No todos los finales felices comienzan bien. A veces vale la pena aguantar el chaparrón sabiendo que cuando salga el sol, éste lucirá más brillante que nunca. Lo importante es seguir creyendo y no perder la fe ni un ápice. Si sabes que el camino que sigues es el adecuado, confianza al máximo en lo que haces y con quien lo haces. Nadie de los que queremos que el Lagun Aro GBC prospere nos fuimos con buen sabor de boca el pasado domingo. Pero que quieren que les diga, mi fe en este nuevo proyecto es enorme y más aún en el nuevo encargado de guiar nuestro destino. Sito Alonso y lo que nos viene transmitiendo hasta el momento me resulta tan convincente como ilusionante y un mal debut del equipo no me va a cambiar en nada esa idea. Y seamos claros, sin eufemismos ni paños calientes, el primer partido de nuestro equipo fue un desastre. Eso lo sabemos la prensa, los aficionados y mejor que nadie, los jugadores y el entrenador. Y ninguno estamos satisfechos con lo ocurrido. Y es bueno que no lo estemos. Pero que ello no nos nuble el pensamiento, vamos a creer en lo que tenemos. Vamos a confiar y a dejarles trabajar. Mejorar. Porque la primera impresión sugiere que hay mucho que mejorar. Pero esto no ha hecho más que empezar.
Lo primero que me viene a la cabeza es que el equipo está verde. Le falta. La pretemporada no ha sido precisamente la soñada y todos los problemas y contratiempos ha provocado que vayamos un poco tarde. Bien, esto ya está en marcha y hay que empezar a ganar, pero no vayamos a hipotecar beneficios posteriores por réditos inmediatos. Paciencia. Y digo esto sin evitar ni un momento ni quitar la vista de todo lo que salió mal frente a Obradoiro.
Empecemos por reconocer que el partido fue malo. Malo de solemnidad. Pero no sólo por parte del GBC, el Obra tampoco estuvo brillante. Fue el típico partido de estreno en el que la inquietud reina dentro y fuera de la pista. Ahora quizá no lo recordemos, pero el Lagun Aro es el que comienza mandando, si acabar de cogerle el punto al juego, pero mandando al fin y al cabo. Después, un par de rebotes ofensivos concedidos, otros tantos malos ataques, nos vemos por debajo en el marcador y atenazarse toca. Desde el momento en el que el equipo pierde la ventaja, su juego se va diluyendo lentamente… en ataque y en defensa; pierde confianza en sus posibilidades y convencimiento en lo que hace. Curiosamente, cuando lo ve todo perdido y el tiempo se echa encima es cuando se suelta la melena, empieza a defender, a correr, a tomar decisiones (que ya no digo buenas o malas, digo a tomarlas), a ser valientes, a perderle el respeto a la situación y a jugar al baloncesto. O a hacerlo de un modo más acorde con el estilo agresivo y descarado que se pretende y espera. ¿Doctor qué me pasa? Pues los síntomas son obvios: El Lagun Aro y sólo el Lagun Aro fue el mayor enemigo de sí mismo. No voy a decir que el Obradoiro no pusiera de su parte, pero, sinceramente, cada vez que el GBC se quitaba de encima el bloqueo mental, demostraba ser mucho más equipo que su rival.
Por suerte, el tratamiento es sencillo: aplacar la ansiedad, seguir creyendo en lo que estamos haciendo y trabajar. Resulta que más que la voluntariosa defensa de nuestro rival fue nuestro empeño en llegar a situaciones ventajosas –saltándote precisamente lo que te otorga esa ventaja- lo provocó que pasáramos por encima de la idea de juego, desapareciera -o mejor dicho, no llegara a aparecer- la fluidez en la circulación de balón y no encontráramos las mejores opciones para atacar el aro. Y con todo, gozamos de un tiro para mandar el partido a la prórroga… Qué cosas, y eso que parece que el Lagun Aro no lo mereció; más bien pienso que los nuestros pusieron las cosas más sencillas de lo debido al rival. Quiero decir que la derrota se me antoja más por demérito guipuzcoano que por virtudes gallegas. Y todo esto sin querer faltar al respeto al equipo que se marchó con la victoria en su casillero, pero es mi modo de verlo.
