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Puerta atrás

Calor histórico

Hacía mucho tiempo que no escribía de NBA por aquí y supongo que simplemente he encontrado la excusa perfecta: una conversación, un debate acerca de los imponentes Miami Heat ha ejercido como la chispa adecuada, como el catalizador necesario para pasar un buen rato hablando de baloncesto. El culpable de todo esto no es otro que Javier Gómez, director general del Breogán de Lugo, antiguo profesor de la Universidad de Santiago, erudito de este magnífico deporte y al que me permito considerar mi amigo. Después de un comentario que dejé sobre estos Heat como uno de los mejores equipos de los que he podido ser testigo, Javier escribía esta brillante reflexión en su blog:

http://gotasdetinta.galiciae.com/?p=286

Pocas pegas se pueden poner a este vistazo a la historia, a esta revisión enriquecida con una opinión bien argumentada, un artículo del que yo he aprendido una barbaridad; aunque me gustaría introducir algunos matices.

Lo primero que voy a hacer es reafirmar lo que ya dije. Si te gusta el baloncesto no te puedes perder a estos Miami Heat. Es, sin lugar a dudas, uno de los mejores equipos de los que yo jamás haya sido testigo. Y si consiguen el anillo, opino que no habrá habido nada igual desde los Bulls del 72-10. Y pienso que el paso de los años les colocará en ese lugar -siempre y cuando alcancen la meta final del anillo-. Y me parece que se está obviando una singularidad de estos Heat, que reside en que están en disposición de dominar la liga durante un periodo extenso de tiempo sin un pívot dominador. Todos los dueños de la NBA durante la larga historia de esta liga atesoraban en sus filas un center relevante, desequilibrante. Desde Mikan, pasando por Russel, Chamberlain, Alcindor/Jabbar, hasta Shaquille O’neal, e incluso Reed y Olajuwon, cuyos equipos se engarzaron dos anillos en ambos casos. Sólo una excepción ha sido capaz de regentar la NBA con cruel tiranía: los Chicago Bulls de Michael Jordan.

Desde ahí, desde esos Bulls, y siempre desde mi punto de vista, hay dos equipos que me atraparon por su juego a pesar de que no fueron capaces de alcanzar la excelencia competitiva: Los Sacramento Kings de 2002  cuyo baloncesto de gourmet tocó con los dedos la gloria de la que se quedó a un par del peldaños y los Phoenix Suns que siempre tuvieron en San Antonio su baño de realidad. Precisamente los dos verdugos de estos paraísos del baloncesto vistoso fueron los amos en el ínterin entre aquellos Bulls y estos Heat. Siendo sincero, aquellos Lakers nunca me enamoraron, nunca terminaron de convencerme, jamás descubrí en ellos la emoción que me provocaba ver a los Bulls y que de nuevo comienza a nacer en mí cuando veo jugar a los de Southbeach. Es esa mastodóntica e insultante superioridad en su juego. Los Lakers de principios de milenio jamás la tuvieron. Contaban con el O´Neal más determinante y aun así, racaneaban.

Los Spurs se me antojan un caso diferente, especial. Su excelencia quizá nunca fue tan aguda, tan acusada, sino más bien crónica. Si no me equivoco, los tejanos acumulan con ésta catorce temporadas consecutivas superando las cincuenta victorias, algo que nunca nadie hizo antes y su botín han sido cuatro anillos como cuatro soles -aquello de que en año impar ganaban los Spurs- con el denominador común de contar con el mejor ala-pívot de la historia de este deporte y un genial estratega sentado en el banquillo. San Antonio adaptó (y adapta) su juego a las necesidades del guión y ha sido capaz de ganar matando partidos y dinamizándolos también. Alcanzando un nivel baloncestístico muy destacado y por cierto muy apreciado en Europa debido a su gusto por compartir el balón y circularlo en busca de la mejor opción de lanzamiento; jamás lograron someter al resto de la Liga de una manera tan absoluta como antaño hicieron Celtics y Lakers en los 80, los Bulls en los 90 y como hoy en día empieza a hacer Miami.

Porque lo de Miami es imponente. Comparto por completo que habiendo visto jugar a Michael Jordan no puedo decir que haya presenciado un jugador mejor que él, ni creo que lo vaya a hacer. Pero LeBron es el más asombrosamente completo. Esa definición de “un hombre que reúne el cuerpo de Karl Malone, las habilidades anotadoras de Bernard King, los fundamentos defensivos de Scottie Pippen, la plasticidad matadora de Dominique Wilkins y los talentos para pasar de Dennis Johnson” la comparto de manera absoluta. Diría incluso que mejor defensor todavía. La premisa de que todo se basa en su superioridad física, a estas alturas me produce hilaridad. Honestamente no creo que nadie que le esté viendo jugar regularmente pueda afirmar esto con argumentos. Su progreso es tan constante como evidente. A su ya amplio abanico de recursos, donde para mí por encima de todo ha mejorado en la toma de decisiones y destaca en su capacidad de finalizar y también de pase; esta temporada ha añadido algunos nuevos como el juego de espaldas al aro (que trabajó en verano con Olajuwon) y su enorme progreso en el tiro de larga distancia. Debe ser el físico lo que hace que meta prácticamente el 40% de los triples que tira esta temporada. O ese game-winner en Boston de hace unos días, con una perfecta parada y tiro, también debió ser puro físico. La supremacía de LeBron James en el baloncesto actual es descomunal, imperial. Es el ‘alpha dog‘ sin que absolutamente nadie pueda discutírselo. Ni Durant, ni Kobe. Lo único que le faltaba llegó cuando llegó el anillo: la paz interior, la tranquilidad que suponía librarse de toda la basura que arrastraba todo lo que con ‘the choosen one‘ tenía que ver. Una vez liberado de ese peso, ha aparecido el LeBron en absoluto preocupado por demostrar lo que fuere, sino del todo determinado por ganar.

