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Puerta atrás

¡Esto es otra cosa!

A pesar de sumar su décima derrota
en doce partidos, el Lagun Aro GBC mostró por fin síntomas que invitan
al optimismo y logró un juego incluso mejor que el
desplegado
en las victorias ante Murcia y Alicante. Así sí que se puede creer en
este equipo, que si es capaz de superar el durísimo mes que se viene
encima y mantiene el espíritu del partido de ayer, seguro que será
capaz de volver a la senda de la victoria. Si se sabe encajar esta
derrota valorando la evidente mejora de un equipo mucho más reconocible
en su estilo y efectivo, por no hablar del cambio de actitud, este
partido puede marcar un antes y un después en el devenir de los de
Laso. Pero para ello, va a ser muy importante no venirse abajo en las
próximas fechas, en las que salvo sorpresa, podemos visitar los puestos
de descenso. Si acaba sucediendo, va a ser vital recordar las buenas
sensaciones del mediodía de ayer y mantener la confianza. No hay que
dejar que el paso adelante dado ante Valencia quede en anécdota.

Han sido muchas las razones que nos ha dado el equipo para pensar que
esto es otra cosa, que lo mostrado ayer no tiene nada que ver con la
dinámica negativa que se venía arrastrando. Desde una defensa mucho más
intensa, con despistes, pero plena de actitud y también desde el
dominio del rebote, el GBC construyó un partido en el que volvió a
sentirse confortable sobre la pista -hacía meses que no le veíamos así
de suelto. Y uno de los grandes responsables de ello, por no decir el
mayor, fue Ricardo Uriz.

Excelente dirección del base navarro, llena de personalidad, de
responsabilidad, de esfuerzo. Ricardo es un ejemplo para sus compañeros
en defensa, contagia las ganas y después, en ataque, se hizo notar su
mando, creando juego constantemente, logrando superioridades que no
sólo se traducen en sus siete asistencias, también en ventajas para sus
compañeros que se cobraron faltas de sus defensores. Pero además, el
hecho de no dar un balón por perdido, de no dejar pensar al base rival,
de hacerse visible para los demás cuando el ataque se atasca y de estar
siempre para dar un ánimo a un compañero que ha fallado le convierten
en el base que necesita ahora mismo este equipo.

Pero no fue sólo Uriz el que dio la cara. Ignerski y Barbour sacaron su
versión más útil para el Lagun Aro. El polaco sin esconderse y
asumiendo la responsabilidad sin intermitencias (8 puntos la primera
mitad y 9 en la segunda) y Barbour convirtiéndose en la referencia
ofensiva que no sólo anota con regularidad sino que obliga a la defensa
rival a cerrarse sobre él, creando así espacios para otros. Eso, más
sus evidentes ganas en defensa, confirman que no ha sido el de los
últimos tiempos. Y teniendo en cuenta que en este partido ha metido
tantos triples como en los últimos nueve, es como para estar muy
contentos con su aportación.

No hay que olvidar que entre Ignerski, Barbour y un muy vigilado Panko pasaron de 40 puntos. También, dispusimos de más posesiones que el rival y dominamos el rebote con claridad. Además, la mayoría del partido, jugamos al ritmo que más cómodos nos hace sentir y firmamos buenos porcentajes. Todo esto suele ser sinónimo de victoria. Aunque por desgracia esta vez no fue así, el equipo hizo méritos para ganar.

Por su parte, lo de Miralles ya deja de ser anécdota, ha sido de lo mejor
en la mala racha y no deja de sumar. Su sociedad, por un lado con
Uriz y por otro con Doblas, invita a pensar en él como uno de los
referentes del GBC hoy en día; un jugador que da mucho empaque al juego interior.

Lo malo es que se perdió. Y buscando las razones para explicar la
derrota, hay que aceptar que el Valencia es mejor que el Lagun
Aro y que tiene jugadores llenos de talento que marcan las
diferencias. Pero mirando un poco más allá, el GBC fue mejor durante 35
minutos. Sólo en los cinco que van desde el minuto dos hasta el seis
del segundo cuarto el equipo de Laso perdió la manija del partido y
encajó un parcial de 4-16 (de 27-21 a 31-37) que un poco después se fue
a 9-23 para llegar al descanso 36-44.

