Que no deje de sonar esa sinfonía en lo que queda de temporada. La Heroica. Se pueden ganar o perder partidos, pero de esta manera el Lagun Aro va a prosperar. El último partido de la primera vuelta ha sido el mejor para el GBC en lo que vamos de temporada, ha marcado el camino a seguir; no por una cuestión técnica o táctica, sino por el radical cambio de talante del equipo, por el sobrecogedor carácter y la inmensa alma que sacó a relucir una plantilla que hasta ahora había sido la sombra de sí misma, una versión desnatada de lo que son capaces y que por fin irrumpió en toda su extensión. Claves sencillas a la hora de desempeñar un cambio de lo más complicado. Todo gira en torno al cambio de carácter. Y a partir de ahí, una defensa imponente que conspira en beneficio de la autoestima del equipo y la renuncia al miedo y las dudas en ataque. Además, que cada uno consiguiera respetar su papel, cumpliera con su tarea y ayudara a sus compañeros, es un hecho que convierte al grupo en operativo y saca lo mejor de cada jugador para que el Lagun Aro mostrara la cara que más orgullosos nos hace sentir. Porque cuando juega bien nos vamos contentos, pero cuando pelea hasta el último aliento, nos vamos orgullosos.
Ante Valencia, a 1:44 del final, cuando ganábamos por dos y la bola era del rival, pensé que ganar era muy necesario, pero pasara lo pasase en esos 104 segundos, el GBC se había vuelto a ganar el respeto. Un respeto que había perdido y que era lo primero que tenía que recuperar. Lo consiguió, sumó la victoria y convirtió su reacción en el rayo de luz que perseguir para salir del túnel. Éste puede ser, sin ninguna duda, el punto de inflexión, el principio del cambio. Sólo hace falta en que el espíritu del equipo, sus ganas, su manera de creer y de luchar ante las adversidades se conviertan en un hábito. Logrando eso, vamos a salir de ésta. Esto sólo es el principio.
De todas las buenas vibraciones que percibimos, hay un asunto que me tranquilizó por encima de todos los demás. Y es que por fin, cuando aparecieron los problemas, el equipo fue capaz de encararlos con valor, con decisión. No podemos pretender que juguemos los partidos sin la expectativa de que aparezcan momentos complicados, lo que hay que hacer es estar preparados para afrontarlos y superarlos. Ante Valencia, los cinco que había sobre el parqué más los que estaban de corto y de traje en el banquillo, más los 6.150 de las gradas estaban dispuestos a enfrentarse a cualquier problema de la mejor manera posible. Unidos y convencidos. Y claro, eso se nota.
Sin lugar a dudas, el colectivo fue el protagonista, como siempre que nos ha ido bien en los últimos tiempos; pero por encima de todos, quiero destacar a cuatro jugadores que ejercieron de catalizador para la reacción y el cambio de aspecto del equipo. Para empezar, dos guerreros, dos auténticos luchadores que contagiaron absolutamente a todo el mundo. Manos Papamakarios e Ivan Paunic. Su partido y sus números hablan mucho de lo poco que tiene que ver a veces la valoración con la realidad del baloncesto. Tanto el griego como el serbio firmaron sendos seis en valoración, pero su aporte al equipo, su influjo en el partido fue infinitamente superior. Tanto, que fueron absolutamente decisivos, ambos fueron clave en la victoria. Su defensa, su fuerza y su fe operaron como ejemplo e infectaron al resto como un virus, que en este caso, lejos de quitar energía, la insufló en vena. Ambos, junto a Neto y Doblas, fueron los líderes en el cambio defensivo y en ataque, a pesar de tomar alguna que otra mala decisión, desde luego que tuvieron la valentía necesaria que requería en partido. Mak e Ivan estuvieron inmensos y que con sólo un par de días en el equipo, Paunic ofreciera esa imagen de compromiso y de querer comerse el mundo, da mucho que pensar y pone en evidencia a un jugador con el que comparte posición y que sólo permaneció 46 segundos en pista porque desde luego no le puso ni el 1% de las ganas de sus compañeros.
