Hacía mucho tiempo que no perdíamos dos partidos seguidos, tanto como desde noviembre y no estamos acostumbrados. Por eso, en cierto modo, podemos cometer el error de permanecer como un ciervo ante los focos de un coche que se acerca, inmóviles, sin saber muy bien qué hacer o qué pensar. Pero el truco está en respirar un segundo y recordar quiénes somos. Somos el Lagun Aro GBC. Y nos quedan, al menos, cinco partidos para disfrutar, para sacarles el jugo y demostrar de qué pasta estamos hechos. Por suerte, tres de esos cinco son en casa… Parece mentira, tres partidos en casa y dos salidas y se acaba la temporada regular que más intensamente hemos vivido en la ACB. Y no queremos que se acabe, claro que no. Obviamente, absolutamente todos queremos estar en playoff y aunque parezca mentira, a pesar de haber perdido, en esa lucha la jornada nos ha ido muy bien. Una jornada menos y la misma diferencia de tres partidos (dos victorias más el average en todos los casos) respecto a la frontera de los que seguirán jugando, en este caso, por el título.
Ahora llega el momento de decidir. De pensar si de verdad confiamos en este Lagun Aro GBC o no. Porque cuando se gana y el viento sopla a favor es muy sencillo. Es ahora, después de morder el polvo dos jornadas seguidas, cuando hay que dar la cara; pero darla todos, equipo, afición… todos. Cuando brilla el sol es sencillo, pero con el cielo color carbón y lloviendo a todo trapo, cuesta más. Por eso el domingo que viene es una cita importante. No por el rival, ni la situación clasificatoria, no; por nuestra propia situación. Es a nosotros mismos a los únicos que nos tenemos que demostrar algo.
Y en Barcelona el equipo perdió, pero su espíritu volvió a ser el que conocemos. El rival fue mejor, punto. Lo demostró y por mucho que lo intentamos nunca conseguimos imponer nuestro juego. Es que resulta que jugábamos en la casa de uno de los cuatro mejores equipos de Europa. Pero lo vuelvo a decir, poco me importa el rival, me importa el Lagun Aro y lo cierto es que el balón no se movió como costumbramos a hacerlo, el bote substituyó al pase como protagonista en ataque y, por tanto, lo individual a lo colectivo. No es nuestro estilo y por mucho que la defensa rival nos forzará a ello, lo único que nos sirve es para aprender. Lo del Palau en ningún caso me parece un fracaso, sino más bien una lección. ¿Preocuparnos? Nada, cero. Ocuparnos. Ocuparnos de hacer todo lo que esté en nuestra mano para ganar el domingo al Joventut. Y todo lo demás no importa. Todo lo demás, los playoffs en la cabeza, las dos derrotas en el pasado reciente, no importan.
De Barcelona podemos sacar razones para el optimismo. Cosas que ya sabíamos, como el orgullo de este equipo y su voluntad de no rendirse por muy a oscuras que se quede. Prefiero mil veces jugadores que se van con -3 ó -4 de valoración porque lo han intentado con todo que otros con más valoración que pasen por el partido de puntillas. Por eso la rabia de Vidal o de Doblas no hace más que cargarme de motivos para pensar que el domingo vamos a salir a por todas. Pero también pienso que ganamos una declaración de intenciones por parte de Korolev: “Quiero ayudar”. Es lo que dijo en el Palau. Cierto es que llega muy tarde como para adquirir el ritmo de competición necesario después de tanto tiempo sin jugar; eso no se lo podemos pedir ni tampoco esperarlo; pero sí que de aquí al final pueda echar una mano, que mal no vendrá. Aunque lo que de verdad no vendrá mal es recuperar al señor Papamakarios, más que cuanto antes, lo más sano posible. Es curioso que sea su falta lo que de verdad habla de su presencia. Porque sus estadísticas me dicen tanto de él como los títulos de crédito de una película, ni de lejos me hablan de su juego. P-mak se ha convertido, poco a poco, a lo largo de la temporada y sin hacer mucho ruido, en una pieza clave en el engranaje de este GBC. Y ahora Illumbe lo adora.
Aunque la verdad, piezas clave, todas. Es lo mejor del Lagun Aro, aquí la máquina funciona con el aporte del que más juega, el que más anota y que más dirige, pero también por el que más se sacrifica o sale para jugar unos minutillos y lo da todo. A eso se le llama equipo y por eso mi confianza en este GBC es indestructible. Y el domingo me sentaré en mi localidad y dejaré otra vez la garganta y las palmas de las manos y cuando media horita antes de que todo empiece me siente en mi localidad mi ilusión será exactamente la misma que todos los días, consciente de que Illumbe y cada uno de sus asientos se ha convertido en decisivo, que ha llegado el punto que si el partido se oscurece por el motivo que sea, el equipo palpita al ritmo que la grada le marca. Y así hemos sacado partidos complicadísimos, me vienen unos cuantos a la cabeza, pero éste, el próximo, es ahora mismo el que más importa. El único que importa. Y ahora, que la derrota en el Palau aún nos escuece, nada mejor para darle la vuelta que la certeza de lo que nos espera el domingo. Una cita que por cierto, el club se ha encargado, peleando y mucho, porque sea a la mejor hora para la afición. Ahora que queda claro que esto no es fácil, que tenemos camino que recorrer, trabajo por hacer; ahora es cuando no vamos a pedir permiso para aterrizar. Queremos seguir volando. Ahora más que nunca, decirlo con orgullo no viene mal, somos el Lagun Aro GBC.