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Puerta atrás

Lo que somos, lo que no somos, lo que queremos ser

Perdido e inseguro. ¿Dónde está el GBC? No encontramos al equipo esta temporada, por ninguna parte. Nuestra ilusión, tirada por el suelo. Cansados de esperar una reacción, de esperar que pase algo. Esperando que alguien cambie las cosas. Inconstancia, desconfianza, falta de cohesión, deriva… son algunas de las características que el Lagun Aro muestra sobre el parqué cada jornada. Y cada gesto, cada intención, cada voluntad individual parece demasiado pequeña sin la fuerza del bloque. Si no es el conjunto el que empieza a hacer que las cosas sucedan y no lo hace durante cuarenta minutos, lo que ahora parece demasiado poco puede convertirse en demasiado tarde. Dos victorias en toda la primera vuelta, faltando Barcelona y Valencia. Y lo siento mucho, pero el equipo no se ha ganado el derecho a que confiemos en que pueden ganar alguno de estos dos partidos. No con este espíritu a prueba de absolutamente nada. Lo que pasará a partir de enero, no sé; pero lo que ha sucedido hasta ahora esta temporada me invita a pensar que este no es el camino. Hay algunos que siempre están, acertados o no, su influjo se nota. Después, con el resto sucede que cuando unos están, otros no y parece que nunca acaban de ponerse de acuerdo para sumar como deben y en lo que deben y al final, es conjunto el que nunca acaba de estar. No acaba de estar. Porque estar 20 minutos y luego marcharse es como estar. Es pírrico. Es insuficiente. Y nos aboca al último puesto de la ACB. Porque somos colistas y tenemos dos victorias, un resultado para el que sobran los comentarios.

Este equipo, es capaz de mucho más. Estos jugadores son capaces de algo mejor. Si la cuestión fuera que le estamos sacando el jugo a nuestro potencial, estuviéramos exprimiendo nuestras capacidades y a pesar de ello nuestra clasificación fuera la que es, pues nos aguantamos y tiramos para adelante lo más dignamente que podamos. Pero no es el caso y es frustrante. Realmente, no estoy dispuesto a salvar a unos y culpar a otros, ni a decir lo que está haciendo mal cada uno, hacer sangre con un balance de dos victorias y trece derrotas sería sencillo, pero aquí sufrimos todos, así que suframos juntos; además, cada miembro de esa plantilla sabe qué es lo que puede dar y no está dando, no voy a recordárselo. Pero sí voy a instarle a darlo, si voy a pedirle que lo dé, si voy a comentarle que Illumbe ya estará lleno, pero hay miles de personas, más que en la mayoría de canchas de la ACB, que no les han dado la espalda y están echándole valor, cumpliendo con su parte y aguantando el tipo. Ya va siendo hora de que les devuelvan algo más que migajas.

Y está de más entrar en un profundo análisis del juego, ni recurrir a un oráculo. En este caso, no es tan complicado. En otras ocasiones sí, pero en este caso no hace falta un ojo clínico para advertir que por el camino del día del Cai o de la primera parte en Santiago el asunto funciona, la cosa marcha. Lo que sucede es que esos despliegues se están quedando en anécdota. Es anecdótico jugar un par o tres de partidos completos si el resto son una calamidad en lo que a constancia se refiere; lo es jugar una sólida primera parte si el equipo se borra del partido en la segunda. Es que la sensación de deja vú en Santiago frente al primer partido de la temporada fue potente; en el Palau sumamos dos puntos en el tercer cuarto, en Sar durante el mismo parcial llegamos a cuatro. Caminar en círculos no te lleva a ninguna parte.

El secreto del éxito muchas veces se encuentra en los pequeños detalles. Suelen marcar la diferencia entre la mediocridad y la excelencia. Y esta temporada de excelente, de momento, no hay absolutamente nada. Y a mí me viene a la cabeza que no podemos esperar. Hay que cambiar; jugadores, mecanismos, rutinas, vicios… no podemos seguir así. Y ponemos esto en manos de Sito Alonso que siempre tiene las palabras correctas, siempre analiza perfectamente lo que está pasando, pero de lo que se trata es de que encuentre la manera de salir de estar espiral, que encuentre soluciones para un equipo con equipo con síntomas preocupantes. Que encuentre la cura, que encuentra el ungüento que sane al grupo, que engrase la maquinaria, el pegamento que convierta un puñado de jugadores en un bloque, en un todo; que ajuste la brújula para un equipo que no acaba de vislumbrar su norte; la alquimia adecuada que transforme mediocridad en algo especial. No es fácil, pero estamos hablando del mejor entrenador de la ACB. Sacar esto adelante sería un logro menos vistoso pero más complicado que lo conseguido la temporada pasada y eso es mucho decir.

Hay que aceptar lo que somos, un equipo sin rumbo y sin autoestima; reconocer lo que no somos, es decir, un equipo competitivo y encontrar lo que queremos ser, un Lagun Aro GBC capaz de ganar partidos, de enganchar con una manera particular de competir, de jugar un baloncesto eficaz durante cuarenta minutos y de convencer. Pero para eso, primero se tienen que autoconvencer los que están ahí dentro de que pueden. Si no, esto va a ser imposible. Ser o no ser lo que somos, ser o no ser lo que queremos ser desde aquí y hasta que esto se acabe. Y aún queda mucho para que se acabe. Pase lo que pase, vamos a firmar nuestra peor primera vuelta en la ACB. Hacer que las cosas sucedan antes de que se nos haga tarde para darle la vuelta. Perdido e inseguro. ¿Dónde está el GBC?

 

Iker Sagasti. @sagastiker

Fotografía: Luis García. @lgarcia_69

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