Después de cinco partidos no hay muchas conclusiones a las que podamos llegar, pero a una sí: Este equipo tiene un carácter ganador del que la temporada pasada carecía. El partido de Murcia es el típico que antes siempre perdíamos y nos lamentabamos pensado que desperdiciábamos oportunidades propicias para estar un escalón por encima y mirar para arriba en lugar de para abajo.
No nos engañemos, no hemos conseguido nada; pero es obvio que la cosa va por buen camino, que sin hacer ruido nos hemos colocado 3-2, las mismas cifras que el Manresa -una de las ‘revelaciones’ de la temporada- y a una victoria de Fuenlabrada -del que nadie para de hablar-. Estamos en el ritmo del vagón de cabeza, lo que ya es mucho e invita a soñar con no sufrir en absoluto esta temporada -¿dónde hay que firmar?-.
Pero por encima de la victoria queda el aspecto del conjunto, que comienza a mostrar inequívocos síntomas de equipo ganador. Existe un líder moral, que da ejemplo y, de un modo u otro, nunca falla. Es Andy Panko, el sustento de este equipo, el tipo que le da empaque.
Tenemos anotadores, Barbour e Ignerski; tenemos un base que cada día está más confortable asumiendo un papel protagonista a pesar de no pasar de los 20 minutos de juego como es Sergio, y otro especialista en cambiar el ritmo del partido cuando no es el que interesa, Ricardo. Rai lleva un par de citas con menos protagonismo pero no es preocupante porque cuando sale siempre da el máximo y deja detalles. Es como Edgar San Epifanio, me gusta que en los pocos minutos que tiene comete muy pocos errores y siempre deja algo bueno.
Tenemos hasta postes que se complementan y a Hopkins le veo comodísimo saliendo del banquillo y luciéndose un rato, sacando el máximo partido a sus condiciones.
En Murcia todo fue según el guión que estableció el GBC. Con un primer cuarto de tanteo mutuo, en el que os de Laso aprovecharon para tomar antes el pulso al partido y marcar el ritmo, siempre con ventajas cortas, pero siempre por delante.
Fue en el segundo cuarto cuando se comenzó a decantar la balanza. A la segunda unidad le costó meterse en el partido y fue Panko quien sotuvo al equipo. Pero cuando los suplentes entraron en calor, 11-3 de parcial con Uriz marcando la pauta y la manija del partido en nuestro poder para no soltarla más. Antes del descanso Moncho Fernández -que siempre fue un paso por detrás de Laso en las decisiones- logró el primer desequilibrio a favor de su equipo colocando dos postes ‘pequeños’, a Moss y Powell juntos. Esta fórmula ofreció esperanza a los murcianos, que llegaron a empatar, pero el GBC se fue cuatro arriba al descanso y la sensación de solvencia que transmitía el Lagun Aro en ambos lados de la pista no dejaba lugar a la preocupación.
Y tanto que no… 11-2 para empezar la segunda mitad y para adquirir una ventaja que rondara los 10 puntos. Todos los que vieron el partido seguro destacarían los 11 puntos de Barbour en este cuarto. A mí lo que me llama la atención poderosamente fue que el escolta dejó que el partido le llegara, no tuvo prisa en lucirse, no se aceleró cuando observó que no estaba siendo protagonista. Su momento llegó y él fue la clave de la victoria junto a una defensa que empieza a ganarse el apelativo de sólida. Jamás atacó cómodo el Murcia y aunque en la primera mitad regalamos muchas faltas que permitieron a nuestro rival mantenerse enganchado a base de tiros libres, fue un peaje necesario para en la segunda mitad mantener una intensidad que obligó a los de Moncho Fernández a acabar claudicando por no poder seguirla.
La defensa del tercer cuarto fue excelente, pero fue consecuencia del trabajo de los dos primeros periodos. Un equipo con una línea exterior llena de especialistas en el tiro de tres ni se acercó al 20% de acierto en esta faceta. Una vez logrado ese ritmo defensivo, el partido ofrecía la impresión de tener un dueño y ése era el GBC. Es aquí donde está la diferencia con respecto al año pasado, este tipo de partidos eran los que el equipo era incapaz de controlar o adueñarse de ellos y, siendo mejor que el rival, acababa desperdiciándolos, dejando que se le fueran de las manos y mandándonos de por vida al purgatorio de la zona media-baja de la tabla.
Parece que esta temporada todo es distinto en ese sentido. Los primeros síntomas apuntan a ello. Y no es de recibo comenzar a construir castillos de cartón, porque luego se derrumban con una ligera brizna de aire. De lo que es momento es de seguir construyendo sobre una base sólida y seguir sumando, pero no sólo victorias, también en espíritu y confianza de equipo, en reforzar el grupo y afianzarlo. Hay que celebrar este buen inicio y disfrutar el momento, que seguro que vendrán tiempos más difíciles durante la temporada. Pero para cuando lleguen las zonas frías y áridas, ya tenemos tres victorias en la despensa que dan un calorcito que no veas… (Que se lo pregunten a los que van 0-5).
El rumbo del equipo es inmejorable, esperemos que lo mantenga porque la dirección lleva a bonitos puertos. Si ahora somos capaces de no volvernos locos y pensar que está todo hecho y ponernos nerviosos por alguna derrota que seguro llegará, este equipo nos puede dar muchas alegrías y hacernos disfrutar como nunca lo hemos hecho en la Liga ACB. ¡Vamos GBC!