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Mikel Madinabeitia

El día después

El viejo defecto

La Real perdió un partido que muchos dábamos por ganado a media tarde -entono el mea culpa-, pero lo que más me dolió fue ver que el equipo repetía errores que creía superados. A menudo sucede que los futbolistas resetean toda su memoria futbolística y envían un mensaje de vulnerabilidad cuando los creíamos superhéroes. Esta Real que ha provocado tanta admiración completó uno de los peores encuentros que se le recuerdan en mucho tiempo porque olvidó el primer mandamiento de este juego. Prescindió del tapón de la bañera y el Rayo Vallecano corrió por la autopista para ser feliz.

Los fundamentos del fútbol moderno exigen compromiso para viajar juntos en una especie de cordada alpina en la que todos avanzan al unísono, ganando posiciones, ocupando zonas concretas del campo y retrocediendo para encontrar vías más favorables. Cada equipo reparte los roles y uno de los más importantes es el del sherpa, porque va y viene, carga con todo el material, coloca escaleras para facilitar el paso de sus compañeros y se asegura que los cordajes estén siempre fijos y apretados. Ayer no estaba Markel, que es el que mejor conoce el oficio, y por ahí vinieron los aludes. No había guardián en el campamento base.

Tampoco estaba Griezmann, el Ueli Steck de la Real, y quizá por eso la escalada fue tan penosa hacia la cumbre. Enfrente no estaba el Annapurna, pero sí un equipo que si goza de espacios en la medular se anima y se va de fiesta. Le faltó pausa a la Real. Le faltó rigor. Le faltó solidaridad. Le faltó orden. Y, ante todo, le sobró partirse con tanta facilidad. Anoeta volvió a ver el viejo defecto y la Real perdió crédito, como si tuviese agujereado el bolsillo del pantalón y fuese perdiendo monedas en cada jugada.

La Real defendió mal porque atacó mal. Cuando perdía el balón estaba tan desordenada que no podía recuperarlo, de ahí que la superioridad del Rayo fuera tan manifiesta. No hubo reacción desde el banquillo y si la hubo, perdonen porque no la aprecié. Me extraña porque este equipo ha jugado muy bien al fútbol hasta antes de ayer. Pero quizá merece la pena volver a agruparse para escalar juntos y nunca por separado. “Pronto aprendí que la pelota nunca viene hacia uno por donde uno espera que venga. Eso me ayudó mucho en la vida”. La Real de ayer tendrá que leer a Albert Camus.

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Sobre el autor

Las nuevas tecnologías han cambiado la forma de ver la televisión. Series para gourmets nace con la pretension de ayudar a personalizar su menú televisivo en lo que hace referencia a las series de TV. Analizaremos series actuales, novedades, pequeñas joyas olvidadas y series clásicas dando nuestra opinión personal sobre el nuevo formato de oro del siglo XXI.

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