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Puerta atrás

Todo lo demás no importa

Seguimos una semana más en los puestos de descenso, quedan siete partidos, de los cuales seis son contra equipos en puestos de playoff y  el otro, un duelo a vida o muerte con el Cajasol de Sevilla. Vistas ciertas actitudes no podemos esperar ninguna mano en los choques que juegan nuestros rivales directos y además tenemos que aguantar que Martín Beltrán se siga pensando que Illumbe es el Club de la Comedia, aunque sus arbitrajes de risa aquí no le hagan gracia a absolutamente a nadie. Todo esto está fuera de nuestro control, pero la buena noticia es que nada de esto tiene relevancia. No la tiene porque el Lagun Aro GBC ha dejado hace tiempo de ser un perro flaco, ha encontrado su identidad, su efectividad y demuestra estar dispuesto para superar cualquier adversidad. Tiene a todo el equipo subido al carro, mejor dicho, tirando del carro. Es el juego el que habla por el Lagun Aro GBC, un juego configurado por el equilibrio en todas las posiciones, que cuenta con infinidad de recursos para encontrar el aro en ataque y ha encontrado el ajuste y la intensidad necesaria. Eso es lo que gana partidos. Es lo que nos va a sacar de los puestos de descenso. Es el juego de Gipuzkoa Basket lo que vale; todo lo demás no importa.

Con este baloncesto, con esta capacidad colectiva potenciando todos los aspectos, el GBC ha sido capaz de ganar todos sus partidos en casa desde el parón copero; desde entonces ha ganado cinco de siete partidos y además de sumar la victoria, ha conseguido arrebatar el average perdido contra Valladolid, Manresa, Fuenlabrada, Murcia y Canarias. Quizá no le valga para alcanzar a alguno de estos equipos, pero sí que ha valido para reforzar una identidad y una imagen de equipo determinado a sobreponerse a todas las adversidades y luchar hasta su último aliento. El Lagun Aro arrastra las penurias de una primera parte de temporada en la que todo se torció, pero no ha puesto excusas sino soluciones. Ha subido su nivel de juego de una manera tan radical que cuesta creer que éste sea el mismo equipo que se asemejaba a un juguete roto en las manos de todos sus rivales y encaja palizas por doquier. Y es que de hecho, no es el mismo equipo y no sólo por el cambio de piezas – que sí- sino por su mentalidad, su mentalidad es ahora mismo de acero. No creo que nadie pueda decir que no esté haciendo sus deberes. Lo hace y además, con nota.

El quid de la cuestión, la madre del cordero, el meollo del asunto es el juego, el baloncesto. Todo lo demás no vale absolutamente para nada. Es el basket que está practicando el que está sacando del atolladero al Lagun Aro GBC y va a ser su juego el que le termine de salvar. El cambio es abismal en todos los sentidos. Hoy en día tenemos todo el paquete. Dos anotadores fiables en Qyntel Woods y Morris Finley, que suponen una amenaza constate y un foco de atención permanente en las defensas rivales. Dos jugadores llamados a marcar las diferencias que lo están consiguiendo. Antes, no teníamos ni uno solo de estos. Porque Woods estaba pero no era ni la sombra del jugador de baloncesto que es ahora. Es un éxito personal, colectivo de un equipo que no le ha dado la espalda y del cuerpo técnico empezando por Sito Alonso que cuando nadie creía en él -porque absolutamente nadie lo hacía-, él sí que creyó. Y de Eugenio Rodríguez que cambió por completo su deplorable estado físico por un jugador que ahora marca las diferencias en ese sentido. Pero el verdadero responsable es el propio Q, que asediado por las críticas, perseveró, no se dejó llevar y hoy en día es uno de los mejores extracomunitarios de la toda la ACB. Seamos sinceros, si nos dicen esto en los primeros meses de la temporada, no nos lo creemos de ninguna manera. Ahora mismo tenemos una de las mejores parejas de extracomunitarios de toda la competición, cosa que para un equipo del poder adquisitivo del GBC es muy importante.

