Esta noche es la noche. Y va a pasar una y otra vez. Tiene que pasar. Bonita noche; Barcelona es una gran ciudad. Me encanta la comida catalana; el pan tumaca, mi favorito. Pero hoy tengo hambre de algo diferente…

Por fin. Los días están contandos, ahora es ya sólo cuestión de horas que llegue el momento que llevábamos tanto tiempo esperando. Años. Y no queremos dejar pasar la ocasión. Por mi parte, ya tengo mi Ipod cargado y a mis habituales compañeros de trayecto Otis Reading o Lenny Kravitz, he sumado un par de temas de Ed Sheeran… un descubrimiento muy agradable. Las guitarras de AC/DC y los Foo Fighters me las guardo para cuando haya que subir al Sant Jordi. Además, alguna visita a Invernalia y ya está todo listo para coger el avión. Leyre me tiene comido el coco para que le dé una oportunidad a Ruíz Zafón, ella se lleva el tercero pero yo aún no he abierto la Sombra del Viento. Supongo que viajar a Barcelona sería el momento perfecto, pero estoy cautivado por la Canción de Hielo y Fuego. Se lo ha currado y está como loca con el viaje de hoy; como todos. Ya nos tocaba vivir un día así. Y lo reconozco, yo estoy nervioso. Me encanta viajar, pero hoy sólo pienso en llegar al pabellón; lo anterior es simplemente espera y tensión. Hasta que vuele el balón al aire.

Lo bueno de la Copa es que además de disfrutar del mejor baloncesto ACB condensado en cuatro días, tienes la oportunidad de ver a un montón de amigos con los casi siempre sólo tienes la posibilidad de hablar desde la distancia. Tengo ganas de ver a mucha gente, amigos, compañeros de trabajo de otros lugares, jugadores, entrenadores… y desde luego encontrarme con los de aquí pero lejos de casa; hay muy buena gente en este mundillo y aprovechar un torneo como éste para estar con ellos es un plus. Pero, sinceramente, eso después del partido. Ahora sólo me concentro en sentarme a pie a pista, con mi micrófono y por unas horas que se pare el mundo. Desde cierta hora sé que me voy a abstraer y para mí no va a existir nada más que ese rectángulo maravilloso en el suelo y esos dos aros a diez pies del cielo. Con la rueda de calentamiento y los triples de Jimmy desde su casa iré entrando, levantar la vista y ver las huestes romanas bañadas de azul, haciéndose enormes entre la inmensidad baskonista ya me tendrá completamente centrado; pero será ver la presentación del equipo, con el show de David y nuestros aficionados en pie lo que meterá de lleno, como una especie de alarma de que me toca sentarme y disfrutar. Como hago más o menos cada quince días en Illumbe, pero elevado a la enésima potencia. Antes del salto inicial, sé que me voy a acordar de todos lo que no vais a poder estar presentes, los que apoyaréis desde vuestra casa o desde donde sea, delante la tele o de la radio… si os ponéis nerviosos y empezáis a animar a los jugadores gritando a la pantalla, no tengáis duda, os oyen.

Y después, a confiar en los nuestros y en que todo salga bien. Calmar los nervios en los primeros minutos de partido va a ser fundamental, Baskonia tiene una experiencia de diez veces mayor, tanto como cuartos de final consecutivos llevan ganando y nosotros, debutamos en la competición. Pero aquí se trata de baloncesto y el nuestro es del bueno. Creo que todos estaremos de acuerdo en que incomodar a Prigioni y no dejar que se haga con el tempo de partido es una de las claves, si nos obliga a jugar andando va a ser muy difícil. Y después, a ver si encontramos el acierto. Jimmy puede ser el abrelatas perfecto, si enchufa las dos primeras las defensa vitoriana se va a ver en una encrucijada, porque su defensa interior se está convirtiendo en una fábrica de rivales mvp’s, pero si no salen a por Baron estando éste en estado de gracia, les puede ejecutar.

