Aún estamos en plena pretemporada. Pero la defensa del GBC es un problema. No ahora, ya lo fue la pasada temporada y este año puede llevar camino de pasar lo mismo. Creo que merece la pena detenerse y echarle un vistazo. Especialmente porque imponer un estilo donde prime un alto ritmo exige defender mucho y bien.
¿Qué es lo primero que hace falta para poder correr en ataque? El balón. Y el balón lo obtienes, en disposición de poder hacer daño rápidamente a tu rival, a base de recuperaciones y de rebotes. Si te meten muchas canastas difícilmente vas a pillar a la defensa rival descolocada.
El Lagun Aro, con su política de confección de plantilla ha potenciado el apartado físico, presumiblemente para mejorar en dos aspectos del juego: Defensa y transición. No me imagino un equipo con Sergio Sánchez, Ricardo Uriz y Rai López buscando constantemente posesiones largas. Queremos correr. Con este tipo de bases, con aleros atléticos y anotadores, con interiores polivalentes y no muy pesados… tenemos que correr. Y para correr hay que defender.
Atendiendo a datos objetivos, la pasada temporada el GBC fue el equipo de la ACB que más canastas de dos permitió a sus rivales (730). Además fue, tras Valencia, el equipo que más faltas cometió (726). A cambio, fue el conjunto que menos triples encajó de toda la categoría. Esto es así porque Laso busca un perímetro agresivo, el base agobia y se pide a los aleros que presionen mucho en las líneas de pase. Existe intensidad sobre el balón y en los bloqueos directos. Triples no nos meten, no. Pero de dos se forran…
Laso fomenta la responsabilidad en 1×1, donde la pasada campaña el equipo fue un auténtico desastre y en cuanto un oponente desbordaba a su par, la defensa estaba vendida. El GBC fue el tercer equipo que menos tapones colocó en toda la temporada (67) y el cuarto que más tiros libres recibió en su canasta (538). Y es que las ayudas brillaron por su ausencia y si tienes que pedir que los veloces y atléticos Marconato y Doblas jueguen el papel de stopper en plan Fran Vázquez, cuando muchas veces no estaban siquiera debajo de la canasta, sucede que no colocas ni un tapón, te meten muchas bandejas, haces muchas faltas y la mayoría son de tiro.
En esta defensa, tal y como está concebida, hay un agujero enorme. Y no nos engañemos, estos datos los rivales del GBC los conocen y saben bien dónde hacer daño.
Y si además quieres correr, ser el equipo que más faltas hace -y la mayoría con peaje en la línea de tiros libres- no te va a ayudar. ¿Qué pasó ante el Baskonia? Que ‘Saneme’ se hinchó a penetrar y se fue a los 24 puntos, que nuestros pivots, sin ayudas, no pueden parar a un tipo tan talentoso al poste como Tiago Splitter y que si no defiendes te quedas en 60 puntillos porque ni de lejos has llevado el partido a muchas posesiones.
Los pecados de la defensa de Gipuzkoa Basket de la pasada temporada ya están de relieve y esto ni siquiera ha comenzado a rodar. Se han ido Popovic y su nula lateralidad, Isaac y su desventaja física, pero también Andrade, el mejor y más polivante defensor que teníamos. Se queda Sergio Sánchez y mucho que demostrar en ese aspecto y llegan hombres como Babour, Detrick, Ignerski… ¿Y ahora qué?
Se que hay mucho que ajustar, se que todavía hay que conjuntarse. Pero mucho cuidado. El año pasado la excusa era que nos destrozaban en uno contra uno porque en la ACB hay jugadores físicamente superiores y el equipo adolecía de esa virtud. Ese pretexto ya no va a valer. Y en la defensa hay un agujero. Si este año volvemos a ser el equipo que más canastas de dos recibe y además, el quinto que mayor portentaje de tiro permite a sus rivales (53,8%) difícilmente vamos a rebotear, difícilmente vamos a imponer el tempo del partido y difícilmente vamos a correr si más de la mitad de veces que nos tiran a canasta, meten.
Es obvio que la idea de la agresividad en la defensa del perímetro sigue vigente. Y tiene sus ventajas, recuperas balones y evitas encajar triples. Pero si eso supone exponer a tus interiores… ¿Cuantas veces hemos visto a un alero o a un base romper a su par, penetrar y tener todo el tiempo y el espacio del mundo para decidir si anotar o asistir al pívot que se queda solo? Y mientras, Doblas ‘en bragas’, haciendo su característica ‘finta de ayuda’, ¿qué iba a hacer? Si estaba vendido… Y claro, luego es que Doblas hace demasiadas faltas (ojo, que en eso él también tiene su responsabilidad).
Una segunda ayuda ya sería utópica, no hay un sistema de ayudas definido, no las vemos, como para esperar una segunda…
Ahora entra a escena el trabajo de Pablo Laso. Los síntomas sugieren que hay una herida que cerrar, un agujero que tapar, serios problemas que corregir. El GBC la pasada temporada defendió mal. Y de la defensa va a depender buena parte del éxito o el fracaso de este equipo; va a ser decisiva en un eventual salto de calidad.
¿Es un problema de malos defensores o de un planteamiento defensivo erróneo? La respuesta la encontraremos pronto sobre la pista.
No pretendo restar un ápice de ilusión ni criticar a la ligera. Pero mirar para otro lado sería muy peligroso. Hay que atender a una realidad que está ahí y es que si el equipo no mejora en defensa va a ser complicado jugar como queremos. Buscar el por qué de las cosas y no limitarse a la simpleza del esto es así y punto; una invitación a la reflexión, a la discusión, creo que es un vía de mejora. Tengamos un espíritu crítico con nuestro equipo, seamos exigentes, pero siempre de manera constructiva. Esto no es ningún desastre, pero tampoco somos perfectos. Busquemos nuestros defectos para corregirlos.