Que sensación más mala, más rara, me lleve de Illumbe tras el partido contra Unicaja. No sólo porque jugáramos nuestro peor partido en ataque en la era Sito Alonso, no sólo por la decepcionante segunda parte, por lo sobrante del último cuarto; sino porque después del descanso no me divertí. No me divertí ni lo más mínimo y si hay dos características que resumen la esencia de lo que se ha convertido el Lagun Aro GBC es que nunca se rinde y siempre divierte. Y me da rabia que esto pase el día que hay 8.200 personas en la grada, porque se llevan un impresión que no hace justicia con el potencial de este equipo. Aunque comprendo que el equipo se está encargando de poner ese potencial en duda, cuando después de dos partidos tan convincentes en lo que a juego, en lo que a baloncesto se refiere como los de Murcia y Manresa, se intercalan actuaciones tan inconsistentes como las de Fuenlabrada y Unicaja en Illumbe. Nos está despistando este GBC, cada vez que encuentro razones para argumentar que el equipo puede encontrar solidez y constancia, veo que esas virtudes se diluyen como un azucarillo en café caliente. Y pueden llamarme loco, pero a pesar de la pobre impresión que dejó ayer este GBC, sigo creyendo que van a encontrar la fórmula de que esto funcione.
Decía que éste ha sido el peor partido ofensivo desde que Sito está en Donosti. La pasada temporada nos quedamos en 58 puntos cuando visitamos a Estudiantes y en 56 cuando el Barça pasó por Illumbe. Esta vez hemos firmado tan solo 54. Las dos veces anteriores que anotamos tan poco, en el siguiente partido pasamos de 80 y eso que en ambas ocasiones jugamos fuera de casa… Ahora nos toca visitar Valladolid, una cancha en los últimos años no ha sido propicia para nuestros intereses, veremos si ahora somos capaces de responder con contundencia. Que tenemos los mimbres para ello, no lo dudo; el equipo tiene la capacidad de jugar un buen baloncesto, un juego rico, sólido y con alternativas, salvando periodos de vacío, cada vez hay más armas y cada vez se ejecutan mejor y de manera más conjuntada. Y con armas no me refiero en esta ocasión a jugadores, sino a más opciones ofensivas, cada vez somos más pacientes, echamos mano de los sistemas más largos, los ejecutamos mejor y dejamos de ampararnos casi exclusivamente en las urgencias. Dicho esto, lo cierto es que en la segunda parte de ayer, nada de nada. Desierto colectivo, desierto operativo. Resultado, ocho canastas en juego en 20 minutos de segunda mitad, de las cuales cuatro llegan en los tres últimos minutos de partido cuando ya está todo el pescado vendido y cuando llevamos siete minutos de último cuarto con dos puntos y cero canastas en juego.
Y esto, además de la drástica bajada de porcentajes tiene una razón de ser. Un colapso ofensivo, una incomodidad, una dificultad a la hora de encontrar las mejores opciones de tiro que tienen su producto en la eficacia defensiva de Unicaja, tácticamente y físicamente demoledora, que le ganó la partida al GBC, que le pillaba constantemente, que cerraba todas las puertas, que hasta los dos últimos minutos casi no concedió bandejas de jugadores llegados desde el perímetro y que aprovechando el creciente desacierto exterior, se fue cerrando más y más y acabó por anular el ataque donostiarra. Esa fue una razón poderosa, pero otra, la que depende de nosotros, brota de la resistencia que todavía acusa este equipo a afrontar las dificultades y los momentos complicados con dureza mental y carácter. Es donde mayor capacidad de crecimiento tiene este equipo y donde más debe progresar, porque de momento en ese aspecto, al igual que en el juego, la inconsistencia y la inconstancia son la tónica predominante. Y hoy en día es nuestra mayor lacra, nuestro mayor lastre. Somos incapaces de jugar los 40 minutos dando lo mejor que tenemos, somos incapaces de solucionar con solvencia los problemas que se nos van planteando en los partidos. Lo hacemos a rachas y eso no es suficiente para prosperar y conseguir victorias. Constancia.
Y viendo al equipo, la llegado a Jermaine Taylor va a ayudar, va a aportar ciertas soluciones, para empezar un jugador de un perfil capaz de materializar las ventajas creadas, un puñal, una punta de flecha; un hombre que genere hacia el aro, el resumen algo que no teníamos y para lo que había (y hay) sistemas diseñados y a los que les falta el tipo que tiene que aprovechar esas superioridades. Todavía es pronto para hacer cualquier juicio de valor, pero al menos podemos decir que buena pinta tiene. Esta semana tiene que dar mucho de sí para que Taylor vaya cogiendo las reglas, las dinámicas y los mecanismos que tiene el GBC tanto en ataque como en defensa. Pero la ayuda necesaria ha llegado o al menos eso parece. Y hace falta, porque lo que es a Woods las cosas no le salen; nadie puede acusarle de no intentarlo, pero el caso es que no hay manera y eso no hace más que acrecentar ese bloqueo mental que parece tener y desde luego muestra sobre la pista en los partidos. La llegada de Taylor va a favorecerle, pero tiene que perseverar como sea porque necesitamos que aporte.
Y sobre lo sucedido quizá falte por decir que Kuksiks quizá fue la mayor víctima de la estrategia defensiva malagueña; bueno junto a Neto y a Salgado a los que tuvieron a raya todo el partido. Al letón en cambio le concedieron el balón y le invitaron con una sonrisa a hacer todo aquello que peor se le da, enseñándole el camino al aro y negándole las posiciones de tiro donde más confortable se siente. Realmente, no nos salió nada y fue frustrante. Pero nuevamente no hay que dejar que un problema se arrastre y sea el causante de más. Somos capaces de hacerlo mucho mejor que en este partido. Y ahora tenemos dos partidos fuera de casa que en mi opinión se presentan como una oportunidad de oro de dar un paso adelante, tengo la sensación, tengo el convencimiento de que vamos a dar nuestra mejor cara de la temporada en las dos próximas citas y que no vamos a volver de vacío. Sé que la derrota ante Unicaja quita razones para ello y argumenta en dirección contraria, pero mi convencimiento en una respuesta poderosa a lo sucedido es absoluto. Esto va exclusivamente de jugar bien al baloncesto, porque cuando lo hacemos, podemos ganar a cualquiera. Hay que hacer más, mejor, durante más tiempo y de manera continuada. No es poco pero es posible.
Este partido ha sido un desastre, es innegable, es evidente; pero eso ni insta, ni obliga a que el siguiente lo sea también, a menos que nosotros mismos lo provoquemos. Yo digo que provoquemos lo contrario, que nos basemos en lo bueno que tenemos, porque vamos a tenerlo más y mejor, y que entendamos que el equipo está en la antesala de la constancia, que es un lugar contradictorio y altamente frustrante, pero que queda sólo a un paso de la prosperidad. Ese paso hay que comenzar a darlo -y de manera firme- las dos próximas semanas. En mi opinión, las dos próximas citas puede ser claves y marcar la diferencia, un punto de inflexión. Pero es el equipo el que debe determinarlo. Y yo creo que van a hacerlo. Pero además, quiero volver a divertirme viendo jugar al Lagun Aro GBC. Y no dudo que volveré a hacerlo. Centrarnos en el cómo, porque ese cómo va a determinar el qué. Ese cómo puede cambiar de golpe este “Qué desastre” por un “Qué maravilla”. Y la única receta que funciona es jugar bien al baloncesto.
Iker Sagasti. @sagastiker
Fotografía: Ortzi Omeñaka @ortziomenaka / Luis García.