Después, y realizado ya un primer diagnóstico, no quiero dejar de tocar dos temas por los que comienza a existir unánime preocupación: el juego interior y el partido de Jimmy Baron. Bueno, sin rodeos, me parecen inquietudes lógicas y que hay que valorar, pero también pienso que son resultado de problemas colectivos. Estos déficits son el reflejo de las carencias de las que hablaba antes, esa falta de paciencia en ataque para que éste se concrete en mejores opciones. No se generaron ventajas claras para Jimmy ni se aprovecharon los espacios generados por la enorme atención que el de Rhode Island provocaba en la defensa rival. Ni él ni sus compañeros supieron interpretar las situaciones de ventaja. Y precisamente el juego interior me parece el gran damnificado. Pocas situaciones propicias para los postes y David Doblas, que fue el interior que dispuso de más oportunidades, simplemente no estuvo acertado.
Ahora bien, esto es algo que no me preocupa lo más mínimo. No tengo dudas de que pronto veremos la mejor versión de Baron en ataque, de su muñeca no puedo dudar y acepto su 1/6 en triples como una mera anécdota. Pero sí hay dos asuntos que me inquietan un poco: no sé si lo han notado pero en algunos momentos se le vió sensiblemente más frustrado de lo que nos tiene acostumbrados y también desprendió negatividad en su lenguaje corporal… de verdad espero que no sea nada o que yo esté equivocado pero es algo que me tiene un poco preocupado. Seguro que esta semana se marca dos partidazos y todo queda olvidado.
Y sobre el juego interior, sinceramente, creo que es donde más se nota que, por circunstancias no deseadas, vamos tarde. Betts en cuatro minutos demostró estar lejos del ritmo que la ACB requiere y más la exigencia de Sito. El británico tendrá que ponerse las pilas, exactamente igual que Kenny Adeleke. Tengo ganas de comprobar la dimensión real de este jugador en la ACB y lo que puede aportar a nuestro equipo. Se espera un buena dosis de energía insuflada por el nigeriano a nuestro juego pero de momento tendremos que seguir esperando. Paciencia. Intuyo que aún no hemos visto nada. Y de Lorant me gustó su predisposición e intensidad teniendo en cuenta que fue de los pocos que aportó en ese aspecto en un partido en el que estuvimos bastante blanditos en una defensa que -creo- pretende morder mucho más. De David sólo tengo que decir que no le salieron las cosas pero estuvo impecable en cuanto a constancia y concentración. Así de centrado no tardará el mostrar su mejor cara.
Y por lo demás, la irrelevancia en el juego de otros como Manos Papamakarios o el propio Peter Lorant surge de un problema colectivo, pero hay que ir sumándolos cuanto antes. El que demostró sumar desde el primer día es Vidal. Me resultó muy agradable comprobar que no ha perdido ni ha olvidado todo aquello que le convirtió en un jugador vital de un equipo de Final Four de Euroliga. En mi opinión el catalán es de lo mejorcito de la ACB en defensa de línea de pase, salida de bloqueos indirectos y uno contra uno; además de ser brillante interpretando el juego en transición. Sólo ha necesitado un día para convencer. Y dudo que vaya a fallarnos. Se puede adivinar que, como hace Panko, Vidal va a estar ahí de manera constante. Y me gusta la idea.
Ahora toca apretar un poco los dientes, olvidarnos del mal cuerpo con el que nos fuimos del Donostia Arena y darle vuelta cuanto antes a algo tan sencillo como un mal primer partido. Y es que todo se reduce a eso, un partido tonto que no debe hacer cambiar el rumbo ni lo más mínimo. Esta semana en principio tenemos dos oportunidades de buscar la victoria, nada sencillas por cierto, pero confío plenamente en que vamos sumar la primera muy pronto; en Valladolid mismo. Porque aunque ha empezado como todas las anteriores, ésta es una historia diferente. Y creo que nos va a dar muchas alegrías.
@sagastiker