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Puerta atrás

Somos un equipo del montón

Todavía no estoy seguro del todo si quiero usar la afirmación u optar por la interrogante. ¿Somos un equipo del montón? Durante un par de ocasiones se me pasó por la cabeza la frase con la que titulo el artículo (me figuro que en las mismas que a ustedes), pero siempre me había dado una oportunidad de corregir y no decirla en alto, la oportunidad de que el equipo me llevara la contraria. Pero ya no más. Somos un equipo del montón. Y no por perder en Granada; al menos, no sólo por perder en Granada, no sólo por encajar 36 puntos en un cuarto o por meter 8 en el siguiente. Eso no lo se. Yo no pude ver el partido y aunque sea deporte nacional hablar por hablar, no quiero caer en ello. No voy a criticar un partido que no he visto. Pero sí una situación general.

A la mínima que el GBC nos ilusiona, dejamos descansar un poco a la prudencia y nuestra mente se deja llevar. Es normal, hay veces que este equipo ha jugado muy bien al baloncesto. Pero sólo a veces. En cuanto nos ilusiona parece tener prisa por borrarnos la sonrisa de la cara. Es como si nos dijeran “eh, ¿pero qué haces? No se te ocurra pensar que vamos a hacer algo grande esta temporada”.

Y una vez más no estoy hablando de la Copa. No, maldita sea. Llevo semanas evitando nombrarla, semanas esperando a tener una razón palpable, una meta asequible como dos victorias en cuatro partidos. Pero no hay manera. Ese sueño que todos íntimamente hemos tenido no es algo que se le deba exigir a este equipo, como ya he dicho antes, es una consecuencia al trabajo bien hecho, un premio.

Y ojo, que el trabajo está bien hecho, que el equipo está bien construido, puede funcionar y de hecho lo hace (cuando quiere). De ahí mi decepción. Porque si no le llega, no le llega; pero hay lo que hace falta. Es como si el GBC tuviera un examen para el que ha estudiado de sobra, del que se sabe bien las preguntas y después de contestar unas cuantas a la perfección decidiera, de vez en cuando, dejar alguna en blanco. Y la ACB es una evaluación continua, no vale rendir a veces; o sí, si te conformas con ser un equipo más del montón.

Creo que desde el club se están haciendo muy bien las cosas. Siempre sobrios, siempre prudentes, hablando de permanencia en lugar de vender la moto. Muy bien. Pero el equipo, el equipo con su juego se ha encargado de demostrarnos que este año se debería aspirar a algo más, no sólo a mirar hacia el pozo. Se trata de crecer cada año, de no estancarse. Y los mimbres son los aducados para hacerlo, para ser un equipo diferente en vez de ser un conjunto vulgar.

No creo que el Lagun Aro GBC sea un equipo vulgar, pero sí que se está empeñando en ser uno más del montón. Uno más. Nada extraordianario. Un equipo normal.

Y no pasa nada. Si un equipo normal pierde en Granada no pasa nada. Total, vamos holgados, con seis victorias a estas alturas. No pasa nada. Si se dejan escapar partidos en casa contra Valladolid o Xacobeo no pasa nada, un equipo del montón tiene despistes en su pista, son cosas que pasan.

Pues que quieren que les diga, estoy harto de mierdas light. Quiero un equipo con sustancia, que no le quiten el azúcar, ni la grasa, ni la salsa, ni nada. Quiero un GBC que parezca, que huela y sobre todo que sepa a un equipo en mayúsculas. Con personalidad. Con carácter. Con cojones.

Pero bueno, tenemos un equipo normal, del montón. Y no está mal, ¿saben? Es mejor un equipo normal que un equipo malo. Pero creo firmemente que se puede aspirar a ser algo más. Me resisto a pensar que somos uno más, pero una y otra vez el GBC se empeña en quitármelo de la cabeza.

Decía que es mejor ser del montón que un equipo malo. Sí, porque de vez en cuando te llevas una alegría y, más o menos con la misma frecuencia, algún chasco. También decía al comienzo del artículo que no sabía sí afirmar que somos un equipo del montón o simplemente preguntármelo. Ahora mismo me rindo a la evidencia, es una de cal y otra de arena.

Pero no me voy a dar por vencido, quizá sea un iluso pero deseo con todas mis fuerzas que el Lagun Aro me haga tragar mis palabras. Que en los cuatro partidos que restan de primera vuelta (Estudiantes, Joventut, Baskonia y Fuenlabrada, ahí es nada) sea capaz de reaccionar. No en busca de la Copa, sino de su identidad; en busca del baloncesto que de vez en cuando hace que un rostro circunspecto se convierta en una amplia sonrisa.

Y que quede claro, perder en Granada no es ninguna deshonra ni ninguna tragedia. De lo que hablo es de una dinámica, una muy peligrosa que consiste en a veces sí, a veces no. Si el problema fuera que no se puede… pero no es eso. Pero yo no voy a dejar de creer ni de pensar que este equipo sabe cuál es el camino y también cómo recorrerlo. Aunque ahora se ha salido (un poco) del mismo.

A mí me encantaría decir que el GBC es un equipo extraordinario. Nada me gustría más. Pero la realidad es otra. Y ojalá me demuestre que estoy equivocado. Nadie lo desea más que yo. Por eso me aferro a algo: Podemos no ser un equipo del montón.

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