Este año tenemos razones de sobra para sonreír. Anoche sumamos una más y de paso ahogamos a un fántasma de esos que nos hablaba de nuestra mediocridad. Pero este GBC de mediocre no tiene nada. No es que el partido ante Gran Canaria fuera perfecto, pero en él salió a la luz un carácter ganador que empieza a no ser anecdótico. Y hemos cambiado a nuestros lobos por corderos, hemos cambiado los papeles por fin.
Para entender lo pasó debemos ir más allá de la montaña rusa de la primera mitad, en la que el comienzo avasallador fue compensado por otro apagón. Pero hay que tener cuidado con esto. Para entender lo que pasó hay que atender a lo siguiente: Savané, 4 de valoración; Augustine, 4 de valoración; Kickert, 0 de valoración; McDonald, -3 de valoración. Por tanto, el juego interior canario sumó en total 5 puntos de valoración. David Doblas, 24 de valoración, más los intangibles. Más números elocuentes: el pocentaje del Granca en tiros de dos, 38% cuando tiran 40 veces. Batalla por el rebote: 43/30 para el GBC. Además, el impacto de Marcus Norris sobre el partido fue nulo y el Gran apenas dispuso de ocho tiros libres.
A cambio, Bellas estuvo fino, Jaycee Carroll tuvo muchos balones (13 tiros a canasta, el que más) y Josh Fisher (que tradicionalmente juega bien en Illumbe) fue de los mejores en el rival. Permitimos un porcentaje de triples alto (41%), algo que no es habitual en el nuestra defensa.
¿Cómo se traduce todo esto? Muy fácil, la defensa que planteó Pablo Laso no sólo fue buena, sino inteligente, certera y efectiva. Se anularon por completo los cimientos del juego de los amarillos, que basan su éxito en la solidez interior y el influjo de la dirección de Norris.
Alguien puede pensar que también lo basan en Jayce Carroll. Un análisis simplista te presenta a Jaycee como un peligro primordial, y es lógico, pero si miras un poco más profudamente, te das cuenta que la influencia del go-to guy del Gan Canaria es muy baja cuando juega como visitante. El escolta de Wyoming es un seguro en CID, tira mucho y bien; lejos de las islas su importancia es menor, mira menos a canasta y cuando lo hace su acierto decrece.
En casa Carroll firma 21,5 puntos con un porcentaje que roza el 50% en triples y un promedio de algo más de 16 de valoración. En cambio, fuera, firmaba hasta ayer 11 puntos por partido, con un promedio de 28% en triples y una valoración apenas 3. Por tanto, valía la pena preocuparse más por asuntos más graves. Valía la pena sacrificar algún tiro más de Carroll sabiendo que fuera baja su rendimiento para centrarse en un juego interior que, por ejemplo, casi se carga al Baskonia. Pero claro, eso había que saberlo para aceptar esa hipoteca.
Con Bellas pasa lo mismo, si Norris se siente agusto el equipo se siente agusto, porque es el termómetro del Granca. Bellas todavía no goza de esa confianza para marcar la pauta, por lo que su impacto en el global del partido es menor aún jugando bien. Y eso que hubo un momento que nos hizo mucho daño…
Por tanto, el GBC supo que vías de agua detener y cuáles no eran tan importantes, la defensa estuvo magistralmente planteada. Un diez para el trabajo del cuerpo técnico.
En el debe, dos asuntos verdaderamente trascendentales: No podemos perder 23 balones ni tirar los tiros libres con un 59% de acierto. Fue por culpa de las pérdidas que metimos en el partido al Granca, si no fuera por ellas podríamos haber tenido una tarde plácida. Por suerte, la defensa y la solidez en el rebote ofensivo compensaron todas esas posesiones extra para nuestro rival.
Y lo de los tiros libres es inherente al éxito del equipo, hay que estar bien desde la línea, en especial si tu estilo de juego es tan agresivo que eres el equipo de la ACB que más faltas recibe.
Destacar a David sería sencillo; a Panko, habitual, es una estrella de la ACB. Barbour, Detrick, Hop… Pero es que lo mejor es que el colectivo hace más fuertes las individualidades. Somos un equipo. Albricias.
Hay que sentirse orgullosos
Todos estos asuntos los tenemos que tener en cuenta y mantener la exigencia, pero una vez más voy a recordar que no podemos perder la perspectiva. El equipo funciona, juega muy bien al baloncesto y tiene una personalidad bárbara. Precisamente ganar al Gran Canaria es el paradigma del salto de calidad; hasta ahora los isleños eran todo lo que nos gustaría y no alcanzábamos. Sin embargo, cambiamos lobos por corderos y hoy en día, somos mejores que los canarios. El GBC es más equipo, tiene más recursos y juega mejor al baloncesto. Si no llegamos a tener ese apagón que les deja llegar al descanso a dos, se van de Donosti con un resultado abultado. Pero lo más importante es que jugamos mejor, eso es lo que nos tiene que ilusionar.
Y ahora vamos al Palau Blaugrana sin apuros, sin aprietos, sin ninguna necesidad apremiante. Vamos sin nada que perder y con mucho que soñar. La ilusión que nos mueve ahora mismo puede hacer que nos plantemos en Barna sin complejo alguno y con la intención de dar un susto al que posiblemente sea el mejor equipo de Europa.
Resulta que nuestra situación nos hace ver ese partido como una oportunidad, porque de las tres semanas de Pasión, el primer objetivo ya está cumplido: ganar uno de los dos partidos de esta semana. Pero, ¿y si son dos? Sé que es harto complicado, casi un sueño pero, ¿por qué no?
Además, la clasificación dice más cosas de las que parece. Incluso con el partido frente a Bilbao perdido estaríamos en el grupo bueno, pero es que habiéndolo ganado estaríamos con la Penya en el quinto puesto. Por una injusticia no hemos jugado ese partido, pero atendiendo a la realidad, los equipos de nuestro entorno están un progresión negativa (Fuenla cuatro derrotas seguidas, Granca otras tres, Manresa fallando en casa; sólo el Cajasol va para arriba) y la nuestra es completamente ascendente. Vamos a llegar a esa semana tan importante en un momento dulce, pase lo que pase en Barcelona. Porque si nos meten una paliza, ¿quién iba a tener algo que objetar?, al Baskonia le endosaron su peor derrota en más de diez años y si a nosotros nos hacen algo parecido no puede sacarnos de nuestro buen estado, sobre todo mental. Esa posibilidad está ahí, al igual que la de ganar.
Es importante no perder la calma por ningún motivo, ni malo ni bueno. Al final del partido he notado cómo me sobrevenía un brote de irresponsable euforia. Lo he frenado rápidamente. Son cinco partidos, no se puede perder la concentración. Son cinco partidos y ya tenemos uno en la buchaca. Uno muy importante, pero quedan cuatro más antes de permitirnos pensar en nada más. Al menos así lo veo yo. Pero me siento tan orgulloso de mi equipo… Este año tenemos razones de sobra para sonreír.