Pero tan importante como eso, es haber configurado, haber logrado confeccionar un grupo que es capaz de ejecutar con precisión un juego donde lo coral es lo que importa, donde el colectivo es el protagonista. Esa ha sido la característica principal en la que se ha empeñado Sito Alonso para el GBC desde que está en San Sebastián. Y contra todas las dificultades, Sito ha cogido un equipo que estaba roto mentalmente y perdido baloncestísticamente y le ha enseñado el camino. Un camino que por un lado ha llevado al GBC a ganar cinco de siete partidos, ganando por una media de casi trece puntos por victoria y anotando más de 85 puntos en todos esos triunfos. Un camino que ha conseguido que un equipo que no encontraba ningún tipo de solución eficaz en ataque, un juego al que le costaba fluir, salir de los bases o encontrar un equilibrio entre la pintura y el perímetro, se haya tornado ahora en un baloncesto en el que compartir es el verbo que mejor define el juego del GBC, en el que los bases mandan, proponen, disponen y surten de balones a sus compañeros, anotando cuando el guión lo exige.

Un pívot titular que se ha hecho dueño de la pintura y es un ancla interior que genera ventajas para sí mismo y para sus compañeros, porque David Doblas está explotando su juego de espaldas -uno de los mejores de toda la ACB- para anotar y también para pasar el balón cuando resulta oportuno, eso sin olvidarnos de su paso al frente en rebote (porque en defensa ha estado enorme la temporada entera). Junto a él, aparece un Ibekwe renacido, que vuelve a comandar el juego por encima del aro. Y para completar el juego interior, un Guille Rubio que se ha encontrado a sí mismo y al que se reconoce cómodo en las tareas de brega y esfuerzo. No se nos puede olvidar que cuando esto no funcionaba, nuestro juego interior era un solar y no por demérito de los que jugaban dentro sino por carencias en el juego colectivo de las que los pivots eran quizá la mayor de las víctimas -llevando ellos su parte de responsabilidad-. Ahora también son responsables de que el juego funcione, pero es una cuestión de retroalimentación.

Tenemos una pintura sólida, pero estaba hablando de equilibrio, porque en el perímetro las cosas también han cambiado radicalmente. Finley aparece como la figura que se buscó desde el principio de temporada para concretar un buen paquete de sistemas que el estado físico de Lofton, la falta de palabra de Luther Head y la morriña de Taylor no fueron capaces de satisfacer. Este hueco, no ocupado con eficacia hasta la llegada del de Alabama, ha sido uno de nuestros mayores problemas durante toda la temporada, por no decir el peor. Con el sitio cubierto, Papamakarios no tiene que realizar tareas que no estaban encomendadas a su rol y ahora puede desempeñar ese papel cómodo, hasta arriba de confianza y así no sólo da lecciones constantes de defensa si no las ofrece también de tiro con los pies en el suelo. Y con un jugador al que buscar y un tirador fiable, la tarea de chico para todo de Ivan Paunic encaja a la perfección en una rotación exterior por fin completa. Y claro, con esta rotación rotunda y completa, los bases se pueden dedicar a hacer jugar al equipo.

La conclusión es sencilla: el juego del GBC funciona. Y ese es el principal argumento para creer que va a conseguir salvarse. Hace ya muchos meses que escribí que Sito Alonso estaba ante el mayor reto de su carrera hasta el momento. Coger un equipo deshecho y convertirlo en lo que es ahora. Y a falta de siete partidos, sin mirar el resultado en el marcador sino en la cancha, puedo decir que lo ha conseguido, ha triunfado en una tarea que tenía aspecto de imposible. Que el GBC juegue de esta manera es un éxito, porque es lo que de verdad importa, es el principal argumento para conseguir los resultados en la tabla, que son los que nos van a dejar en la ACB. Pero no creo que haya nadie que esté viendo jugar al GBC últimamente que no le vea capaz de salvarse. Ha sumado, jugando de manera brillante, cinco triunfos en siete partidos… y quedan otros siete. Observando el baloncesto del Lagun Aro GBC, yo le veo capaz. Sigamos por este camino porque es el baloncesto que pueda practicar el que va a dejar al GBC en la ACB y no otro cosa; porque al fin y al cabo es lo que marca la diferencia… y todo lo demás no importa.

 

Iker Sagasti. @sagastiker

Fotografía: Oskar Moreno / ACB Photo

 

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