Se acabó el Eurobasket y el mono de basket es aún mayor. Y ahora lo que queremos es GBC, que arranque esto de una vez. Muchas incognitas se ciernen sobre el equipo de Laso para esta nueva temporada: a ver cómo sale Barbour, el puesto de base (puff, el puesto de base…), el estilo, la defensa… trataremos de tocarlas todas antes del primer salto inicial, pero con el Europeo tan cerca todos los aficionados del GBC tenemos un nombre en la cabeza, Michal Ignerski. Vaya por delante que a mí es un fichaje que me ha gustado mucho.
Más de un jugador ‘se la ha pegado’ en Donostia por haber generado unas expectativas exageradas; el caso más evidente es el de Nacho Ordín (alguno de veía en la selección…) pero también le pasó a Perico Sala y a algún otro.
Con el polaco a más de uno se le habrán puesto los dientes largos y le habrá venido a la cabeza “como juegue así siempre”. Bueno, lo podemos decir bien claro: No siempre va a jugar tan bien como en sus partidos buenos del Eurobasket o como en el amistoso contra España.
Para conocer a Michal Jakub Ignerski la definición más sencilla sería talento inconstante. Hasta el momento su rendimiento en la ACB ha sido irregular, con algún que otro momento brillante y más decepcionantes. Si preguntas en Sevilla te dirán que lo que de verdad decepciona es saber de lo que es capaz y que lo haga tan pocas veces. También que puede tender a dejarse llevar. Veremos que puede hacer Laso con eso. Lo positivo es que su potencial es inmeso; la duda, hasta dónde lo explotará en Donosti.
Otro asunto que puede llevar a equívoco es su rol. Con Polonia ejercía claramente de tres y además, acompañando a dos pivots ‘comeniños’ como Gortat y Lampe. En el Lagun Aro su papel va a ser bien distinto, pues jugará de cuatro y tendrá al lado a un tres tan polivalente como Andy Panko. Ahí yo no veo más que oportunidades. Si estos dos se entienden pueden poner en muchos aprietos a las defensas, porque al polaco le encanta abrirse con defensores muy interiores y a Panko postear con aleros pequeños o débiles.
Ignerski es un twinner, es decir que puede ejercer indistintamente de tres y de cuatro. En Sevilla se empeñaron en convertirle en uno de esos treses del futuro, aprovechando su presencia física unida al buen tiro, como Ilyasova, y quizá de tanto que se empeñaron se equivocaron. El polaco está a gusto abriéndose al perímetro pero llevarle permanentemente a una posición que no es la suya natural puede ser una de las razones de su inconstancia en el Cajasol.
No se por qué me da que partiendo del puesto de cuarto -y con Panko al lado- se va a sentir mucho más cómodo. Primero, porque cuando jugaba de tres y tenía que defender a un alero bajito y móvil (el Barça juega con Navarro y Basile o Grimau, la Penya jugaba con Pau Ribas, Mallet y Ricky juntos… ¿a quién coge Ignerski jugando de tres?). En cambio defendiendo interiores se desenvuelve mejor y les hace sufrir cuando ataca. Y el detalle de Panko es decisivo para cubrir el mayor defecto que puede tener Michal jugando por dentro: su aportación al rebote es ciertamente endeble. Panko, en cambio, es el mejor tres reboteador de la ACB.
Pero tampoco hay que obsesionarse. Con Ignerski la gran ventaja es la versatilidad. La sensación es que versatilidad es una de las premisas que Laso busca para este equipo. Con Babour, Detrick, Panko, Ignerski, Hopkins, Uriz, Sánchez… ¡Hay tantas fórmulas! Y esto bien gestionado ilusiona. No me lo puedo callar, me cuesta entender por qué se quedó San Epifanio y no Andrade, pero como desconozco las razones ocultas no puedo decir más que a mí me parecía mucho más útil el portugués. Ojalá el hijo de Epi me calle la boca y demuestre lo contrario (hasta que no demuestre algo seguirá siendo precisamente eso, el hijo de Epi).
En conclusión, Michal Ignerski se me antoja una incorporación muy acertada, pero no esperemos de él 20+10 porque va a ser que no. Lo que sí espero de él, lo que a mí me gustaría, es que a media temporada no estemos sentados en grada quejándonos de que un día sí y tres no; eso sería decepcionante. Le sobra el talento, esperemos aprovecharlo. Aprovecharlo de manera regular.