No está mal, de vez en cuando, tomarte un instante para sonreír; disfrutar el momento. Las caras de la gente ayer cuando salía del Donostia Arena reflejaban precisamente eso. No tengo ni idea qué tal les fue la semana a todas esas personas, pero se marchaban a casa con la sonrisa puesta, orgullosos de su equipo, permitiéndose un instante para disfrutar. El deporte a veces tiene esa capacidad. Y es algo que me encanta.
Esto no ha hecho más que empezar y tampoco podemos movernos en terrenos alejados de las sensaciones, las tierras de las certezas están todavía a muchos kilómetros. Pero la primera sensación que me viene es muy positiva: el GBC ha podido ganar los cuatro partidos. Lo se, no lo ha hecho, ha ganado dos, pero lo cierto es que estuvo en disposición de ganar todos y cada uno. El peor fue frente a Manresa y aun así, se pudo. Contra el Madrid faltó muy muy poco y las dos siguientes jornadas se ha confirmado la tendencia al alza.
Sin duda el partido ante Unicaja ha sido el más completo y serio de los cuatro. La defensa fue excelente por momentos; el ritmo, salvo en instantes puntuales, lo marcó el Lagun Aro y el ataque tuvo sentido y acierto. Todos ellos son buenos síntomas, pero el mejor, el que más me gustó, fue que el equipo olió la sangre y fue a la yugular. Eso antes no lo hacia. Perdonaba. Y si perdonas, de repente, te conviertes en la víctima.
Desde el salto inicial quedó claro qué equipo tenía más ganas de ganar. David Doblas fue la personificación de esa voluntad en los compases iniciales, luego se fue apagando (cuando no entrenas regularmente durante la semana, quieras que no, se nota) pero de paso contagió a unos compañeros que estaban completamente por la labor.
Se puede hablar de protagonismo colectivo, porque todos sumaron, todos aportaron de una manera u otra, pero hacía tiempo que no veía a Sergio Sánchez llevar un partido como lo hizo ante los malagueños. Buenas decisiones, que es precisamente lo que el equipo necesita de él. Y Miralles no ha hecho más que mejorar desde la primera jornada para firmar su primer partido realmente destacado después de comenzar a aparecer en Madrid y Sevilla.
Después, no podemos dejar de fijarnos en los dos referentes ofensivos del GBC en este partido, Barbour e Ignerski; sin embargo a ambos se les puede pedir en otros sentidos.
La tarea principal de Antwain Barbour es anotar y eso lo consiguió, lo hizo con buenos porcentajes y además nos regala acciones espectaculares que nunca sientan mal (¿pero qué muelles tiene este tipo?); no obstante, su juego tiene un punto negro que está dejando de ser anecdótico: pierde cantidad de balones. Que un jugador tan agresivo cara al aro pierda balones es presupuestable, el ejemplo perfecto lo encontramos en la NBA, cuyo jugador con más bolas perdidas por partido es Dwyane Wade, uno de los mejores penetradores a canasta del mundo si no el mejor. En otra dimensión, Barbour tambien tiene esa característica de buen penetrador y hay que entender que va a ser el que más balones pierda del equipo. Pero hay que limitar esa estadística. Antes de jugar ante Unicaja perdía más de tres por encuentro, ayer perdió cinco. Son demasiados. Por lo demás, bien, lo que hizo es lo que el equipo demanda de él.
Con Ignerski hay que estar contentos, sin florituras, selló un partido solvente, con buenos porcentajes de tiro, concentrado, participando… ¿Un pero? Me gustaría que cogiera más rebotes y así Barbour se podría ver algo más liberado en este aspecto. Pero vamos, que en este caso es una nimiedad, sobre todo cuando el Lagun Aro consiguió un dominio meridiano de esta faceta; 36 locales por sólo 24 visitantes y lo que es aún mejor, sólo 4 rebotes ofensivos de Unicaja. Aquí encontramos una de las claves del partido si la unimos a que la defensa del GBC provocó un porcentaje de triples pauperrimo en un equipo que tira 21 veces de tres.
Para que unos brillen, otros tienen que currar
Mientras Barbour e Ignerski se llevaron la atención por su protagonismo anotador, Sergio llevó bien al equipo y Miralles fue la necesaria referencia interior, no podemos obviar lo que aportaron otros dos jugadores, que, a mi jucio, fueron determinantes: Panko y Uriz.
El señor Andy Panko es la estrella de este equipo, así de claro. Es el sheriff. Y cuando llevas la estrella en el pecho y no tienes tiros y no te sientes protagonista de la película, muchos jugadores con vitola de estrella tienden a borrarse, a dejarse llevar. Panko realizó tres tiros de campo. Pero resulta que se dejó la piel, capturó 12 rebotes y se dedicó al trabajo de albañilería y fontanería cuando los focos alumbraban a otros. Eso era lo que el equipo necesitaba de él ayer y estuvo fantástico en ese trabajo, por lo que no queda más que decir que tenemos suerte de contar con un crack, un fuera de serie.
Y si con Panko me quito el sombrero, con Ricardo Uriz me dan ganas de saludarlo con una reverencia. No se si todo el mundo es consciente de lo difícil que resulta mantener la motivación y concentración cuando no sabes si vas a jugar cinco minutos o veiente o igual ni sales al campo. Hace ya mucho tiempo que Uriz demostró que su compromiso para con el equipo y el club está fuera de toda duda, pero luego juega partidos como éste y te deja con la boca abierta.
Lo que hizo ayer Uriz da la razón a la frase “las estadísticas sólo son una manera más precisa de mentir”. En este caso tengo que estar de acuerdo; según los números, Uriz no aportó nada, cero de valoración… y resulta que jugó un partidazo. Hizo la vida imposible a los bases de Unicaja, nunca les dejó estar cómodos. Otro que antepuso la palabra nosotros a la palabra yo y eso deja de ser anecdótico en este equipo, lo que supone una de las mejores noticias que podíamos tener.
Si nos ponemos estupendos, la salida de presión no fue fluida y encajamos un parcial después del buen inicio que nos puso en tensión, pero tampoco vamos a pretender ser perfectos y la globalidad del partido da como resultado una nota muy alta. Tantos jugadores destacados, tantos involucrados en la causa, sinceramente, prefiero eso a que uno meta 30 puntos y el resto miren. Me gusta que acabe el partido y que lo que más me haya gustado sea el equipo y no un jugador en concreto.
Por tanto, las razones para sonreír e ilusionarnos no son pocas, pero el titular es bastante claro: Un instante para sonreír. Nada de echarnos a dormir, lo más importante de todo es seguir crenciendo, no dejar de hacerlo. Y ahora, a empezar a pensar en Murcia. Mirando el calendario de las cuatro primeras jornadas, un 2-2 no está nada mal, tampoco es una panacea como para volvernos locos; en estos momentos siempre es relevante la frase del señor Lobo en Pulp Fiction “Bueno, no nos comamos las…” (vaya, siempre se me olvida cómo acaba). Atendiendo a cómo está el equipo creo que hay que reconocer que éste es el buen camino.