Me parece que en esta ocasión no voy a hablar mucho del partido frente a Baskonia, más que nada porque no hubo tal. Pero sí que hay un par de asuntos en los que es importante reparar y hacer hincapié. Primero, el hecho que quedó confirmado en Vitoria de que en las las salidas del equipo en las que más arropado ha estado por su afición han sido, por desgracia, de los peores correctivos que ha recibido el GBC en toda la temporada. Un hecho, que puede ser una desgraciada casualidad, pero que es cierto y que, además, refuerza la idea de la pésima segunda vuelta a domicilio que ha firmado nuestro equipo.
Y segundo, la, a mi modo de ver, preocupante sensación de satisfacción e incluso de éxito rotundo que se ha instalado esta pasada semana tras la salvación. Es como si, de repente, estuvieramos encantados de conocernos y las penurias quedaran olvidadas o, si acaso, reducidas a nimiedades anecdóticas. Señores, esto no es así. Precisamente, una vez conseguida la salvación, la salvación que ha sido la más barata del último lustro, es cuando debería aparecer la autocrítica. Y salvo en algunos jugadores como Doblas o Panko, que han demostrado ambición y autoexigencia en sus palabras, se echa muchísimo de menos algo de esto en el resto de estamentos.
La calificación de la temporada como llena de luces y sombras me parece la ideal. Pero creo que la oscuridad ha superado al brillo. La valoración del Lagun Aro GBC que realizó Dusko Ivanovic, diciendo que es un equipo capaz de ganar a cualquiera es cierta, pero hay que completarla con que también es capaz de perder con cualquiera. De hecho, llama poderosamente la atención que un equipo que es capaz de ganar un partido y perder el otro con Barça, Valencia, Unicaja, Cajasol, Gran Canaria, Estudiantes, Bilbao Basket y Joventut (es decir, ocho de los diez primeros, todos salvo Baskonia y Real Madrid, al que allí se le plantó cara); firme en cambio un récord de tres triunfos y ocho derrotas con los equipos de ‘su Liga’ de la que por supuesto saco al Murcia, que en ningún momento ha podido pelear por la salvación.
Esto demuestra que el peor enemigo del Lagun Aro GBC ha sido el Lagun Aro GBC. Un equipo capaz de competir de tú a tú con los mejores elementos de esta ACB y que sin embargo se desinfla frente a los rivales ante los que debería demostrar ese salto de calidad. Un balance de 8-11 frente a los 10 primeros y uno de 3-8 ante sus rivales directos… Da mucho qué pensar. Precisamente, la actuación ante los equipos con menos cartel y el rendimiento a domicilio han sido los dos grandes problemas de este equipo, unidos a la montaña rusa de juego, el ya conocido ahora juego de cine, la semana siguiente no ofrezco señales de vida. Esa ha sido la tónica de este GBC, sobre todo en los dos últimos tercios de competición.
Pero ojo, que estoy muy de acuerdo en que han existido luces. Y muy brillantes. Aunque han sido las menos. El inicio de temporada me pareció sencillamente sensacional. Demostando argumentos para creer en el equipo, esgrimiendo un rendimiento alto en casa y a domicilio, llegando a estar 3-3 lejos del Donostia Arena, un récord que finalmente ha sido de 3-14. Los partidos en casa ante Gran Canaria, Bilbao y sobre todo Estudiantes (éste último, para mí, el más completo en cuanto a juego del año en Illumbe). Las actuaciones a domicilio ante Real Madrid, Cajasol, Alicante y Joventut, aunque no fueran todas victorias, en mi opinión también están en el capitulo de lo más destacado.
Pero por encima de todo, entre lo mejor de la temporada después de la travesía por el desierto que tuvimos que padecer, me parece brillante cómo el equipo ha sabido hacerse fuerte en casa en la recta final de temporada. Una solidez, que en mi opinión tiene tres grandes protagonistas positivos: Pablo Laso, Ricardo Uriz y Albert Miralles, bueno, a Doblas habría que meterle también. Pero sobre todo, Laso y Uriz ha sido los artífices del lavado de cara absoluto cuando jugabamos en el Donostia Arena. Hay que reparar en el dato de que el GBC ha ganado cinco de sus últimos seis partidos como local y el que perdió ante Valencia incluso colaboró en la sensación de fortaleza en casa. Es un dato muy meritorio.
Precisamente, ese cambio de imagen en casa no ha tenido su refrendo en los partidos como visitante. Y así volvemos al comienzo del artículo y al apartado del debe. La sequía a domicilio ha cercenado por completo cualquier capacidad de progresión esta temporada. El GBC se estacó tras la victoria en Alicante e irónicamente, comenzó la racha de once derrotas seguidas lejos de Gipuzkoa con su mejor partido a domicilio de la temporada, en Badalona. Pero desde entonces, nada de nada. Bueno sí, el día de Estudiantes hay que reconocer que se compitió y se pudo ganar. Pero lamentablemente queda en anécdota.
Porque salvo ese partido, el resto de las ocho salidas de la segunda vuelta ha resultado un verdadero escarnio. No hemos sido capaces de competir ni en Manresa, ni en Málaga, ni en Bilbao, ni en Santiago, ni en Gran Canaria, ni en Valladolid, ni en Vitoria y por el camino nos hemos llevado palizas por más de 20 puntos en la mitad de esos ocho partidos (eso, sin contar el desastre de Canarias, donde se maquilló el resultado hasta perder por quince), hemos sido el único equipo que ha perdido con el Xacobeo en toda la segunda vuelta y, como guinda, récord historico en anotación y derrota por 35 puntos en Vitoria. Ya es mala suerte que las tres salidas en las que la afición demuestra su grandeza y su absoluta fidelidad al GBC (Bilbao, Valladolid y Vitoria), el equipo se empeña en firmar partidos pésimos. Sea casualidad o no, esto hace daño.
Pero bueno, si después de todo esto nos damos por satisfechos, pues vale. Seremos siempre un equipo que viva en la cuerda floja, un aspirante a nada más que a la mediocridad. Si en cambio valoramos lo positivo, que desde luego ha existido, y además nos sirve para reforzarnos; pero también somos capaces de mirar de frente y no de soslayo a lo negativo, encararlo y ser autocríticos para así aprender de los errores; entonces, quizá seamos capaces de crecer. Porque no nos engañemos, este año el GBC se ha estancado. La progresión no ha sido tal, incluso diría que ha acaecido una pequeña involución. Y por suerte, se ha salvado los muebles, después de pasarlo muy mal, no lo olvidemos. Pero es el mismo equipo el que se ha encargado de demostrar que podía aspirar a algo más que a esta insípida salvación.
No todo es blanco o negro, por eso, ni ha sido un desastre total de temporada ni tampoco podemos ponernos en la tesitura de sentirnos del todo satisfechos. En este momento, de verdad creo que lo que toca hacer es un profundo examen de conciencia (el famoso mirarnos en el espejo al que se ha recurrido en varias ocasiones esta campaña) para saber qué merece la pena ser mantenido y de qué debemos prescindir. Es importante acertar ahora más que nunca porque no podemos seguir estacandos, hay que dar pasos, aunque sean pequeñitos, hacia delante. Por lo pronto, se me antoja que una limpia absoluta y empezar de cero de nuevo sería un error gravísimo. Pero eso, lo dejamos para la semana próxima…