En esos minutos, los peores de los nuestros en el partido, dos premisas
básicas nos hicieron perder el mando: el abuso de las individualidades
en ataque (cuando hasta entonces el trabajo colectivo estaba dando
buenos réditos en forma de superioridades) y en defensa, no sé si
llamarlo despistes o falta de concentración, que propiciaron canastas
demasiado sencillas para los taronja. Ese bajón en defensa nos quitó el
control por unos instantes y lo pagamos en ataque, precisamente, con
esas malas decisiones fruto de la falta de elaboración. En cualquier
caso, hay que pedir a algunos jugadores del GBC mayor compromiso en la
responsabilidad individual en defensa, porque cuando se pierde,
permites canastas fáciles de tu par o desajustes que acaban en canastas
fáciles de otro que se queda solo. No se pueden dar ventajas de este tipo
porque es como regalar puntos.

Pero no siempre fue así la defensa guipuzcoana, la mayor parte del
partido existió esa responsabilidad individual y también colectiva, que
unida a un mayor deseo, mejoró claramente el trabajo atrás del equipo.
Malditos cinco minutos, que contra otro quizá nos valgan para acabar
ganando pero contra equipos como el Power Electronics, no.

Sin embargo, no quiero dejar pasar otra razón, a mi modo de ver,
decisiva en este encuentro. La actuación arbitral. Jamás justifico una
derrota porque nos hayan pitado mal y en este caso tampoco quiero
hacerlo. Pero creo que ciertas decisiones, cuando menos, condicionaron
el desarrollo del partido. Hubo dos momentos clave: El primero, mediado
el tercer cuarto, cuando el Lagun Aro estaba en plena remontada, con
48-50 en el marcador, De Colo comete unos pasos clamorosos (mueve el
pie de pivote) que no son pitados y la acción acaba en canasta (48-52).
Un par de jugadas más tarde, después de otros pasos, en este caso de
Detrick (que lo eran, pues el primer paso del traspiés es después de
coger el balón y no antes), Ignerski comete una falta más que dudosa en
un dos contra uno sobre Rafa Martínez. Los tiros libres del escolta
ponen el 48-54 en el marcador. Seguidamente, no es señalada una falta
de ataque de Pietrus sobre Miralles y Perovic pone el 48-56. Y para
rematar, la falta de Barbour sobre un triple de Rafa Martínez en la que
el estadounidense ni siquiera toca al catalán. Resultado: pasar de
48-50 a 48-59 en apenas dos minutos.

El otro instante, ya en el último cuarto y con el GBC otra vez
acercándose en el marcador, Ricardo Uriz roba un balón en el fondo y el
árbitro decide que había salido, cuando las imágenes demuestran que no
fue así. Y más aún, unos minutos después, otra vez Uriz está a punto de
recuperar un balón, que se va por la línea de banda cuando el Lagun Aro
estaba a cuatro; el base del GBC reclama que el balón ha tocado en De
Colo pero el colegiado da el balón a los taronja cuando efectivamente
la bola había dado en el francés.

Son decisiones que no decidieron el resultado, pero influyeron en el
desarrollo del partido. En cualquier caso, de lo que tenemos que
precuparnos no es por eso, sino por lo que se puede mejorar, como esos
cinco minutos de apagón. Pero sobre todo, quedarnos con la cantidad de
cosas buenas que esta vez sí no ofreció nuestro equipo. El partido de
ayer sí que es algo en lo que poder apoyarnos para confiar.

Ahora, se trata de no perder las buenas sensaciones, si es posible,
reproducirlas e incluso ampliarlas. Y no venirnos abajo si llegan las
derrotas en este tramo tan complicado de la temporada, que por encima
de todo va a suponer un reto psicológico. Y más teniendo en cuenta que
es posible visitar los puestos de descenso. Pero si aguantamos el tirón
en este momento, si el equipo juega y lucha como lo hizo ayer,
llegaremos a la recta final de temporada en disposición de ganar
partidos e igual, hasta sacamos uno de los siguientes cuatro (lo que
sería la vida).

Antes hablaba de Ricardo Uriz como ejemplo en cancha, pero el capitán
del GBC, si en algo debe ser un modelo para todos es en el hecho de
que nunca se rinde. No podemos rendirnos. Esto se puede levantar. Como
comienzo, el partido de ayer fue otra cosa, una imagen muy distinta.
Hay que conseguir que no quede en anécdota, como sea. El GBC nos mandó un mensaje inequívoco de esperanza, un mensaje de que
entre todos vamos a salir de ésta.

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