él solito. Y los movimientos con los que nos deleitó eran para quedarse con la boca abierta y cara de asombro. Los postes franceses simplemente no podían defenderle. 28 puntos con 11/13 en tiros de campo y 6/8 tiros libres. 35 de valoración firmó el angelito…
Pau, Ricky, Rudy, Navarro, Felipe, Marc… sí, todo el mundo pudo brillar; pero yo quiero destacar dos detalles. Primero, el trabajo de Raúl López. Lo que hizo el base de Vic ni se notó, pasó de puntillas por el patido; pero coloboró definitivamente en reforzar el tono defensivo y en mantener el tempo de partido controlado. Quizá no se vea en los números, pero a mí me encantó su aportación. Y segundo, gran gesto de Claver de no atacar el aro en los últimos segundos; recién ingresado en pista el chaval puede pensar “ésta es la mía” y cerrar el partido con un mate. Pero ya no había defensa y ahorrarnos un gesto de humillación al rival no está nada mal. La actitud de este chico es digna de aplauso.
Y ahora a por las medallas. Vamos a esperar un día más para hablar de oro, por ahora luchamos por los metales, que no está nada mal echando la mirada atrás solamente un par de días. A Serbia da gusto verla jugar al baloncesto y huele a finalista que apesta… Y para España llegará Grecia o Turquía, yo prefiero a los otomanos, dos veces no nos van a ganar. Pero, sinceramente, jugando como ha jugado España los cuartos de final, qué más da con quién nos enfrentemos.
Lo mejor de todo esto es que España, desde el salto inicial frente a Francia, nos ha devuelto esa emoción, nos ha transpotado otra vez a ése lugar, allí donde solíamos gritar.