Pero junto a Pakman y Paunic, que fueron actores principales en esta heroica, la actuación de otros dos jugadores puso coherencia y sentido al juego del equipo. Si Woods ejerce el papel que le toca, las cosas funcionan mejor. Si lo intenta, si es capaz de desequilibrar, de suponer un problema para las defensas rivales, si tienen que estar pendientes de sus desbordes, si busca el aro (a pesar de que tomara alguna que otra mala decisión), si está activo, si se hace presente, si es capaz de percutir, si no sólo su par tiene que estar pendiente de él, si ayuda en el rebote… entonces todo el juego del Lagun Aro GBC luce mejor, sus compañeros lo agradecen y pueden brillar más. No es casualidad que sus dos mejores partidos en muchos meses y sobre todo los más constantes, coincidan con las victorias ante Cai y Valencia. A ver si es capaz de hacerlo de manera continuada porque todo el engranaje funcionaría mejor. Y por último, David Doblas, el corazón que hacer latir a este equipo. Equilibrando desde dentro el juego del Lagun Aro, ofreciendo solidez en ataque y en defensa, bregándose, ganando la batalla a sus pares una y otra vez, sin conocer el significado de rendirse. Fue un seguro de vida, él ejerció como los cimientos en la construcción de la victoria y a la hora de la recuperación del espíritu. Un baluarte. Y aunque estos cuatro jugadores fueran el objetivo de los focos, compartiendo las tareas de brillar y de encargarse del trabajo sucio y de la brega; el trabajo oscuro de los bases me resulta también fundamental para entender la victoria. Pusieron cabeza, trabajaron atrás y por fin pudieron delegar en el resto y que el juego fluyera a través de ellos. Propusieron más y finalizaron menos, les dejaron jugar más de base.
La verdad es que estuvo muy bien el partido, pudimos disfrutar como hacía mucho tiempo que no hacíamos, nos llevamos las mejores sensaciones de toda la temporada. Y nos sentimos muy orgullosos del un GBC que reconocimos a la perfección. Pero esto sólo debe ser el principio, tiene que ser un primer paso sólido en un camino que nos saca de la oscuridad en la que hemos estado inmersos. Jugando mejor o jugando peor, no nos puede faltar ni un solo día más este espíritu, este carácter, esta creencia inquebrantable. Es por ahí por dónde vamos a darle la vuelta. Hay que ser muy fuertes y muy duros de mentalidad durante la segunda vuelta. Hay que entonar la heroica cada día hasta el final de temporada. Porque cada día nos estamos jugando la vida. Y desde ahí, ser capaces de crecer en nuestro baloncesto.
El viernes llega la primera oportunidad de refrendar la reacción, de comenzar a convertirla en hábito. Una de las personas más inteligentes y que más sabe de basket que yo conozca, me dijo el otro día que eso de que el halago debilita es una tontería. Que el halago debilita al necio. Que lo que tiene que hacer el halago es responsabilizar para hacerlo todavía mejor, tiene que ser un impuso para seguir creciendo. Eso mismo tiene que aplicarse el GBC. Salimos todos muy contentos, disfrutamos mucho; pero esto no ha hecho más que empezar, ahora no se puede parar. Inyección de confianza y a trabajar con más ganas que nunca.
Porque ganas le tiene que dar al equipo ver la afición que tiene. Qué demostración, qué espectáculo. Después del correctivo de Barcelona, lejos de venirse abajo, tira con más fuerza del equipo, implementa aún más acciones para arropar y demostrar al equipo que está con él. “Ahora más que nunca Lagun Aro GBC”, esa pancarta y la de apoyo a Miguel Santos, por el que todos estamos velando, demuestran lo que es esta afición, lo que significa, lo que aporta al equipo, al club. Es una exhibición constante de las miles de personas que nunca fallan al Gipuzkoa Basket incluso en los peores momentos. Unas cuantas filas por detrás de donde tengo mi localidad, se sienta un niño de cinco años -cinco añazos, dice él-, Oier, que se pasa el partido animando y haciendo sonar su turuta y que cada vez que el GBC pierde, se va a casa llorando. Su padre le intenta calmar y trata de hacerle entrar en razón, pero no hay manera, es matemático, si el GBC acaba sumando la derrota, se va hecho polvo. Me fijo en él en cada partido y ante Valencia se iba a casa con una sonrisa de oreja a oreja. Y no pude dejar de pensar que por él, por toda la gente que se va afónica a su casa, por todos los se pasan los partidos nerviosos, por los que sufren con el equipo, por los que suben a Illumbe pensando siempre que esta vez ganamos, por los que aplauden hasta la extenuación… por todos, que son muchos, que son miles, por ellos el Lagun Aro GBC no puede mostrar otra imagen que no sea la de este último partido; la imagen de no dar un balón por perdido, la imagen de vaya como vaya el marcador, el partido no se acaba hasta el último segundo del minuto cuarenta. Si eso pasa, esta segunda vuelta vamos a disfrutar, esta segunda vuelta vamos a creer y este segunda vuelta va a servir para ganarnos de nuevo el respeto de todos y para salir del situación en la que nos hemos metido. Este último partido escenifica el principio del cambio. El viernes llega el próximo capítulo.
Iker Sagasti. @sagastiker
Fotografía: Luis García. @lgarcia_69