Ha sido una verdadera lástima que el GBC no se llevara la victoria del Madrid Arena. Una lástima, porque la sensación global indica que tal vez mereció ganar. Pero unos espantosos primeros cinco minutos y lo mal que se jugaron los últimos segundos -especialmente la última defensa-, hicieron al GBC acreedor de una derrota que le deja con la miel de la salvación en los labios. Porque ganar no garantizaba seguir en la ACB, pero acercaba muchísimo a la permanencia. Lo que sí es cierto es que durante el partido ante el Estu pudimos observar las dos versiones del GBC. La peor y la mejor. Todo ello a bordo de un carrusel de juego que, en cierto modo, se asemeja a lo que estamos viendo durante toda la temporada y que nos impide saber a qué atenernos.
En consecuencia, se pueden hacer varias lecturas del partido. Hubo síntomas positivos, que van por la senda que anuncia una pronunciada recuperación tanto de juego como anímica en las últimas semanas. Si tomamos lo de Gran Canaria como una excepción, desde el partido contra Valencia, el equipo ha ofrecido una cara muy mejorada con respecto a lo que llevabamos de 2010. El GBC comenzó muy mal, sin embargo esta vez sí supo reponerse y dar la cara, dejando una imagen mucho más lustrosa que en las últimas salidas.
Hace unas semanas, hablando con uno de los comentaristas de ACB360, éste me decía: “Supongamos que el GBC es un enfermo. Pues bien, está en una clínica
donde cada médico va a lo suyo, donde hay algunas enfermeras que ponen
ganas pero se encuentran de frente con la realidad y donde hay demasiado
enlace sindical tocándose las pelotas. Y encima, el jefe de planta no
sabe cómo hacer que todos trabajen juntos”. Un diagnóstico brillante, entonces muy acertado y bastante revelador sobre lo que está siendo la temporada 09/10 para el GBC. Y que por suerte, de un tiempo a esta parte, se ha podido si no corregir, al menos, paliar.
Somos capaces de defender intenso y meter en problemas a los ataques rivales cerrándoles la puerta del perímetro a costa de sacrificar la zona, donde Doblas y Miralles apagan fuegos intentando que no se conviertan en incendio. El problema es que sólo defendemos así a veces. Por ejemplo, en los primeros cinco minutos del partido, Estudiantes nos enchufa cuatro triples hasta que empezamos a saber de dónde nos da el viento en defensa. Después, en plena heroica, el aspecto atrás es muy distinto y sólo encuentran ventajas en la pintura, donde concedemos el 1×1 y donde Estudiantes tiene grandes posteadores. Pero nos sirve, es efectivo, así que el partido cambia por completo.
En ataque, somos capaces de buscar buenas opciones y se destaca en el 2×2, una suerte del juego que tenemos muy currada y donde Ricardo está brillando a la hora de encontrar soluciones. El éxito ofensivo, cuando sucede, suele ir acompañado de cierta paciencia y elaboración para llegar a ese dos contra dos en situaciones ventajosas. El problema reside en que demasiadas veces caemos en el individualismo, el 1×1 nada más comenzar el ataque y con la defensa plantada -lo que suele convertirse en uno contra dos o contra tres- y lo que de vez en cuando son acciones atractivas para la vista, pagan el peaje de muchos más tiros mal seleccionados o pérdidas de balón. Confiar en el talento tiene matices y se trata de ponerle facilidades, no de traicionar ese mismo talento. Demasiados tiros comodones hay para mi gusto, con el defensor encima en lugar de intentar rebasarle.
A grandes rasgos, ahí están algunas de las mayores virtudes y defectos de este GBC. Ahora bien, se trata de saber qué se impone. Y para ser justos, ante Estudiantes, en un partido que hubo importantes raciones de ambas, creo que la cara buena ganó a la mala y la victoria pudo o debió ser la consecuencia. Quitando el inicio, los de Laso disputaron siempre e incluso superon a su rival. Compitieron hasta el final en una de los feudos más complicados a estas alturas de temporada. Ya por eso, tenemos que estar satisfechos.
Pero -siempre hay un pero- dos decisiones marcaron el devenir final de encuentro en los minutos finales. La primera, una incomprensible falta señalada sobre Miralles cuando el pívot taponaba con claridad una penetración de Oliver. Repasando las imágenes, Albert tapona limpiamente mientras es el base de Tarrasa quien le aparta con el antebrazo. La siguiente falta en ataque sí parece justa. En cualquier caso, no perdimos por el arbitraje.
Y, por encima de todo, la última defensa. Sigo sin entender porqué no hay ayudas. Ni una sola. Oliver supera a Detrick (que sale del banquillo frío para defender en lugar de Uriz) y el resto del equipo se queda mirando cómo anota una bandeja. Sólo Hop hace un pequeño amago de ir a por él, pero nada. Ni primera ayuda, ni segunda, ni nada. Todos con el suyo para evitar que reciba y como Oliver en 1×1 es malo, pues le dejamos que llegue solo hasta debajo del aro.
También es cierto que hemos competido para tener la opción de ganar a Estudiantes a domicilio. Y eso no es poco. Ha salido cruz. Pero éste si es el camino, o se le acerca, para que salga cara.
La verdad es que es una pena porque en un partido muy digno del Lagun Aro, diametralmente opuesto a nuestras anteriores salidas -Gran Canaria, Obradoiro…- acabamos sumando la novenda derrota seguida a domicilio y no acabamos de poner tierra de por medio con los puestos de descenso.
El caso es que al menos el equipo da visos de mejora y recuperación. Y eso es algo a lo que agarrarnos, algo que hace no mucho ni siquiera teníamos.
La pareja Uriz-Miralles es hoy en día lo más destacado, una base sólida en la que apoyarse. Ricardo, cada vez que juega un bloqueo directo o penetra, crea juego, encuentra ventajas, genera superioridades, marca el ritmo. Miralles es un roca en zona, defiende, rebotea, anota y se le ve muy implicado, responsabilizado. En el otro extremo, la situación de Sergio Sánchez, ciertamente inquietante. Da qué pensar, incluso se pasa por la cabeza cuánto tendrá que ver el hecho de que acabe contrato, ya sea por su parte o por externa. Lo que resulta evidente es que es una situación, cuando menos incómoda.
Acabamos con sensaciones encontradas, contradictorias y con diferentes lecturas al gusto del consumidor. El que quiera sacar conclusiones positivas, estará en lo cierto; pero el que encuentre negativas también. Hoy más que nunca no es bueno verlo todo blanco o negro, los tonos de gris y los matices son lo más sensato en esta ocasión. La mejor noticia es que volvemos a competir, a encontrarnos. Lo que debemos mejorar es que nuestro juego, como los caballitos que dan vueltas en el carrusel, va de arriba a abajo, de arriba a abajo, y puede ser divertido, pero no te permite encontrar el equilibrio.
No ha estado nada mal el partido y el Lagun Aro GBC, tampoco. Continúan los síntomas de recuperación, pero hay que seguir creciendo, volver a buscar la regularidad en los 40 minutos.