Las aguas no han bajado tranquilas esta semana para el GBC, con un evidente runrún en la afición, entre preocupada y descontenta, y las cinco derrotas consecutivas sobrevolando el ambiente. Sin duda no es el mejor momento de la temporada para el equipo, no lo es en cuanto a juego, ni confianza, por lo que el detalle de que la primera vuelta comenzó igual sirve de poco. No es en absoluto comparable el contexto de aquel entonces con este ahora y el valor de la victoria ante Cajasol es infinitamente mayor en este instante de necesidad que en el comienzo de campaña, donde el equipo aún estaba acoplándose. Tampoco son las mismas sensaciones las que dejó el choque frente al Real Madrid, con una esperanzadora derrota entonces y un duro golpe que sumar a un GBC a punto de caer a la lona a estas alturas.
Lo más preocupante es la dinámica. El equipo, que debería haberse transformado en un grupo sólido y compacto, se ha convertido en un dechado de inconstancia. Se necesita una reacción inminente. Una reacción convincente. Pero no sólo de cara al público, sino para el propio equipo, que es quien más necesita creérselo.
Y no es que llegue precisamente un rival basámico, sino un conjunto que representa todo lo contrario que el Lagun Aro en las últimas semanas; es decir, el Cajasol funciona desde la defensa, una de las más solventes de la ACB, justo al revés que la del GBC en los últimos tiempos.
Pero claro, sabiendo como funciona el equipo de Laso no es descabellado pensar que un rival de esta índole sea el más adecuado para reaccionar. Atendiendo a la historia como local esta temporada, un rival de entidad -véase Gran Canaria, Unicaja, Estudiantes- suele sacar lo mejor de los guipuzcoanos, un equipo con personalidad dipuesto a demostrar su calidad; mientras que cuando llega un conjunto en teoría inferior se suele presenciar la versión más pusilánime y cohibida de los nuestros. A los hechos me remito. Sólo hay que echar la vista atrás.
Pero si son los equipos del corte del Cajasol los que inspiran el mejor nivel del GBC, los que le fuerzan a poner duda el favoritismo visitante; hay otro dato que obliga a la esperanza: el bajo tono de los sevillanos en sus últimas salidas. Se están haciendo muy fuertes en casa los de Joan Plaza, es en lo que están basando su éxito, pero fuera les viene costando mucho y acumulan cuatro derrotas consecutivas. No obstante, fiarse de ese bajón no sería muy buena idea; el Cajasol atraviesa un fantástico momento de confianza en sus posibilidades desde que está asentado en la zona noble de la tabla y ha entrado en el corte bueno que evita las penurias de la zona media baja. Hay muchos jugadores a tener en cuenta, pero cuando juega lejos de San Pablo la principal amenaza se llama Earl Calloway. El base ex de la Cibona comenzó la temporada con una curiosa estadística: intercalaba un partido malo en casa con otro muy bueno fuera. Hasta la jornada doce nos superó los 10 de valoración como local, mientras que fuera no ha bajado de esa cifra más que una vez hasta las dos últimas salidas, donde su descenso de rendimiento ha sido acusado y el equipo la ha notado.
Calloway es el ritmo de este equipo. El base marca el tempo que más le interesa a Plaza y su dirección viene siendo muy acertada. Es el inicio de todo lo que tenemos que parar, si Calloway se luce nuestras opciones de victoria serán muy escasas. Pero ojo a sus recambios, tanto Miso (algo irregular pero firmando una buena temporada) como Satoransky (una promesa con un físico espectacular para ser base) son muy pelgrosos también. La batalla en la dirección y por el ritmo del partido se antoja descisiva.
Otro jugador a tener en cuenta es Tariq Kirksay, un alero todoterreno que supondrá una prueba de nivel para un Panko que siempre cumple. Aquí tendrá uno de sus rivales más complicados y su duelo será más que interesante además de tener un influjo vital sobre el partido. Pero si de algo nos tenemos que preocupar es del juego interior, Savanovic está jugando su mejor campaña es España, es muy polivalente y difícil de defender; además, Juanjo Triguero se ha convertido en una de las principales referencias del equipo hispalense desde el interior y atraviesa un momento dulce de forma. También Miralles está logrando solidez, pero hay que esperar un poco más de David Doblas, le necesitamos aportando de manera constante.
El partido se antoja vital para las aspiraciones del GBC en el sentido de dónde queremos estar y hacia donde vamos, porque una derrota alimentaría las dudas y la pérdida de confianza, entrando un poco más en el agujero en el que estamos inmersos; mientras que una victoria podría ejercer de revulsivo, además de calmar las aguas y ofrecer una tregua al equipo con respecto a un entorno cuando menos inquieto.
Se busca reacción, se necesita reacción. El GBC debe recuperar sus señas de identidad y demostrar que su estilo funciona ahora que la Liga se pone cada vez más exigente. Este es sin duda uno de los partidos más importantes de la temporada, si no el que más hasta la fecha, porque puede marcar el rumbo del equipo. Para lograrlo, la fórmula que sabemos que funciona (aunque los rivales también) Barbour e Ignerski han de retomar la responsabilidad ofensiva y marcar las diferencias, Sergio tiene un examen tan importante como el que pasó con nota ante Oliver cuando nos visitó el Estu y el equipo en general debe responder de manera evidente en defensa, donde se cimentan gran parte de los problemas que acarrea el equipo. Es mucho lo que hay que arreglar en el juego, pero todo pasa por recobrar la confianza y devolvérsela a toda la grada, que necesita cuanto antes argumentos para pensar que esto es sólo un bache y que el buen juego va a volver.
No hace tanto de ese GBC que encandiló en Badalona o convenció en Alicante. Tampoco del que no ofreció opción alguna a Estudiantes en el Donostia Arena… Ése es el equipo que todos queremos ver este domingo, un equipo competitivo, un equipo al que gusta ver jugar al baloncesto. Pero lo que más falta nos hace es ganar.
“If you’re going through hell, keep going”, Winston Churchill.