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Puerta atrás

Horror vacui

Horror vacui o miedo al vacio, es una expresión latina para referirse a las obras de arte que no dejan ni un solo espacio sin rellenar. Cada mínimo fragmento es ocupado y nada queda libre. Es una expresión artística que el GBC debería aplicar en sus partidos, porque a pesar de la buena imagen que los de Laso dejaron en la Fonteta, fue el parcial de 19-2 encajado entre el final del primer cuarto y el principio del segundo el que nos impidió sumar nuestra cuarta victoria. El Lagun Aro tendrá que comenzar a temer al vacio y preocuparse por rellenar cada mínimo espacio de un partido, porque un apagón de unos pocos minutos le ha arrebatado una victoria de prestigio, que no estuvo lejos de conseguir.

Se perdió el partido, pero el equipo puede volver con la cabeza bien alta de Valencia. Jugó de tú a tú contra uno de los grandes de la ACB y lo hizo en su cancha, sin arrugarse y sin dejar de creer jamás en su estilo de juego. Es un derrota presupuestable sobre todo si te permite seguir teniendo confianza en lo que haces. En realidad fue una lástima no ganar, porque desde el principio quedó demostrado que los guipuzcoanos no tenían nada que envidiar al juego de los taronja.

En los primeros compases la pauta la vino marcando el equipo visitante, quizá con una dependencia excesiva de Panko y Barbour que después no volvió predecibles, pero eso sí, con mucha personalidad en una de las canchas más difíciles de la liga.

Cuando todo iba bien, cuando incluso el juego mostrado era un síntoma más esperanzador si cabe que el 12-19 del marcador, el GBC dejó un espacio vacio en su lienzo, un terrible hueco en blanco que después le costó muy caro, pues no pudo completar su obra.  En ese pequeño rato echamos por la borda un trabajo, por no decirlo, extraordinario en el resto del encuentro, pero en apenas unos minutos, balones perdidos que se traducen en contraataques, tiros precipitados que se traducen en contraataques y la pérdida de un rumbo que siempre se mantuvo estable durante el resto del partido.

Lo malo de esto es que un partido que llevas más o menos controlado y que aunque pueda estar igualado se juega según tu guión, de repente, se te pone completamente cuesta arriba. Y tienes que hacer un esfuerzo que en los minutos finales acabas pagando. Y es que este Lagun Aro tiene los arrestos para darle la vuelta a una situación que se le fue por encima de los diez puntos de desventaja, llega al minuto 35 y se pone por delante en el marcador. Pero como ya pasó en el primer partido de liga ante Manresa, un rato desconectado te obliga a gastarte para remontar y aunque no quieras, llegas a los minutos decisivos con una carga que tu rival no tiene.

Y acabas perdiendo de manera ajustada, como nos ha pasado en las tres derrotas. Contra Manresa, Real Madrid y Valencia hemos tenido unos pocos minutos de despiste que al final nos han costado muy caros. Hemos logrado remontar y disputar esos finales de partido con opciones pero con muchas piedras en nuestra mochila. Algo algo bueno en todas estas derrotas, siempre he tenido la opción de ganar, pero hay que aprender que nos conviene rellenar cada espacio del lienzo y no dejar ni centímetro sin oleo, porque cuando luego quieres rellenarlo, te has quedado sin variedad de colores en tu paleta.

Algunas nubes en un cielo que sigue despejado

Aun así, no hay que hacer un drama de esto. El partido como globalidad no estuvo mal y creo que el equipo merece un reconocimiento a pesar de la derrota. Se está jugando bien al baloncesto, lo que pasa es que hay que mantener la concentración durante los 40 minutos, no nos valen 37 ó 38 si queremos subir ese peldaño en el que ya hemos puesto un pie.

Existen algunos asuntos que tenemos que tener en cuenta. Por ejemplo, que Kosta Perovic nos hizo mucho daño, como ya hizo Cusworth en la primera jornada, o Triguero en Sevilla, me preocupa que postes grandes y móviles encuentren un filón en nuestra defensa, aunque tampoco es nada sangrante, sólo algo que cuidar. También que Sergio Sánchez no tuvo su mejor día y que Barbour e Ignerski estuvieron irregulares durante todo el partido; son los tres piezas decisivas para nuestro engranaje y si queremos ser exigentes, hay que empezar por ahí.

Pero vamos, todo esto dentro de un clima de optimismo y de confianza en el equipo, que es lo que procede. Nos vienen tres semanas decisivas para saber dónde estamos y hacia donde vamos; opino que llegamos a ellas en disposición de dar un golpe sobre la mesa y presentarnos como un equipo sólido al que no se debe subestimar. Seguimos en el buen camino, seguimos en un lugar agradable de la tabla, rodeados de los mismos rivales, que también se dejan victorias.

No obstante, si aspiramos a asentarnos donde merecidamente estamos después de siete jornadas (lamentablemente, para nosotros sólo han sido seis) ahora hay que sacar al menos uno de los dos partidos de esta semana antes de los tres seguidos en casa, que cuando llegue el momento ya nos metalizaremos.

Ahora sólo vale pensar en esta semana. Es verdaderamente importante sumar algo en estas dos citas, en cualquiera, las dos altamente complicadas, pero no tenemos que temer a nadie. Bueno, al Barça de este pasado sábado quizá un poco, pero estos equipos tienden a subestimarnos, ¿porque no vamos a soñar con darles un susto? Pero siendo más realistas, la ocasión propicia es este jueves en casa ante el Gran Canaria, un equipo que nunca se nos ha dado bien y ante el que tenemos la ocasión de demostrar que este año el GBC es otra cosa; que este año, el GBC va en serio. 

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