Nos tenemos que acostumbrar. Desde aquí hasta el final de la temporada, las leyes que van a regir nuestro destino son las de la frontera, la línea que define si estás salvado o si estás hundido, si estás vivo o estás muerto. Aunque en esa región en la que nos toca vivir, porque no existen los absolutos, porque por mucho que la clasificación diga una cosa, la realidad baloncestística de un equipo puede hablar bien claro de algo muy distinto. Eso es lo que sucede exactamente con el Lagun Aro GBC, que esta semana vuelve al descenso pero sus síntomas son de un equipo que está muy vivo, en constante crecimiento y capaz de mirar de frente y a la misma altura prácticamente a todos los equipos de la ACB. Pero las leyes de la frontera traen consigo un tipo de presión muy complicada, y más desagradable de la cuenta, que de repente nos mete en un carrusel de entrar y salir de la zona roja, que si te dejas afectar por él puede distraerte mucho de lo que de verdad debe ocuparnos: el juego del equipo.
Y en ese sentido, por mucho que perdiéramos, seguimos avanzando. La espiral de una jornada jugar GBC en casa, Fuenlabrada fuera y a la siguiente al revés; pensando en lo tuyo y de reojo en lo del otro, en mi opinión, no beneficia a nadie. Lo que vale aquí, lo que importa, es ser capaces de sostenernos en un baloncesto sólido y efectivo, que refuerce cada vez más al equipo y consiga victorias. Es lo que está pasando desde el parón copero, un periodo en el que hemos ganado todos los duelos directos y hemos perdido en Bilbao y Vitoria, con la bueña señal de que el equipo demuestra crecimiento en la derrota del Buesa Arena con respecto a la de Miribilla. Cree más y durante más tiempo. Lucha hasta el final y encuentra recursos y mentalidad donde hace tiempo no la había. Saca conclusiones beneficiosas de una derrota por otro lado lógica.
Pero del partido frente a Baskonia se pueden sacar un buen puñado de conclusiones, porque al jugar frente a un equipo que te supera en físico y recursos en la rotación, que te pone en aprietos, es más sencillo evidenciar carencias y en ese sentido, el GBC las tuvo pero también demostró ser capaz de indentificarlas y paliarlas. Para empezar, no hay que olvidar que jugábamos sin Woods e incluso en esa situación, el Lagun Aro GBC quiso ser él mismo, no tuvo complejos y fue capaz de jugar cómo más le gusta. Ahora bien, no todo fue bueno. La consistencia, ese es el caballo de batalla de este equipo. Dentro de la úberrima mejora global de este colectivo, los altibajos dentro de un mismo partido están siendo la peor herencia de la época en la que la cosa no funcionaba. Es una constante. Prácticamente en todos los partidos en lo que la faz del equipo ha dado por completo la vuelta, el mayor lunar reside en que el GBC intercala momentos brillantes, de juego pletórico en ambos lados, prolífico en cuanto a puntos, con otras fases en las que se detiene, se atasca. Parciales a favor muy destacados y apagones realmente acusados. Y claro, cuando más se ha puesto de relieve ha sido ante Bilbao y Baskonia porque equipos tan completos no te perdonan. En el resto de casos siempre hemos podido limitar daños o controlar la situación, pero el problema está ahí y debe servir como alerta para que algún día no nos llevemos un buen susto. Hay que corregirlo para dar otra vuelta de tuerca a la progresión y el empaque del conjunto.
En el lado bueno, empieza a ser una realidad palpable que en la plantilla del GBC se han apuntado todos a fiesta. Porque el día que no consiguen brillar algunos de los primeros espadas, los secundarios tomaron la alternativa sin ningún rubor y siendo muy capaces de dar la talla. Díez, Rubio e Ibekwe entre otros dieron un paso adelante. Aunque con el pívot nigeriano tengo cierta sensación de luces y sombras, de que es capaz de ayudar en muchas facetas, intensidad e intimidación por encima de todo, pero lo mezcla con despistes e incluso diría que falta de rigor táctico que le quitan solidez al equipo cuando él está en cancha. De nada me sirve que ponga el tapón espectacular si justo antes no ha cerrado el rebote o ese coast to coast por su cuenta y riesgo. Aunque para ser justos también hizo muchas cosas bien. Es sólo que tengo la impresión de equipo más compacto y sólido cuando Doblas está en cancha y echo de menos algo cuando juega Ibekwe. Y eso que éste no fue precisamente el partido del cántabro, pero yo le echo en falta en cancha cuando no está. Dicho esto, la mejora por parte de Ibekwe de unas jornadas a esta parte es enorme, está aportando más y mejor y el equipo sale ganando.
Siguiendo con lo que decía sobre que jugar contra equipo como Baskonia pone más de relieve las carencias que debes mejorar, se demuestra que cuando nos falta dominio en el rebote lo pasamos mal, por otro lado la defensa del equipo se ha desarrollado una barbaridad, pero tanto cuando nos atascamos en ataque como cuando nos rebotearon en nuestra canasta, esa resistencia defensiva, esa fortaleza, al final no era bastante. Y no hay que olvidar que en esta ocasión -y es muy raro que pase- perdimos la batalla en el puesto de base. Pasó en Bilbao, se repitió en Vitoria y es obvio que para nosotros es un factor meridiano para que la máquina funcione. Con todo, durante muchos minutos el equipo logró una tenacidad y un equilibrio en su juego que no sólo le bastó para equipararse al Baskonia, sino que incluso era capaz de superarlo -como en el brillante primer cuarto-. Fue la inconsistencia lo que nos mató.
Lo bueno de todo esto es que vamos a más, nos hemos quitado cualquier atadura en lo que a complejos se refiere, somos capaces de mostrar un ataque y una defensa que funcionan y que ganan partidos; la rotación funciona, compartimos el balón. En lo único en lo que hay que empeñarse es en hacerlo el máximo número de minutos posibles.
A decir verdad, me quedé con un sabor de boca bastante bueno después de partido. Perder nunca es positivo, pero las sensaciones que transmitió el equipo en cambio si lo fueron. En muchos sentidos este derbi se me antoja como un nuevo paso adelante y un aprendizaje que va a hacer falta de cara a los siguientes retos, porque la exigencia comienza a ser mayor cada día y el bagaje que saca el GBC de Vitoria es provechoso. Nunca se rinde, aprieta hasta el final, le da igual el marcador… son características propias del Lagun Aro y aparecieron todas. Eso debe ser un refuerzo. Porque vamos a más y de este camino ya no debemos salirnos. Canarias será la siguiente prueba, nada fácil por cierto; un partido que otra cosa no, pero no promete un juego vistoso y divertido, los amarillos van a venir dispuestos a jugar de tú a tú y a ver quién es mejor. Creo que estamos preparados para ganar esa batalla, pero no sé si somos conscientes de que es un partido con una dificultad realmente enorme y que puede marcar la diferencia para el GBC. Lo único seguro es que hay que estar preparados para no aflojar. Porque la ley más importante de la frontera en la que nos movemos es que es obligatorio darlo todo hasta el final.
Iker Sagasti. @sagastiker
Fotografía: Josu Izarra / ACB Photo.