Se ha terminado. El ciclo de Pablo Laso al frente del destino del Lagun Aro GBC ha llegado a su fin. Con un modelo de juego agotado y tras la pérdida del control de la situación, la única solución viable al esperpento en el que está inmerso el equipo es el relevo del entrenador. Ya no se puede esperar más. El equipo ha perdido por completo el norte, la confianza, la efectividad y la personalidad. Se siente incapaz de ganar los partidos. Y lo que es peor, la paciencia del público del Donostia Arena está absolutamente agotada. Es un clamor, no se trata de un pequeño grupo de críticos, la salida de Laso se solicita por aclamación popular. Si Laso quiere al club, al menos, pondrá su cargo a disposición de la directiva. Y ésta no puede esperar. Porque tal y como están las cosas en Málaga no se va a ganar y aguantar hasta el partido ante Murcia tiene el enorme peligro de que te salga cruz y se comience a estar en una sitación desesperada; que aún no lo es pero el camino es ése.
No obstante, en realidad no vale con destituir al entrenador. Habría que fichar. Parece ser, según dijo Ramoneda, que ha sido ofrecido al club un jugador de un equipo de Euroliga con aspiraciones de Final Four. ¿Quién, Trías o Barton? No se si van por ahí los tiros, pero incorporaciones de esa talla hacen falta como el comer.
Y es que hace ya semanas que venimos pidiendo un revulsivo. Desde dentro del vestuario no hay soluciones y el equipo no hace sino hundirse más y más en el barro sin que nadie lo remedie. ¿Es que ninguno de los responsables del club piensa hacer nada? ¿Qué va a pasar, lo mismo que en la primera experiencia ACB? ¿Se va a dejar morir el equipo y después homenaje al entrenador? ¿Es que no se aprendió nada de aquella situación?
La salida de Laso es necesaria, obligatoria. Primero, porque lo que se le exigía para esta temporada era dar un paso más en la progresión del equipo y durante un tiempo se intuyó que así iba a ser; no sólo se ha estancado, sino que va para atrás. Y segundo, su planteamiento de juego ha fracasado. El partido ante el Cajasol es la evidencia más clara y también lo son los últimos 12 cuartos jugados, de los que sólo en uno se ha pasado de los 20 puntos y hasta en ocho el equipo se ha quedado en 15 puntos o menos. Es una estadística que no habla del naufragio del estilo que se pretendía, lo dice a gritos.
Si se quiere relativizar, el GBC está dos victorias por encima del descenso y en esta segunda vuelta sólo lleva una derrota más que en la primera. Quien se refugie en esto está completamente cegado porque la gravedad del momento es alarmante y esperar a caer en los puestos de descenso para hacer algo sería una necedad, así como una irresponsabilidad por parte del club.
Mayor ejemplo que el partido ante el Cajasol no hay. El equipo fue honesto y salió dispuesto a voltear esta situación. Eso no se le puede quitar, las ganas se vieron desde el principio, fajándose en defensa y luchando como pocas veces hemos visto. Pero cuando la confianza se esfuma, este equipo, que depende tanto del talento, está abocado al desastre. Ese esfuerzo defensivo es loable y forzó al Cajasol a jugar un pésimo partido en ataque. Pero igual de malo o peor fue el del GBC. Y en un partido a pocos puntos y con final igualado, la segunda mejor defensa de la liga acostumbrada a tanteos bajos y que además viene en dinámica positiva tiene todas las de llevarse la victoria.
Una vez más, el Lagun Aro salió con un plan que funcionó durante unos minutos y cuando dejó de hacerlo no hubo capacidad de reacción alguna. Es una película que ya llevamos vista unas cuantas veces, pero en este caso en lugar acabar con muchos puntos encajados, nos vamos con menos de cincuenta en nuestro casillero.
Laso decía el viernes en rueda de prensa que veía a sus jugadores con confianza en los entrenamientos. Pues será en los entrenamientos porque lo que es en los partidos no tienen ninguna. Porcentajes paupérimos, incapacidad contra las defensas zonales con una selección de tiro pésima. Y hay ciertos mecanísmos que pase lo que pase se mantienen: Esté como esté jugando, Sergio Sánchez se va al banco entre el minuto siete y nueve. Eso él lo sabe, ya está resignado. Barbour no aporta nada de nada. Como siempre sale por la derecha los rivales le ofrecen la izquierda y entonces él se limita a hacer una finta y tirar con el defensor encima o si lograr penetrar es para hacerlo contra el mundo entero. En resumen, un equipo pusilánime, escaso de efectivos y agotado de ideas, que se ha convertirdo en la representación del quiero y no puedo.
Éste es el final de un estilo, con esta plantilla es imposible; y de un ciclo, porque Laso no tiene ya nada que ofrecer para cambiar las cosas. La afición está triste, pero más aún cabreada. Este equipo no le ilusiona. Si lo que se quiere es volver a la LEB sobrarán las excusas, las disculpas y las lamentaciones. En cambio, si se quiere prosperar en el nada sencillo mundo de la ACB lo que hay que hacer es reaccionar y cuanto antes. El equipo ya ha demostrado que por sí solo no puede, es hora de que los que mandan en este club tengan la mano firme para actuar como de ellos se espera.
Porque este es el final del ciclo de Pablo Laso en el banquillo del GBC, se pueden empeñar en alargarlo, pero ya ha llegado, cuanto antes lo asumamos, mejor. Lo que está claro es que así no podemos seguir. Esta situación es insostenible, quedarse impasible sería un error que podría costarnos muy caro. Y lo que es peor, seguramente no se va a hacer nada, se tirarán balones fuera, se mirará para otro lado y se retrasará lo inevitable. Pero entonces quizá sea tarde. Creo que es una gran persona y no dudo que se ha dejado la piel por el club, no es trabajo lo que le ha faltado, pero lo mejor para todos es que Pablo Laso dimita como entrenador del Lagun Aro GBC. Y se comience a reconducir la situación cuanto antes.