No me digan que este equipo sólo puede
aspirar a la permanencia. Que no hay para más. No me lo voy a creer.
Otra cosa es que no siempre haya sido capaz de alcanzar su nivel, pero
cuando saca a la luz su mejor cara es espectacular. Qué pena que no haya
sido capaz de sacarla más a menudo. Otro gallo nos hubiera cantado. Pero
después de tanta penuria, este partido, esta maravillosa victoria, es
un obsequio más que merecido para una afición que ha sufrido más de la
cuenta. Y también para el equipo. En los cinco últimos partidos, más
allá de los dos triunfos y las tres derrotas, el salto de calidad y la
recuperación de identidad son evidentes. Todo para desembocar en una
tarde de sábado catártica, de disfrute absoluto e ininterrumpido desde
el salto inicial hasta mucho después del bocinazo final.
Y hay que felicitar y reconocer el trabajo tanto a los jugadores como al
cuerpo técnico. Es de justicia hacerlo. Pronto llegará el momento de
analizar una temporada que desde luego no ha sido positiva. Pero después
de 11 partidos perdidos de 13, en el peor momento, el GBC ha sabido
reaccionar con carácter. Y en eso Pablo Laso tiene un mérito y una
responsabilidad enormes. Lo mismo que cuando peor estaba jugando el
equipo se le pedían cuentas, ahora también es de recibo subrayar que ha
tomado decisiones valientes y no ha perdido la calma cuando más fácil
era venirse abajo. Había que salvar los muebles, era lo que importaba en
este momento, y lo ha conseguido. Reconozco que yo no confiaba en ello y
por tanto, con mucho gusto, me trago mis palabras y me descubro ante
Laso, no por este partido, sino por la reacción de las últimas semanas.
En lo bueno y en lo malo, al César lo que es del César.
Ese cambio radical, además de Laso, tiene un gran responsable. Y se
llama Ricardo Uriz. Él ha marcado la diferencia. Desde que el capitán ha
recibido los galones y ha pasado de tercer base a titular, el equipo ha
cambiado de aspecto por completo. Lo primero que ha mejorado es la
defensa; con Uriz se cumple una premisa vital para que funcione el
estilo que plantea Laso y es la presión, el agobio, la asfixia al hombre
de balón. Con Sergio Sánchez los bases dirigían a placer, creaban
superioridades fácilmente y desajustaban nuestra defensa sin esfuerzo
aparente. De inicio quedaba ya descompensada. Con Ricardo eso ha
cambiado, de hecho, le ha dado la vuelta, porque desde su ejemplo el
resto del equipo se contagia; desde su labor se construye una defensa
eficaz, donde los pivots no quedan tan expuestos y donde, dicho sea de
paso, Detrick viene haciendo un trabajo encomiable. Pero en ataque el
influjo de Uriz también ha sido decisivo, ejerciendo como auténtico
base, mandando, siendo el faro que necesitaban sus comapañeros y
generando muchísimo juego.
Si en algún partido ha resultado evidente este lavado de cara ha sido
frente al Barça. Pero cuidado, a la hora de hablar de este encuentro es
muy sencillo caer en triunfalismos y exageraciones, cegados por la
euforia. Por eso, vamos a intentar analizar el partido como lo que fue y
destacar lo bueno, que fue mucho, pero también fijarnos en lo malo, que
aunque en cantidades menores, también lo hubo.
La voluntad y el deseo del GBC, surgidos de una necesidad acuciante,
pudieron más que la infinita calidad de un Barça al que no le iba nada
en el envite. Hay que reconocer que los blaugranas en ningún momento
fueron a tope, ni siquiera pasaron de tercera, como si la película no
fuera con ellos. Ahí hay parte de mérito del Lagun Aro pero también
el Barça puso de su parte, bueno, más bien no lo puso.
Algo muy curioso fue comprobar cómo las dos bajas de campanillas que
presentaba el partido ejercieron el efecto contrario al esperado. Si al
Barça le falta Navarro y al GBC Panko, es lógico pensar que el equipo
pequeño va a echar mucho más en falta a su estrella que un conjunto con
recursos casi ilimitados. Pero en la práctica, la falta de Panko se
tradujo en la multiplicación absoluta de sus compañeros, mientras en el
Barça se notó y mucho la baja de Navarro, especialmente cuando los
catalanes no dieron con la tecla a la hora de remontar.
