Qué triunfo tan importante logró ayer el Lagun Aro GBC. La verdad es que sólo se pueden sacar conclusiones positivas de lo sucedido en el Donostia Arena, pero hay que tener cuidado a la hora de llevar a cabo cualquier análisis, porque el rival que nos encontramos era realmente flojo. En un duelo de urgencias, el GBC fue el tuerto en el país de los ciegos. Ahora bien, los deméritos del Murcia no deben restar valor a la victoria cosechada ni tampoco a la mejorada imagen del equipo. Este partido había que ganarlo, pero existen muchas maneras de ganar y la del equipo de Laso, esta vez sí, fue convincente.
Hay que valorar el triunfo con mesura; al fin y al cabo, se ha ganado al colista y la situación es prácticamente la misma que la semana pasada, con un partido de ventaja sobre el descenso. Lo que sí debemos elogiar es la predisposición del equipo, su espíritu, sus ganas. Se le pedían dos cosas al GBC para este partido: ganar y demostrar actitud. Cumplió con ambas y con creces. Es evidente que el rival era propicio y no ofreció un gran resistencia, pero eso no es culpa del Lagun Aro y no hay que olvidar que los de Laso venían de una racha de derrotas que debelita la confianza y supieron sobreponerse.
De hecho, no hay muchas pegas que poner a lo sucedido el mediodía del domingo. La respuesta de la afición, dadas las circunstancias, fue extraordinaria y el equipo supo agradecer a los casi 6.000 presentes con entrega y, sobre todo, con la victoria. Hay que entender que a pesar de la debilidad del rival éste no era un partido fácil para el equipo. La mayoría de veces son los detalles los que marcan la diferencia y el GBC supo cuidarlos. Cuando acumulas siete derrotas consecutivas es lógico que comiences algo atenazado. Desde el principio el GBC fue mejor que el Murcia y daba la sensación de que en cualquier momento se podía romper el partido. Pero lo cierto es que el Lagun Aro no acababa de irse. Por méritos, los de Laso tendrían que estar 20 arriba en la primera mitad, pero el Murcia hacía la goma y el marcador era el único que no reflejaba la superioridad local.
En esos momentos, toda la parafernalia que tanto le gusta a David Doblas de celebrar las canastas, animar y abrazar a sus compañeros, a veces como si hubieran marcado un gol en vez de una canasta, resultó altamente efectiva. Fue la manera de mantener la confianza, de demostrar que los jugadores creen los unos en los otros. Otro gesto de Panko hacia Barbour después de que éste fallara un triple fue otro ejemplo de unidad, pero la cosa no quedó ahí, resultó ser generalizado, también por parte del entrenador.
No nos engañemos, tampoco es que el juego mejorara una barbaridad, pero sí hubo un repunte; tal y como están las cosas, nos tiene que valer como un inicio de recuperación.
Si analizamos el juego, fue interesante comprobar cómo el ataque contra la zona fue de menos a más. Al principio, la circulación estaba algo atascada, pero buscando constantemente bolas interiores y seleccionando mejor el tiro (a pesar de que el acierto desde más allá de los 6,25 no acompañó) se acabó por hacer pedazos la alternativa defensiva que tantos dolores de cabeza nos venía dando.
Quiero hacer hincapié en que éste no es el final de todos nuestros problemas, ganar a un equipo deshecho no borra de golpe todo lo que se viene haciendo mal. No obstante, puede ser el principio, una oportunidad de enmienda. Ahora pueden pasar dos cosas: Primera, que esta victoria se convierta en una cortina de humo que esconda una situación que sigue siendo jodida, de repente parezca que está ya todo arreglado y se nos olvide de dónde venimos las últimas semanas o por contra, que el triunfo sirva como punto de partida para una recuperación que sigue demandado medidas importantes. Ganar al colista no debe esconder que el equipo tiene necesidades urgentes.
