El partido ante el Blancos de Rueda Valladolid fue el paradigma de cómo coger el buen trabajo realizado durante semanas y tirarlo a la basura. Vimos un GBC ramplón, plano, pusilánime, endeble, vulnerable, inconstante, despistado, irresponsable, sin personalidad, sin garra, sin ganas, sin pegada, sin ritmo y lo que es peor… sin ilusión.

La semana del basket, la que, según he escuchado a la afición y he seguido en la prensa, tenía que ser la semana de la ilusión comienza con una bofetada en la cara. Y lo que es peor, el que nos la da es nuestro propio equipo. Hoy no quiero ni mirar las estadísticas, me vale y me sobra con la impotencia que he sentido durante todo el partido. En cierto modo, esta peli ya la he visto, lo hice contra el Suzuki Manresa. En los dos me pasé el tiempo pensando “bueno, podemos despertar; venga, ahora empezaremos a jugar bien”. Así, hasta que se acabó el tiempo y se quiso arreglar el desaguisado de treintaytantos minutos en la recta final. Y claro, entonces resulta que te pilla el toro.

Sinceramente, lo que más me jode es la falta de actitud; en algunos jugadores grave y evidente.  Hay quien vaga por el partido como alma en pena y quien juega de paseo. Eso en lugar de salir a morder, en lugar de darlo todo. Y eso es lo que nos convierte en un equipo mediocre. Días como éste son los que nos meten en un camino a ninguna parte. Porque un equipo peor pero con muchas más ganas nos ha dado una lección en nuestra casa.

¿Ignerski a qué ha ido al partido? Qué desperdicio de talento… Es hiriente que un tipo con la capacidad de marcar la diferencia decida jugar sólo a veces. Ayer no debía de apetecerle. Y Barbour tres cuartos de lo mismo. Si estos dos, que tienen que ejercer como la referencia ofensiva de este equipo, actúan como en este partido lo llevamos beige (beis).

Hay que ver, con las ganas con las que he subido al Donostia Arena 2016… 2016 veces le diría al equipo que se ponga las pilas y que espabile; porque la ACB no te permite relajarte y este tipo de actitud se acaba pagando muy cara.

La defensa ha sido, probablemente, la peor de la temporada; siempre un paso por detrás, siempre sin solidez ni constancia y cuando se subía la intensidad nos acababan cogiendo el rebote de ataque. Pero es que el ataque tampoco se ha acercado siquiera al nivel que puede alcanzar este equipo. En los tres primeros cuartos no se ha llegado a los 20 puntos y el último, 25. Pero ya era tarde. De paso, perdemos 19 balones y sólo recuperamos 5, firmamos un porcentaje de triples de 24% y permitimos a nuestro rival un ¡45%!

Battle y Báez han hecho lo que les ha dado la gana, mientras Chase, que fuera de casa lo mejor que había hecho era un partido de 5 de valoración, nos mete 18 puntos y valora 16; haciendo además lo que ha querido y logrando que el partido se jugara por los derroteros que a él y su equipo le interesaban.

Si en Anfield Road los aficionados del Liverpool cantan “We all dream of a team of Carragher’s“, yo, por mi parte, sueño con equipo de Pankos, porque el de Pennsylvania sí que puso toda la carne en el asador y salvo su actuación y la magnifica aportación de Doblas y Miralles en el poco tiempo del que dispusieron, poco más hay que llevarse a la boca. Detrick, pero a ratos, y las ganas de Ricardo, que propició la remontada en el segundo cuarto (aunque después no encontró el acierto).

Podría seguir buscando razones para explicar la derrota pero cada cosa que diga no será más que otro síntoma de la falta de interés de que puso el GBC en ganar un partido más importante de lo que parece o de lo que demostraron los jugadores sobre el parqué del Donostia Arena.

Ya pueden trabajar duro esta semana y demostrar algo más el jueves -ya no digo ganar o perder, pero sí demostrar otra actitud-. Porque así no vamos a ninguna parte.

Estoy muy cabreado, supongo que ustedes también y realmente espero que los jugadores lo estén aún más. Días que como éste me hacen recordar la relevancia del dicho “Juega por el escudo que está delante y se acordarán del nombre que llevas detrás“. Que llegue rápido el jueves…