Está claro, si el GBC es capaz de jugar así hay que pedirle más. No más en cuanto al juego, sino que lo haga más veces. No nos podemos conformar con ser uno más, con ser un equipo del montón; hay que conseguir ser constantes, regulares, porque la calidad, la capacidad queda demostrado que existe. Hablamos de búsqueda de identidad y el equipo la ha sacado a relucir. Éste es el camino, empezando por un Sergio Sánchez jugando al nivel que se le presupone.
El base andaluz jugó el partido que esperamos de él, lo que le suponíamos cuando llegó a Donosti. Era evidente que por el duelo de bases pasaba gran parte del éxito o fracaso en este partido. Y la preponderancia de Sánchez sobre Oliver fue absoluta. Sergio llevó al equipo, creó superioridades para sus compañeros y dejó que las oportunidades de anotar llegaran, si forzar situaciones y seleccionando muy bien el tiro.
Además, la rotación en el puesto de base fue muy coherente, dándole al andaluz el descanso necesario pero devolviéndole a pista a tiempo; apostando por él. Una rotación que a veces ha dejado al supuesto base titular demasiados minutos en el banco, prácticamente perdiéndolo para el resto del partido en favor de que los tres bases tuvieran presencia. Es algo que se viene corrigiendo y que no sólo da confianza a Sergio, sino que el reparto de minutos mantuvo el ritmo del equipo y a la vez ahogó a Oliver.
Pero la actuación de Sergio Sánchez no fue lo único que llamó la atención en este partido. Me gusta la tendencia que se está siguiendo en los primeros cuartos; es cierto que el equipo suele recibir muchos puntos pero, a cambio, establece un ritmo que favorece claramente a su estilo. Sucedió en Alicante, también frente a Bilbao y ayer contra Estudiantes… recibimos puntos, pero es como si el rival cayera en la trampa y el partido se nos pusiera de cara.
Es curioso que, al contrario de lo que suele sudecer, el GBC crece de adelante hacia atrás. Es decir, a medida que las cosas le salen bien en ataque, mejora en defensa.
En este sentido, fue muy acertada la alternativa planteada por Laso incluyendo a Detrick en el cinco inicial. Se venía demandando más defensa de inicio y una referencia anotadora cuando llegaran las rotaciones. Pues bien, la idea funcionó a pesar de que Detrick no acaba de encontrar su confianza cara al aro -y de que Jasen anotó fluidamente al principio-; a pesar de ello, el juego del equipo lo agradeció y también es el camino para ir sumando definitivamente a Detrick.
El partido frente al Estu permite sacar muchas conclusiones, la mayoría buenas, pero no todas. No me entiendan mal, el encuentro fue excelente por parte de los guipuzcoanos, planteado y gestionado de manera magistral por Laso. Pero aquí llega la primera de mis preocupaciones: Cuando el Lagun Aro GBC consigue imponer su estilo y lleva el partido por donde más le conviene hay pocos (de verdad, pocos) equipos de la ACB que puedan ganarle. La diferencia es muy clara porque cuando el equipo juega bien, además, lo hace bonito. Se juega alegre, divertido, se juega a muchas posesiones porque se corre mucho y bien y esto se traduce en fantásticos porcentajes de dos (80%, se dice pronto).
Pero, ¿qué sucede cuando el partido se sale de los raíles por los que tan bien nos movemos? Si imponemos nuestro estilo, no hay problema; nos sentimos muy a gusto jugando a lo que nos gusta. Pero nuestra asignatura pendiente llega cuando nos sacan del guión. La falta de alternativas, de reacción, es preocupante. Contra Granada comenzamos muy bien, pero cuando se torció el partido ya no hubo respuesta. Valladolid y Xacobeo trabaron el partido y el GBC no se encontró a sí mismo. Además, frente al Estu, nuestros cinco mejores jugadores superaron los 15 de valoración, un dato muy elocuente de que el plan inicial funcionó; pero cuando el rival consigue frenar a nuestras principales referencias sufrimos por la falta de una alternativa fiable. Siempre que el partido no va por donde esperamos sufrimos por la falta de un plan B.
Sin duda es una de las claves para alcanzar esa ansiada constancia que nos ofrezca una estabilidad en juego y resultados. Es un problema recurrente: La gestión de la adversidad.
Pero este partido no es un ejemplo. Aquí no hubo que improvisar, el planteamiento de Laso fue acertado, funcionó y se jugó uno de los mejores partidos de la temporada. Ignerski, dentro de su irregularidad, cada vez saca más cara que cruz, se está asentando. Resulta sencillo saber cuando va a jugar bien, se comprueba en los primeros minutos, si su actitud es buena, le entran los tiros y si le entran los tiros ya le puedes poner una mano delante que le da igual. En esta ocasión, comenzó el partido luchando por un balón suelto, que se llevó y acabó convirtiendo en triple. Es cuando piensas, “uy, éste hoy se sale”.
Otro descatado fue Barbour. Se agradece el espectáculo que nos regala pero no hay que despistarse. Muchas veces retiene demasiado el balón y corta buenas circulaciones, pero lo que su buena actuación no debe esconder es que en ocasiones juega uno contra tres y cuando le sale es muy bonito, pero cuando no, su mala decisión repercute en el ataque del equipo. Es sólo algo que no hay que olvidar, pero en general, hemos recuperado al Barbour que hace falta, es decir, el que anota. Porque en un baloncesto donde los anotadores se han convertido incluso en sospechosos, están muy bien que el de Kentuky aporte en otros aspectos, pero -como ya he recordado en otras ocasiones- lo principal que el equipo demanda de él son puntos.
¿Quién preferíamos que perdiera?
Y tras el magnífico partido que presenciamos, llegó la paradoja del día. Ganamos al Estu dejándolo por detrás, Unicaja perdió en el último segundo con la Penya, quedándose también a un partido. Pero la jornada traía enfrentamientos entre candidatos a la permanencia y aspirantes a la Copa. Sobre todo, Manresa-Valladolid, también Murcia-Gran Canaria… ¿Era mejor que los dos colistas se quedaran aún más abajo? Si nuestra aspiración fuera exclusivamente la permancia así sería; pero hay que pedir más. El GBC aspira a algo más que mantener la categoría.
Qué quieren que les diga, me alegré de que ganara Murcia, dejando a los canarios a dos partidos. Pero sobre todo, me gustó que Valladolid ganara en Manresa. Se quiera o no, el GBC está inmerso por completo en la lucha por la Copa del Rey y la derrota de los catalanes nos pone otra vez séptimos; está muy difícil meterse (mañana analizaremos en profundidad las tres últimas jornadas en la zona media) pero, primero, no es imposible y, segundo, ahora mismo dependemos de nosotros mismos, cosa que salvo el Cajasol, el resto de contendientes no pueden decir.
Me parece genial que el equipo vaya partido a partido. Es lo que tiene que hacer. Y preocuparse de jugar bien. Pero es un orgullo decir que llegamos a la recta final de la primera vuelta en el séptimo puesto y con opciones reales de viajar a la Copa. Ya sólo estar ahí a estas alturas merece un reconocimiento, porque supone un salto de calidad respecto a cualquier cosa que hayamos hecho antes en la ACB. Pero como reza el título de este artículo, hay que pedir má al GBC. Porque con partidos como el de ayer es obvio que se puede.