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Mikel Madinabeitia

El día después

El milagro de los panes y los peces

“Aprovecha la oportunidad en todas las cosas; no hay mérito mayor” (Píndaro, poeta de la Grecia clásica). Habrá que inventar nuevos elogios porque los adjetivos están de vacaciones, como las musas de Joan Manuel Serrat. El Eibar es el líder de la Segunda División. Es el primero de la clase cuando ya han transcurrido 25 jornadas. Los aficionados eibarreses se frotan los ojos y el espectador medio se quita el sombrero. Porque con un presupuesto de tres millones y medio de euros, el más bajo de la categoría, los armeros mandan en el campeonato. Menos es más. Puro racionalismo.

Pero volvamos al mérito. Volvamos a las alabanzas. Cojan un lápiz y apunten. Construir una plantilla con dos jugadores por puesto. Construir una plantilla con varios futbolistas cedidos que han recuperado la ilusión. Hacerles creer que no son inferiores a nadie pero tampoco superiores. Y jugar al fútbol. Jugar muy bien al fútbol. Hasta el punto de que ya casi nadie asocia Ipurua con el juego directo de otros tiempos. Ese campo sigue siendo el de barro, sudor y cicatrices pero ahora se juega con dos trajes: el buzo de trabajo y el esmoquin.

No sabemos hasta cuándo perdurará la alegría porque este deporte te traiciona cuando menos te lo esperas, como Caín hizo con Abel. Aunque este equipo tiene unas bases tan sólidas como su juego. Tiene un portero que parece que acumula 500 partidos en la élite. Tiene un central con hechuras de Primera División (Raúl Navas). Tiene un lateral zurdo que ha asentado la cabeza y que ha aprendido que si al talento le unes el sacrificio se llega más lejos (Yuri). Tiene una pareja de pivotes que marcan el pulso del equipo (Dani García y Errasti). Tiene desborde y velocidad por las bandas (Morales, Capa, Alain Eizmendi, Gilvan Gomes…). Tiene tres delanteros para jugar por arriba y por abajo, uno de los cuales ha caído de pie (Mainz). Y tiene un poeta con botas que se llama Jota. El Eibar no tiene una virtud. Tiene muchas.

 

Dice Jorge Valdano que el fútbol es la vida exagerada. Menos mal que no siempre es así, menos mal que a veces las dos cosas se parecen poco. Menos mal que de vez en cuando ganan los buenos. Y que un club como éste saboree las mieles del éxito le reconcilia a uno con el deporte rey. Este Eibar representa la versión deportiva del milagro de los panes y los peces. Álex Aranzabal, un presidente con los pies en el suelo; Fran Garagarza, un secretario técnico con olfato y sentido de la anticipación; y Gaizka Garitano, un técnico con proyección, forman el triunvirato. Experiencia, ambición y juventud a partes iguales.

¿Cuál es el próximo reto? Reunir más de un 1.700.000 euros en seis meses para no descender. El Consejo Superior de Deportes lo exige para seguir compitiendo. Son las reglas del fútbol profesional y, al mismo tiempo, un contrasentido para un club saneado como el Eibar. ¿Lo conseguirá? Hace falta un segundo milagro de los panes y los peces…

El tercer tiempo para analizar los partidos de la Real Sociedad y el Eibar

Sobre el autor

Las nuevas tecnologías han cambiado la forma de ver la televisión. Series para gourmets nace con la pretension de ayudar a personalizar su menú televisivo en lo que hace referencia a las series de TV. Analizaremos series actuales, novedades, pequeñas joyas olvidadas y series clásicas dando nuestra opinión personal sobre el nuevo formato de oro del siglo XXI.

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