Si sucede lo primero, esta victoria será engañosa y hasta perjudicial, porque dentro de unas semanas nos veremos de nuevo entre la espada y la pared o incluso en una situación más grave que la actual; no habremos hecho nada y quedará menos tiempo. Sin embargo, si entendemos este resultado como beneficioso pero no como el fin a todas las penurias vividas últimamente y sí como el punto de inicio de todo lo que hay que hacer para levantarse, entonces sí habrá servido de mucho. Ganar va a significar calma para estas dos semanas, que se habrían hecho muy largas con una eventual octava derrota seguida, pero esto no puede ser una tregua traidora que a la primera de cambio nos devuelva a la lona y esta vez con un golpe más duro, a lo peor, definitivo.
De lo que se trata es de levantarse, pero levantarse con solidez, para no volver a caer. Precisamente, la imagen que ha ofrecido Murcia es reveladora, con sus recursos esquilmados y su confianza desaparecida; un equipo donde juegan cuatro y más de uno se maquilla. Hay que tener mucho cuidado de no caer en eso porque otra racha amplia de victoria te puede dejar así de tocado.
Ayer, existió un momento clave en el partido. Decisivo. Mediado el tercer cuarto, pasaron un par de minutos con 47-41 en el marcador. La balanza estaba a punto de decantarse. Murcia lanzó hasta dos veces para ponerse a tres, lo que le hubiera metido de lleno en el partido y erró ambas. Poco después, el GBC endosó un parcial que a la postre resultó definitivo. Ahí radicó gran parte de la victoria, así como esos tiros acertados in extremis, sobre la bocina de varias posesiones.
Al final, se pedía ganar e ilusionar al público como fuera. Se consiguió y pocas pegas hay que poner al despliegue del equipo. Ni mucho menos al trabajo de Laso. Porque en esta ocasión estuvo espléndido. Ojalá me haga tragar mis palabras de las últimas semanas, sería una gran señal y no me dolerán prendas en hacerlo. En este partido supo apostar por Sergio cuando no le entraban los tiros pero estaba dirigiendo con acierto, encontró la manera adecuada de atacar la zona y cortar la vías de anotación murcianas. Además, después de levantar la voz durante la semana, estuvo al 100% implicado con sus jugadores durante el partido. Es de ley reconocérselo.
Como también lo es elogiar la actitud de Antwain Barbour, éste sí es el jugador que necesita el equipo. A Ignerski le costó entrar en el partido pero lo hizo a tiempo y Panko fue quien de verdad marcó la diferencia, junto a una sólida pareja interior formada por Doblas y Miralles. La ecuación es sencilla: 45 puntos de 84 entre nuestras tres referencias ofensivas y el resto del equipo cumpliendo con su papel, más solidez defensiva igual a victoria.
Ahora bien, esto no significa que el mal juego de las pasadas jornadas quede olvidado. En este partido se siguió el guión establecido por el GBC, que es cuando el equipo realmente funciona, Murcia no fue capaz de obligar a los de Laso a tirar un plan B que suele ser inexistente o, al menos, inefectivo cuando se tuercen las cosas. Pero, como ya he dicho antes, eso no fue culpa del GBC, que hizo lo que tenía que hacer. Por tanto, esa cuenta pendiente queda para otro examen.
El equipo debe seguir mejorando, mejorar mucho para salir de la situción delicada en la que sigue metido de lleno y sigue haciendo falta algo más de que lo que tenemos. Al fin y al cabo, sólo hemos ganado al colista. Eso si, era un triunfo imperativo, basta con pensar en cómo estaríamos ahora mismo de haber perdido para darse cuenta de la importancia del mismo.
De lo sucedido el domingo, poco hay que lamentar, celebrarlo con mesura y seguir siendo conscientes de que el equipo sigue en un buen lío en el que se ha metido por deméritos propios. Lejos de echar las campanas al vuelo, hay que exigirle más pasos para encauzar la situación. El próximo examen es de nota, la visita a Bilbao después de la Copa. Ése será un buen baremo para comprobar si este partido ha sido el principio de la recuperación o un simple espejismo. Pero para eso hay dos semanas por delante; por ahora, al menos el GBC nos ha dado una razón para sonreír, que no es poco. Para terminar, me quedo con la frase que más se ha escuchado a la salida del partido, que todos teníamos en la cabeza y que resume perfectamente el sentimiento por esta victoria: Menos mal…