Además, la falta de la Bomba permitió al GBC defender los
bloqueos directos de manera más conservadora, sin flash, dejando al
defensor del bloqueador esperando un paso atrás al hombre de balón
mientras el defensor del bloqueado pasaba de primero, con lo que el GBC
se protegió mucho mejor de las continuaciones sin ser penalizado desde
la línea de tres. Esto, con Navarro en la ecuación, sería un sucidio
pero sin él se convirtió en un acierto estratégico de Pablo Laso.
La verdad es que la intensidad y el sacrificio en defensa del GBC fue
bestial, ahogando por completo el ataque de todo un Regal Barcelona.
Desde ese tono defensivo -que por cierto mucho hemos echado de menos
durante la temporada- y del control del rebote más allá de lo que dicen
las estadísticas, además de la reducción de las pérdidas de balón, el
GBC se hizo dueño del ritmo del partido. Y en ataque, apoyándose en la
magistral interpretación del dos contra dos entre Uriz y Doblas, se hizo
muchísimo daño a la que sin duda es la mejor defensa de Europa -aunque
en Donosti estuvo lejos de mostrar su mejor nivel-.
El Lagun Aro ha cimentado su mejora ofensiva en la elaboración y la
paciencia cuando no se juega en transición y desde ahí, está siendo más
sencillo encontrar posiciones optimas de tiro. En la mala racha, la
carencia de esto fue uno de los peores males. Y se ha corregido. Pero es
que además, la manera en la que Uriz y Doblas jugaron el pick&roll
es como para ponérselo en vídeo a los niños que están aprendiendo a
jugar. La lección de técnica individual en la pintura que Doblas les
regaló a los pivots del Barça es impagable. Y desde las superioridades
generadas por estos dos, se llegó a segundas y terceras opciones muy
claras, donde Lorbek apareció como ya lo hizo ante Estudiantes (ojalá se
motivara siempre el esloveno como en los dos últimos partidos).
Por ahí fueron las virtudes del GBC. Pero en el debe, aparece Antwain
Barbour. El escolta de Elizabethtown es un jugador ideal para los
resúmenes y el Top5, pero no para ser una referncia importante en un
equipo ACB. En palabras de dos ilustres entrenadores guipuzcoanos al
término del partido, “ganamos a pesar de Barbour”, que es “un jugador de
And1 mix tapes“, pero poco más. Lo cierto, es que Barbour con su
individualismo fue la excepción a la tónica de colaboración de sus
compañeros. La inmensa mayoría de sus tiros fueron con uno o varios
defensores encima, comiéndose más de una penetración y, en todos los
casos, partiendo de una situación en absoluto ventajosa. Es lo que
vulgarmente se conoce como un chupón. Lo peor que se puede decir
de Barbour es que por él jamás fluye el juego, solamente se termina.
Pero la actuación ofensiva del de Kentuky fue el único borrón en una
tarde que podemos calificar de perfecta. Habrá quien pueda pensar que es
una tontería, pero qué importante resulta que una de las mejores tardes
de la historia del Donostia Arena, la mayor campanada, llegue el primer
día que TVE viene a Donosti. Ganar ha sido prácticamente certificar la
salvación, pero si hay una cosa que los sufridores aficionados del GBC
saben, es que cuando su equipo juega bien, además, divierte. Y que
precisamente fuera a mostrar su mejor versión en esta ocasión nos viene
pintiparado. Había que dar una buena imagen. Si llegamos a perder de
treinta, TVE no vuelve en otros tres años, pero ahora, el Lagun Aro les
ha demostrado que vale la pena subir al norte para pasar por Donosti.
Al fin y al cabo, de los cinco equipos que han sido capaces de derrotar
al que probablemente sea el mejor de Europa, somos los únicos que han
superado la barrera de los diez de ventaja.
No sé ustedes, pero desde el final del partido hasta ahora, yo estoy en
una nube, sin acabar de creérmelo del todo. Lo bueno es que este partido
no ha sido una anécdota sino el resultado de una progresión en el juego
que viene de semanas atrás. En lo que queda de temporada se trata de no
frenar esta dinámica, no relajarse y acabar con el mejor sabor de boca
posible en una temporada que, hay que reconocerlo, no ha sido nada
buena.
Disfruten de lo que ha sido un placer absoluto, un orgasmo
baloncestístico. Pero, por favor, no me digan que este equipo sólo puede
aspirar a la permanencia.