El transbordador más antiguo del mundo
Mientras usted lee este artículo, 6 coches, dos bicicletas y 38 personas estarán cruzando de lado a lado de la Ría, cumpliendo así una función centenaria para la que fue creado. Y es que el Puente Colgante, durante décadas símbolo del potencial ferroso e ingeniero de Bizkaia, fue concebido como punto de unión entre las dos márgenes. El único monumento Patrimonio de la Humanidad de Euskadi se alza uniendo Getxo y Portugalete desde hace más de 100 años, siendo todo un símbolo para Bizkaia entera.
Ha sido testigo de cientos de momentos únicos y de hazañas casi inimaginables. Desde su inauguración, cientos de aviones han surcado los cielos sobre e incluso bajo él, ya que en 1912, el piloto francés Beaumont atravesó el puente bajo la pasarela con una avioneta. Ha dado la bienvenida a cientos de marineros que llegando al Abra divisaban a lo lejos la silueta del puente. No menos importante fue la gesta que realizaron los atletas Javier Conde y Jon Salvador el 17 de marzo de 2012, completando un maratón de 42km yendo y viniendo sobre la pasarela.
La estructura original se mantiene casi intacta desde el día en que se inauguró. Decimos casi por que en 1937, en plena Guerra Civil, se voló su plataforma vertical con el objetivo de frenear el avance franquista. Afortunadamente 4 años después pudo ser reinaugurado.
Historia de un rincón con la firma de Eiffel
Alberto Palacio , discípulo de Gustave Eiffel, fue el encargado de realizar y diseñar la obra en cuestión. En su origen, allá por el año 1893, la barquilla apenas contaba con la mitad del espacio actual, incluso se pagaba en función de la clase donde se quería viajar. De este modo, los más acaudalados pagaban por asientos de madera cubiertos con una lona, y los no tan pudientes, se tenía que conformar con viajar junto a los burros o caballos que tiraban de carretas.
A muchos les sorprende ese todo rosáceo de las vigas de hierro que le dan un toque moderno y juvenil. En su origen fue negro, pero para mitigar el impacto de los cambios de temperatura, se optó por un tono más claro para colorearlo que fue votado por portugalujos y getxotarras.
Hay dos formas de cruzar el la ría: la primera opción es deslizarse sobre el agua por la barquilla de transporte y la otra caminar sobre ella; y es que desde 1999 cualquiera puede tener la opción de ascender hasta los cielos de Bizkaia mediante la pasarela que cruza todo el ancho de la ría Nervión.
Unas vistas asombrosas desde la cima de Bizkaia
A 45 metros de altura y en día despejado, la vista alcanza distancias inimaginables. De una rápida pasada podemos divisar al norte el faro de Getxo y al sur-este la Torre Iberdrola, así mismo el Casco de Portugalete, la playa de Getxo o el Monte Serantes, pueden ser observados con apenas un ligero giro de cabeza. Los aviones parecen un poco más grandes desde aquí y podemos admirar las pinceladas de las olas creadas por las embarcaciones que suben dirección Bilbao. El viento sopla con fuerza y se cuela entre las vigas de acero llenas de remaches, pero la estructura del ingeniero Alberto Palacio ni se inmuta.
La pasarela tiembla cuando la barquilla cierra sus puertas y se encamina hacia la otra margen. Se calcula que si uniésemos todos los recorridos que las diferentes barquillas han realizado a lo largo de sus vidas podríamos dar la vuelta al mundo 31 veces. Y es que el Puente Colgante ofrece un servició de 24 horas al día 365 días al año.
Algunos lo tacharon de auténtica “bilbainada” y las cifras que maneja la estructura animan a indicarlo. 728.447kg de hierro, lo equivalente a unos 100 elefantes africanos, casi 11.000 remaches repartidos por todas las vigas, 88.248kg de cables de acero y más de 21.000 tornillos. Todo eso fue necesario para sus 160 metros de largo y 50 de altura. Hasta entonces había que viajar hasta Bilbao para encontrar el primer puente y de este modo poder cruzar la ría. Otra opción era cruzar en txalupa. Hoy en día no nos imaginamos la estampa de la entrada de la ría Nervión sin la silueta del Puente Colgante de Bizkaia, sin duda, un rincón digno de admiración.