Nos han dado por muertos. Y nos han enterrado. Desde el jueves, me he cansado de leer mensajes de todas partes felicitando a Valencia, dando por hecho que estaban en semifinales… “Ya os tocaba”, “de vuelta a semifinales” y demás parabienes precipitados asumiendo que esto estaba acabado y nosotros también. Nuestra defunción ha sido anunciada a los cuatro vientos, por todos menos en Gipuzkoa y por nosotros. Porque transcurridos treinta y tantos minutos del segundo partido nos tenían preparado el ataúd y las palas comenzaban a cargarse de tierra… pero Illumbe entero con el desfibrilador en mano, reanimó a este equipo, este Lagun Aro GBC ha vuelto a dar una nueva lección de que la ilusión y la fe son capaces de derrotar a la lógica. Y hete aquí que la eliminatoria, de repente, está igualada y este muerto está muy vivo. Más de lo que muchos pensaban. Y resulta también que estamos simplemente, solamente, a una victoria de jugar las semifinales de la ACB. ¡Las semifinales de la ACB! No hace falta más que ganar un partido para que un sueño que hasta hace nada sonaba inalcanzable, se haga realidad. Pero es que la palabra imposible no viene en el diccionario del GBC y rendirse ni siquiera es una opción para el grupo que entrena Sito Alonso. Por lo tanto, para todos los que nos daban por muertos, los mismos que ahora pensarán que no tenemos ni una opción el martes en la Fonteta, que se vayan olvidando. Aquí nadie va a bajar los brazos, ni está dispuesto a parar ahora.
Los playoffs tienen estas cosas. De nada sirve lo que ha pasado hasta ahora. La historia se reduce a 40 minutos más, en los que no tenemos la ventaja de campo; pero echando de menos el aliento de una grada que ha vuelto a demostrar que es capaz cambiar el signo de un partido, el Lagun Aro ha dado garantías durante todo el año de que jugar fuera no le incomoda lo más mínimo. Hasta esta temporada, tres era nuestro tope de victorias fuera de casa; este año hemos ganado casi tantos partidos lejos de Illumbe -nueve-, como en casa -diez-, y de paso hemos roto un buen puñado de maldiciones en feudos que parecían infranqueables. En Valencia tampoco hemos ganado nunca en nuestra historia… éste es el momento ideal para conseguirlo. Y una de las cosas más curiosas y maravillosas que tiene el deporte es que en esta serie, hay que reconocerlo, la manija la ha llevado Valencia casi en todo momento, se ha jugado a lo que su superioridad física ha planteado, al ritmo que ellos han marcado y determinando todo por el acierto de sus puntales. El Lagun Aro por su parte, ni de lejos ha sido capaz de mostrar su auténtica dimensión, el acierto ha brillado por su ausencia y ni mucho menos ha dado una exhibición de fluidez y solvencia como las que nos tenían acostumbrados. Lo que sí ha dado es una lección de fe. Ha firmado un tratado sobre lo que implica no rendirse y creer en uno mismo y sus compañeros hasta las últimas consecuencias. Y por eso, nos hemos ganado la oportunidad de seguir soñando un día más. Y lo vamos a tener que hacer con mucha más fuerza y más unidos que nunca.
Vamos a tener que sacar fuerzas de donde no las hay. Es una realidad; el equipo está exhausto, agotado, machacado físicamente. Sin embargo, se acaba de dar y la grada de Illumbe le acaba de regalar, una dosis extra de confianza que le permite revertir por completo el factor mental. En la cabeza del Valencia Basket esta eliminatoria estaba finiquitada… Lavar, cortar y peinar y preparados para salir para salir bien guapos. Hasta el descanso en Illumbe habían ganado seis cuartos de seis, acumulando una ventaja de 33 puntos. Pero desde entonces… todo cambió. Ni un solo parcial a su favor entre los dos siguientes cuartos y la prórroga, para una renta favorable al GBC de nada menos que 15 puntos. Qué cosas. Para el aspecto de superioridad que se estaba asumiendo en beneficio de los taronja, en los 25 últimos minutos de eliminatoria ganamos por quince puntos. Casi nada. Y 1-1. Un el billete para semifinales en liza y la eliminatoria, de golpe y porrazo, en jaque. Ahora eso de “win or go home” vale para los dos… Ahora todo es posible cuando mediado el último cuarto prácticamente daban por hecho su pase a la siguiente ronda. No tiene que ser un pensamiento muy agradable… y menos con su reciente y abundante historia de batacazos en cuartos.
