No me entiendan mal. Con el título
no afirmo que vamos de cabeza a la LEB, ni mucho menos. Me resisto a
pensarlo; aunque cada jornada que pasa la permanencia comienza a ser
más una cuestión de fe y es cierto que nos hemos metido
en ese camino. Quiero creer que en las nueve jornadas que restan
encontraremos algún desvío que nos deje donde estamos. Con más pena que
gloria, pero en la ACB. Con el título me refiero más bien al calvario
que nos acecha las cinco próximas semanas después de haber
perdido con el Xacobeo. Un calvario que, si se impone la lógica (ojalá
que no) nos puede llevar en dos jornadas a los puestos de descenso.
Esto es así porque las dos
próximas semanas un Murcia esquilmado -por otro triple de Salgado en el
último segundo-, juega frente a Alicante y Xacobeo, lo que puede
suponer una victoria más en el casillero de nuestros principales
rivales por la permanencia; mientras el GBC tiene dos citas muy
comprometidas, recibiendo a Valencia y visitando Gran Canaria.
Esperemos que Lagun Aro se resista a esa circunstancia con alguna
victoria, pero tal y como están las cosas, lo más probable es que
visitemos el pozo. No pretendo ser agorero, sino
previsor con lo que se nos viene encima porque hay que ir preparándose.
Y además, después viene la Penya, visitamos al Estudiantes y recibimos
al Barça.
Sinceramente, de los próximos cinco encuentros,
nos podemos dar con un canto en los dientes si sacamos uno. Sobre todo,
teniendo en cuenta que éstas pueden ser las cinco jornadas seguidas más
complicadas de la temporada. Ya pasamos por un Penya, Baskonia, Fuenla,
Manresa y Real Madrid; pero el Valencia, Gran Canaria, Penya,
Estudiantes y Barça incluso lo supera, con todos los equipos en puestos
de playoff menos la Penya (9ª). Y más teniendo en cuenta
las visitas al Centro Insular de Deportes y Madrid Arena, dos de los
feudos más inexpugnables y con el GBC acumulando ocho derrotas seguidas
como visitante.
Después de esa especie de vía crucis que nos
aguarda, quedarán cuatro jornadas donde hasta tres partidos son
asequibles (y que no se me entienda mal, con asequible no quiero decir
fácil): Valladolid, que es un partido trampa observando el rendimiento
de los pucelanos; Granada y Fuenlabrada, los dos en casa con un visita
a Vitoria entre medias.
El calendario no es nada sencillo. Pero, dependiendo aún de sí mismo,
es el propio GBC el que no invita al optimismo. Hace semanas que es
patente la deriva del equipo, que no tiene nada que ver con el de los
mejores momentos de la temporada. Exhortar a que el actual Lagun Aro
puede recuperar el nivel de aquellas jornadas es un ejercicio de
futilidad y autoengaño. Ya no va a ser capaz de jugar así. Aceptémoslo.
Su estado de ansiedad se lo impide y la presión de las circunstancias
clasificatorias, también.
Siendo conscientes de que no puede rescatar ese juego y que para
salvarnos hace falta cambiar algo de manera enérgica, me surgen varias
reflexiones sobre el único golpe de efecto práctico en este momento: el
cambio de entrenador. La primera es que han pasado semanas, no se ha
corregido nada en lo que a la situación se refiere e incluso es más que
probable que se agrave sin que nadie haga absolutamente nada. Otra es
que ya sea demasiado tarde para tomar esa decisión y que venga quien
venga, difícilmente vaya a ser capaz de encauzar esto mejor que el que
lleva toda la temporada al frente de la nave.
Sin embargo, el que está al frente de la nave no tiene ya argumentos
efectivos para evitar la zozobra, que es meridiana, y que estos son
momentos para decisiones valientes, de reacciones significativas por
parte de los responsables del club. Al final, la llegada de Lorbek es
una ayuda, valiosa; pero no el golpe de timón necesario para que
nuestra dirección deje de ser la actual.
No es ya que el GBC ha perdido 9 de los últimos 11 partidos, tampoco que lleve sin
ganar fuera desde la jornada 12, ni que haya sido incapaz de encadenar
más de una victoria consecutiva desde la jornada 5; es el cómo. Busco
una y otra vez argumentos a los que aferrarme para ser optimista, una
razón para pensar que en estas nueve jornadas que quedan se puede
arreglar algo tal y como estan las cosas. Y les juro que es muy difícil
encontrarla.
Los 5,8 millones de presupuesto (menos los 250.000 sin cubrir) son más
que los 3,5 millones del Manresa, 3,7 del Xacobeo Blu:sens y Ayuda en
Acción Fuenlabrada, también son más que los 3,8 del Blancos de Rueda
Valladolid o los 4 más las deudas en fichajes del CB Murcia, incluso
son más que los 4,2 del CB Granada y los 4,4 del Meridiano Alicante
(datos publicados el dos de marzo por César Nanclares). Y hace no mucho
se nos dijo que eran el cuarto peor presupuesto de la ACB… ¿De verdad
no tenemos margen de maniobra? Porque algo hay que hacer. Sería mucho peor irse a la LEB. Y viendo lo que se nos viene encima, si seguimos así…
No hacer nada y esperar a que otro equipo además
del Murcia sea peor que nosotros es como cerrar los ojos cuando ves que
te va a atropellar un coche; quizá dé un volantazo y te esquive, pero
que como te pille… Quedarnos quietos con los ojos cerrados, nos lleve
por delante o no, es muy triste. Un modo desilunionante de acabar una
temporada que pintaba muy bien. Ahora entramos en cinco semanas donde
va a ser vital saber sufrir, si sacamos algo de ellas, si las pasamos y
seguimos fuera de puestos de descenso, tendremos una buena parte de la
salvación en el bolsillo.
Pero teniendo en cuenta que encaramos el tramo más difícil de la
temporada, ayer nos dejamos mucho más que una victoria en Santiago, nos
dejamos la posibilidad de crear un colchón de dos o incluso tres
triunfos sobre el descenso, nos dejamos la opción de afrontar lo que
queda con más confianza. Y nos dejamos la tranquilidad para lo que
resta de temporada por el camino.