Y a su amparo existen estos Miami Heat que si ningún equipo derrota (y hablo de NBA Finals, no de winning streak) pasaran a la historia como uno de los mejores equipos de este deporte. Pero también al calor de Wade y Bosh. Creo que no se puede discutir que la formación de este equipo fue controvertida, pero en cambio no creo que le falte nada de legitimidad. Respecto a la reunión de talento, es importante advertir varias cosas. Históricamente los Lakers han tirado de caché para hacerse con los mejores pívots de la Liga, desde Wilt, pasando por Jabbar, Shaq y hasta Howard. Los Rockets protagonizaron un intento parecido con la incorporación de Barkley y Pippen a un equipo que ya contaba con Olajuwon, pero sucede que fue escalonado a la vez que fallido y por supuesto no ha pasado a la historia más que por su fracaso. A los Celtics les salió bien y añadieron otro anillo. Pero claro, esto es otro nivel.

Aunque a decir verdad, parece que se nos olvida que Chicago, esos Bulls del 96, contaban con tres jugadores tan excelentes como estos Heat. Citamos a Jordan y Pippen, pero además estaba Dennis Rodman. Lo que pasa es que su especializado talento suele obviarse, cuando a mí, salvando las distancias, me recuerda mucho al sacrificio, renuncia y contención de Chris Bosh, que me resulta decisivo para que la maquinaria Heat funcione. Su sorda entrega no recibe más que críticas y hasta burlas, pero esa renuncia al ego vale anillos. También parece que Wade está quedando ensombrecido, sin embargo su temporada es sobresaliente, sobretodo desde el menosprecio del que fue objeto por parte de Charles Barkley, que ejerció como un wake up call que ha disparado al escolta nacido en Chicago en el momento más oportuno.

Con estos tres encajando a la perfección es el equipo y su excelencia lo que de verdad nos ocupa. El predominio exterior en la configuración de la plantilla a mí lo que me parece es lógico. Con tus dos principales jugadores siendo de lo mejor del planeta en cuanto a penetración a canasta y resultando ambos feroces finalizadores, no quieres tráfico en la pintura, lo que necesitas son tiradores efectivos con los pies en suelo desde el perímetro. En cuanto a la riqueza táctica, a la de los Bulls de Jordan me remito, que contaban con un ancla interior primero en Cartwight y después en Longley, aunque su importancia palidecía respecto al cuatro de turno, Grant y Rodman, respectivamente. Y en el caso de Miami, Bosh. A los Heat les falta un pívot como Dios manda y el sacrificio de Bosh en cuanto a la ganancia de peso va destinado a paliar esa carencia. Él es la referencia interior, cuando no lo está siendo LeBron de manera puntual. Porque al resto no les pidas maravillas de espaldas al aro. Sin embargo creo que la riqueza táctica no sale tan mal parada; el balón se mueve, circula, encuentra manos adecuadas en posiciones libradas, cotas sublimes en el penetrate and pitch… Y como pasa siempre cuando tienes un jugador tan superlativo, el resto ejercen el papel de planetas girando entorno al sol que es LeBron. Aunque éste, lejos de lo que se le acusaba en otra época, comparte el balón, decide con acierto y renuncia al egoísmo. Lo que pasó con Jordan y los Jordaniares tuvo su reflejo en los Lebrons de Cleveland. Pero como pasara en el primer caso, también se ha construido un equipo rodeando a James, lo que pasa es que en este caso ha sido en otra franquicia.

Miami tiene al mejor protagonista, a los dos mejores partenaires y después, a un elenco de secundarios que saben cuál es su trabajo y lo aplican con eficacia. Chalmers, Battier y Haslem ya estaban, la llegada de Andersen y un Allen ávido de anillos supone la guinda del pastel. El equipo funciona, juega y aplasta. Estéticamente calificaría a Miami como una deliciosa apisonadora. En cuanto a los rivales, cierto es que su mayor oposición se encuentra en la otra conferencia, con las facilidades que eso conlleva. No creo que muchos imaginen un camino complicado para Miami hasta la final y será allí, lógicamente, donde encuentren su rival más peligroso. Aunque ojo con esto, porque el año pasado los Celtics con Rondo y Garnett con el traje de superhéroes enfundado, fueron los que les brindaron la mayor oposición. Parece que ahora el Este no cuenta con algo así y tendrán que ser Thunder o Spurs los encargados. Aunque a día de hoy, no les veo capaces.

Luego, los playoffs son otra historia y no habrá que perderse detalle en esta edición. Porque creo que lo único que separa a estos Miami Heat de la leyenda son las dieciséis victorias en postemporada que significan el anillo. Por juego, por el influjo que ejercen en la liga, por su insultante superioridad, por que no es nada sencillo conseguir que una fórmula de esta magnitud funcione (no podemos obviar el mérito de un infravalorado Spoelstra); los Miami Heat de esta temporada, a mi modo de entender, son uno de esos equipos llamados a vivir para siempre en la historia más brillante de la NBA; como aquellos Lakers del 72, los Sixers del 81, los Celtics del 86, los Lakers del Showtime y especialmente, los Bulls del 96, desde los cuales, no me parece que haya existido ningún otro equipo del calado de estos Heat. Ahora bien, serán primero ellos mismos y después el paso del tiempo, los encargados de corroborar si esto es o no una realidad. Por lo pronto, creo que hemos pasado un buen rato charlando de baloncesto. No me parece mala recompensa de cualquiera de las maneras.

 

Iker Sagasti. @sagastiker

 

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