Rubén Pardo ha renovado su compromiso con la Real hasta 2018 y los amantes del buen fútbol lo celebran con un brindis. El de Rincón de Soto es el faro en el océano, la salida del laberinto, la solución del trabalenguas. En un fútbol eminentemente físico y en una medular habitualmente poblada de atletas superdotados, reconforta comprobar cómo un menudo chico riojano se abre paso con un talento ensordecedor. Él no utiliza el hacha para derribar adversarios, porque prefiere apoyarse en la escuadra y el cartabón para enviar el balón donde sólo él atisba un hueco. Para penetrar en la selva de las defensas superpobladas hace falta hacer magia y el repertorio de este chico no tiene fin. Es el mentalista.
Les contaré una anécdota de hace algunos años. Acudía a Anoeta para ver un partido del Sanse (creo recordar que ante el Mirandés) y me acompañaba mi compañero Miguel González. Estábamos conversando en la puerta cero cuando llegó Jokin Aperribay en su coche. Hablamos de la actualidad de la Real y el filial txuri urdin. Cuando comenzamos a citar los diamantes en bruto que había en Zubieta el nombre de Rubén salió enseguida. Y no olvidaré los elogios que le dedicó el máximo dirigente realista. Ya entonces confiaba mucho en su potencial y se mostraba convencido de que iba a ser protagonista en el primer equipo del mañana. Yo tengo la costumbre de dejar hablar a la gente que sabe más que yo porque me parece la forma más rápida para aprender, de manera que apunté aquellos titulares en mi baúl de la memoria. Y el paso del tiempo, el mejor juez que existe, ha hecho el resto. Rubén ya está aquí. Con los mejores.
Pero hubo un tiempo en que el talento estuvo bajo sospecha. Sometidos a la dictadura de la pizarra, los futbolistas imaginativos debieron realizar un trabajo sordo para hacerse un hueco en la jungla competitiva del fútbol profesional. Quizá por ello, porque la sombra es inhóspita, Pardo quiso reclamar más focos con pases imposibles. Y durante un tiempo se vio afectado por el síndrome Ricky Rubio, ése en el que la necesidad de aparecer en el top10 de la semana te acaba ofuscando. Éste es un viento que zarandea a un buen puñado de recién llegados y la única vacuna se llama madurez.
La Real ha divulgado dos buenas noticias esta semana. Ha prolongado el contrato de Alberto de la Bella, la tuneladora de la banda izquierda, y Rubén Pardo. Este chico de ahí arriba juega como los ángeles. Lo hace tan bien que incluso en ocasiones da la sensación de que flota sobre el campo. Toca y toca y combina porque me toca. Pase largo radiografiado con el GPS de última generación. Asistencia en el último segundo. Caramelo para el delantero. Todo eso esconde Rubén bajo el sombrero. El hechicero de la Real. El mentalista.