Ni de lejos hemos jugado cómodos en toda la eliminatoria. En lo que al acierto se refiere, hemos estado desconocidos teniendo en cuenta nuestra capacidad. Pero aunque no la hemos mostrado, tenemos esa capacidad. Ahora es cuando yo me pregunto, ¿y si de repente empezamos a meter los tiros?, ¿y si, por lo que sea, comenzamos a sentirnos cómodos?, ¿y si esa mano firme y decidida que hasta ahora ha tenido Valencia, por la circunstancia que fuere, comienza a temblar? Lo que está claro es que en este momento somos dueños de nuestro propio destino y si nuestros porcentajes han sido bajos, es muy probable que comiencen a subir. Estamos 1-1 sin jugar nuestro mejor baloncesto, sin jugarlo ni de lejos, sin que algunos de nuestros mejores jugadores muestren su verdadera dimensión… ¿Y si ahora son capaces de sacarla? Como eso suceda, de verdad, sinceramente, no me gustaría estar en la piel de nuestros rivales. Pero también puede suceder que no estemos tan acertados y que seamos capaces de estar siempre en el partido y llegar vivos a los minutos finales… ¿Qué pasará entonces? Porque si en algo se ha doctorado el GBC esta temporada es en finales apretados. Porque salvo el pasado jueves, hemos competido siempre. Y hemos aprendido a convivir con esas situaciones y a sacarlas adelante con victoria. Si llegamos al los últimos minutos de eliminatoria con un resultado corto no me gustaría ser el equipo que se las tenga que ver con la fe inquebrantable del Lagun Aro GBC.
Porque si buscamos razones para explicar nuestra primera victoria en unos playoffs ACB (qué bien suena) son nuestras señas de identidad los argumentos principales que escriben este nuevo capítulo grabado para siempre en nuestras retinas. No ha sido la mejor entrada en cuanto a número de la temporada en Illumbe, pero ha sido la mejor entrada de mundo en lo que a apoyo y empuje se refiere. Lo digo yo que llevaba cascos que supuestamente aíslan del ruido exterior… y ni aislar ni nada parecido, hubo momentos en los que era literalmente imposible escuchar nada más allá de un grito unánime tirando de un GBC que fue capaz de obrar un nuevo milagro, sostenido por su gente. Y algo me dice que a este equipo no se le ha acabado la magia. Aún queda lo mejor, es lo que hacen los buenos magos, te tienen pendiente hasta el último acto y entonces muestran su mejor truco. En esta eliminatoria, a Sito le va a tener que quedar algo fantástico en la chistera, porque por lo visto estamos muertos y hay que reconocerlo, todo el respeto a Valencia, que es puro talento y poderío físico… vamos a tener que dar lo mejor para eliminarles.
Pero, evidentemente, hay que creer a muerte en este equipo. Estoy convencido de que el martes vamos a ganar. Convencido. Claro que no será fácil, esto son los playoffs de la ACB, el que esperara un paseo plácido por el campo tenía un concepto equivocado de lo que va esto. Hay que sufrir y el Lagun Aro sabe hacerlo. Y si ya tenía argumentos de sobra, el liderazgo moral de un David Doblas más centrado y responsable que nunca, su absoluto sacrificio y creencia hasta el final me hacen confiar todavía más. El descaro de Neto, su defensa y la de Papamakarios que en la segunda parte cerraron el grifo de Nando de Colo. El empeño de Panko que encontró su recompensa final. La entrega de un Sergi Vidal que logró ser decisivo incluso jugando cojo. El equipo en definitiva. Cuando no salían las cosas, la pareja Doblas-Lorant cerró las puertas de nuestra canasta; Raul y Pakman borraron el talento rival y Vidal echó el resto. Y Jimmy encontró una brecha en la defensa valenciana. Y Salgado supo salir pulcro y aseado de un partido que se le presentaba embarrado. Y el equipo encontró el interruptor cuando la última luz estaba a punto de apagarse. Un equipo normal, un equipo cualquiera, llegado este punto, baja los brazos, acepta la derrota y se marcha a casa diciéndose que haber llegado hasta aquí ya es tremendo. Y lo es. Pero este equipo tiene algo, es especial, es diferente a los demás. Y por eso no sólo se ha ganado la opción de seguir luchando. Si no que tiene que saber, en su interior, que puede conseguirlo y va a conseguirlo.
Ese carácter que define al Lagun Aro GBC es la principal razón de esta victoria, pero los que no entienden más que de números y estadísticas, debe convencerles que todo eso se tradujo dentro de un partido en el que pitaban bastos, en un mejor porcentaje de dos que el rival, un mejor porcentaje de tres que el rival, el triunfo en la batalla del rebote y en definitiva, una victoria justa se mire por donde se mire. Ganamos porque cuando nadie hubiera creído que se podía, nosotros, los que estaban en la pista y los que los animaban desde sus localidades, sí que creímos. Y resulta que ganamos porque al final fuimos mejores. Toca ir a de vuelta a Valencia y el club que como siempre también está constantemente ganando partidos, hace posible que un autobús ponga un buen puñado de camisetas azules entre el infierno naranja, donde nunca hemos ganado, donde hace unos días nos llevamos la única paliza de la temporada y donde ahora podemos hacer realidad el sueño más bonito que hayamos tenido: Pasar a unas semifinales de la Liga ACB. ¿Vamos a dejar de soñar ahora?, ¿vamos a dejar de creer? Yo diría que no. Los que nos han enterrado van a tener que ver cómo caminan los muertos, porque a este inmenso corazón de sangre azul aún le quedan pulsaciones y quiere volver a latir en Illumbe.