La noticia de la renovación de Carlos Vela llena de ilusión al realismo y corta de raíz cualquier conato de inquietud. El prestidigitador de Cancún es el pájaro revoloteador de la Real, el hombre que agita el ataque txuri urdin y desordena las defensas rivales, capaz de iniciar la jugada a treinta metros de la portería o de rematarla cuando le interesa. Su habilidad para oler el pánico sirve como desatascador, los adversarios sienten el vértigo y Vela se pone a bailar, demostrando que su cadera tiene más variantes que el cubo de Rubik. El gran goleador de este equipo ha alcanzado, además, otra nueva dimensión: la del futbolista total que percibe toda la complejidad del fútbol y toma las decisiones pertinentes en cada instante. Es el hombre de las decisiones adecuadas.
Su prolongación de contrato produce una formidable explosión de alegría. La afición sabía que era imprescindible que no se marchara para seguir siendo un club con jerarquía, un habitual de las competiciones europeas. Y las cantidades económicas de la operación son considerables, desconocidas en la Real de los últimos tiempos, pero no me parecen desorbitadas porque este señor, este emperador, aún no ha jugado los 50 mejores partidos de su vida. Convencido. Algún día tocará techo pero, entonces, las cervicales no nos permitirán mirar tan arriba…
Lo cierto es que Carlos Vela ha marcado un antes y un después en la Real. Bajo su apariencia de futbolista desorientado, en ocasiones desenchufado incluso del juego y de sus señales, su importancia en el equipo ha sido colosal porque su don es el más valioso de este deporte: resolver partidos con sabor a agua estancada. Estar lejos del balón o correr detrás de él le supone una penitencia, una travesía por el desierto, pero cuando lo tiene en sus pies los focos le iluminan. Y en ese momento se transforma en e l playmaker’ de Anoeta, como en la NBA, esa competición que tanto le gusta.
Me resulta imposible finalizar esta pieza sin tratar la figura de Jokin Aperribay, un presidente atípico porque cumple con todo lo que promete. Rara avis en este país. Se comprometió a realizar un esfuerzo por Vela sin hipotecar el futuro y los hechos, como siempre, tapan el ruido de los dardos. La voluntad del delantero de continuar en este club, en esta ciudad y en este campeonato ha resultado decisiva pero también la pericia del dirigente para no resbalar en un terreno tan pantanoso. No se concebía el futuro de la Real sin Carlos Vela igual que Carlos Vela pensaba sólo en ser feliz. Y San Sebastián se lo garantiza. Alfombra roja a este mago del fútbol. El mejor fichaje de este verano.