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Puerta atrás

Éste es el GBC

Ni más ni menos. Éste es nuestro GBC. Y no lo digo para mal, ni para bien; más bien pensando en ambas. Ahora que termina la primera vuelta quedan claras algunas lecturas sobre el equipo que dirige Pablo Laso. La más clara, que es capaz de lo mejor y de lo peor -incluso en el mismo partido-. Esfumado el sueño de la Copa, recibimos un buen puñado de realidad y ése no es otro que el hecho de encontrarnos en medio del montón.

El billete copero se lo llevó el que más lo deseó, es decir, el Estu. Y qué quieren que les diga, lo merecieron. Son los que mejor han gestionado la situación desde hace semanas y son justos ganadores del premio. Ahora, para nosotros, toda esta ilusión por ir a Bilbao puede volverse en nuestra contra tornando en exigencia algo que simplemente era un bonito sueño, o, peor, convertirse en un arma arrojadiza para aquellos que ejercen los mecanismos de control de la opinión pública (ya verán cómo, si es que sucede). Los pronósticos hechos hace unas semanas con motivo de las tres últimas jornadas de primera vuelta se han cumplido en su totalidad, todos excepto en el caso del GBC, del que se esperaba una victoria, pues hasta ahora no había encadenado tres derrotas consecutivas.

No pudo ser. En apenas un cuarto nuestros pies volvieron a encontrarse con el suelo. Pero éste es el GBC, un equipo que está donde se merece. Y una vez más, no lo digo de manera negativa o positiva. Que cada cuál valore.

No obstante, hay dinámicas que se repiten. El equipo genera ilusión con grandes actuaciones y luego es incapaz de colmar sus propias expectativas. Es entonces cuando nos quedamos con una sensación importante de chasco. Pero que los árboles no nos impidan ver el bosque, la primera vuelta ha sido más que aceptable, con tres triunfos por encima de los puestos de descenso e igualados con el octavo. Lo que pasa es que la ocasional magnífica imagen del equipo unida a la terrible y masiva igualdad reinante en la ACB obligan a otras lecturas. Pero ahora vamos con ellas.

Primero, hay que hablar un instante del partido de ayer. Los análisis tácticos o estratégicos son ciertamente accesorios en un partido marcado por el 15-0 y el 30-10 del tercer cuarto. No se puede obviar que caemos en viejos vicios de desconexión, tal vez fruto de la ansiedad. Antes, el GBC estaba guiando el partido hacia su terreno, yendo de menos a más para firmar un segundo cuarto excelso. Pero como pasa siempre, cuando el guión nos es extraño, carecemos de plan B. La desaparición de Sergio suele ser síntoma de esto. No acierto a descubrir si Laso confía realmente en su teórico base titular. Lo del último cuarto es un canto a la desespereción que no culminó en remontada. Pero ya todo estaba determinado por el infame tercer cuarto que arruinó todas las opciones y esperanzas de victoria.

Tuve la misma sensación que frente a Obradoiro, cada vez que las cosas parecen tomar un cariz global positivo es como si el equipo no quisiera confirmarlo, como si tuviera miedo a ser más grande. De hecho, la frase que para mí resume esta primera vuelta es Grandes esperanzas que no se acaban de cumplir.

Y al final, somos un equipo del montón. Ahora es cuando llegan esas lecturas. La primera, referente al equipo, que parece capaz de algo más, algunas veces de mucho, y luego nos deja algo fríos. La segunda, que el balance individual del equipo, con siete triunfos, no está mal. Al fin y al cabo la enorme igualdad no es culpa del GBC.

Lo que pasa es que la segunda vuelta se presenta incierta para muchos. La brecha que en otras temporadas suele hacerse entre el puesto ocho o el diez, este año está en el seis. Y desde ahí se extiende una inmesa clase media que va desde el Estu, que es 6º con ocho victorias; hasta el Alicante, que el 16º con seis victorias. Entre medias, un mundo con siete triunfos y una igualdad tácita que puede mandar a cualquiera al cielo o al infierno. Por que ni mucho menos Bilbao está muerto. Está grave y ello le ha costado la salida al entrenador que durante diez años no les ha hecho más que subir y subir. Así de dura es la ACB. No perdona nadie y no hay sitio para el romanticismo. Es una lección que tenemos que aprender aquí también.

Observando este panorama, lo que más me escuece es pensar que el GBC ha desaprovechado la oportunidad de haberse metido en la brecha que sí ha aprovechado el Cajasol. Habrá quien piense que no tenemos capacidad para ello. Yo creo que sí.

Pero la realidad es que victorias como las conseguidas ante Unicaja, Gran Canaria, Estudiantes, Cajasol, Alicante y alguna otra, incluso derrotas como la de Badalona, dan argumentos para pensar en algo más. Sin embargo, días como los de Valladolid, Obradoiro o éste en Fuenlabrada hablan en favor de lo contrario. Éste es el GBC, responsable al mismo tiempo de su prosperidad y de su ruina.

Y con el final de la primera vuelta va a llegar el momento del análisis pormenorizado del equipo como conjunto y también uno por uno. Ahora sí hay elementos suficientes para sacar las primeras conclusiones. Un primer vistazo habla de un quintento medianamente sólido pero de una rotación algo deficiente. Pero lo que destaca por encima de todo son los constantes altibajos.

Así, la situación es la siguiente: Décimos, 7-10, igualados con el octavo y tres por encima del descenso. Con virtudes y defectos, éste es el GBC. La realidad no es un absoluto sino más bien algo relativo. Por tanto, ¿qué lectura hacemos?

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