Precisamente el juego interior es, paradójicamente, un dolor de cabeza para nuestro rival. David Doblas está en su mejor momento físico y mental, quizá de toda su carrera y Andy Betts ha demostrado que tiene mucho en lo que ayudar. Es la gran diferencia respecto al partido de liga. Seraphine y Dorsey nos hicieron polvo… dos jugadores que ya no están. Mientras Doblas y Betts sufrieron en Vitoria, hoy en día son una amenaza real para los de Dusko. Y eso abre el abanico de posibilidades. Porque con Panko ya pueden estar alerta. El de Harrisburg está ante su día y sabemos de sobra que no suele faltar a este tipo de citas. No tengo ni una duda de Andy va a estar a su mejor nivel.

Lo que realmente me pasa es que estoy esperanzado. Ahora mismo no contemplo la posibilidad de que podamos perder; aunque sé que existe, creo que nos van a salir las cosas como queremos. Estemos o no acertados. Porque el acierto, y esto va por los dos bandos, puede ser determinante en el partido. Lagun Aro y Caja Laboral son dos equipos que si están acertados dan miedo. Cualquiera de los dos conjuntos, cuando tiene el día tonto desde la línea de tres, se suele llevar el partido.

Antes lo he comentado, pero quiero ahondar un poco en el tema, el ritmo de juego es decisivo. Ellos van a querer rebajar el número de posesiones, jugar al paso, lento y nosotros, volver loco el partido y que nuestros pistoleros lleven los guarismos lo más alto posible. Va a ser complicadísimo hacerse con la manija, pero ya hemos demostrado muchas veces que tenemos esa capacidad de que se juegue el partido que más nos interesa. Ni ellos son los mismos que hace unos meses en Vitoria ni nosotros tampoco. Y en lo que a eso se refiere, la diferencia nos beneficia claramente. Nuestra confianza es abismalmente superior a entonces, mientras que se sus dudas se han multiplicado. No nos confundamos, Baskonia tiene mucha presión en este partido. El fracaso sería mayúsculo y eso les puede jugar una mala pasada. Recordemos que vienen de dejar escapar un ventaja de catorce puntos hace pocos días, así que si las cosas van mal en algún momento, que a nadie se le ocurra enterrarnos… A menos de nueve minutos para el final en Murcia teníamos la Copa a quince puntos de diferencia y aquí estamos. Así que a pelear hasta el final, que confiamos mucho en nuestro equipo pero eso no quiere decir que esto vaya a ser un paseo por el campo. Si de algo nos tenemos que concienciar es que para ganar tendremos que darlo todo los cuarenta minutos y saber sufrir y superar momentos complicados, siempre creyendo en que podemos conseguirlo. Como hemos hecho siempre.

Y eso es precisamente con lo que quiero acabar. Confiemos en nuestro equipo pero no nos confiemos. El hecho de que estemos bien y ellos mal no puede hacernos pensar que somos favoritos, creo que sería un error. Pero podemos ganar, eso sí; siempre desde el trabajo constante. Optimistas sí pero sin triunfalismos. Es algo que viene siendo clave en nuestro éxito. Saber quiénes somos y desde ahí, no ponernos límites.

Pero por encima de todo, hoy es un día para vivirlo intensamente, el cosquilleo en la tripa, las ganas incontrolables de que llegue la hora, la sonrisa que se nos pondrá de ver a nuestro equipo en un escenario como ese y como protagonista de un torneo en el que están sólo los mejores. Por un momento, sentir eso de no me lo creo, pero después aceptar que estamos ahí por méritos propios y hemos ido para ganar. Porque estoy convencido de que vamos a ganar. ¿Creéis en este equipo? Porque yo sí. Ahora sólo se trata de que lleguen las siete de la tarde, aprovechar nuestro momento y dejarnos llevar… ¡Vamos Lagun Aro, a por ellos!